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Los desafíos para el trabajo rural del siglo XXI
5 de octubre de 2007
Ya lleva tres siglos el desarrollo del trabajo rural en la Argentina y el progreso del sector agropecuario estuvo acompañado por la actualización del hombre de campo. La labor rural no sólo es una de las más antigua vigentes, sino una de las que más variedades y dificultades ofrece a la hora de ponerla en práctica.
No reconoce climas, ni distancias y exige una constante labor de enriquecimiento de conocimientos, porque en el campo todos los días pasan cosas y las actualizaciones son constantes.
El trabajo rural o vinculado con este sector representa el 36 % del empleo nacional y para muchas producciones es clave para el resultado del negocio rural, especialmente en las economías regionales. También para varias actividades es el principal costo de producción.
Este índice es uno de los más importantes del país y representa otro de los íconos que tiene el campo para autodefinirse como un pilar de la Nación.
Los desafíos que representa la actividad rural para este nuevo siglo son muy similares a los que se presentaron a partir de mediados de siglo 19, cuando se conocen los primeros antecedentes de un auge laboral rural, con el importante crecimiento de la actividad ovina, como se consigna en el libro “Peones, los primeros trabajadores argentinos”, de Roberto García Lerena.
Cada octubre se festeja el Día del Trabajador Rural y de la Mujer Rural. La inserción de las mujeres en las tareas de campo cada vez es más intensa, por muchos motivos: su habilidad particular para ciertas actividades; su intuición para ciertas labores que lo requiere y porque se van quebrando ciertas barreras culturales.
Hoy la mujer trabaja casi a la par del hombre y hasta en actividad que hasta no hace mucho estaba reservada sólo para el llamado sexo fuerte. No es una novedad encontrar una mujer manejando un equipo pesado o arreando a caballo.
El secretario general de la UATRE, Gerónimo Venegas, reitera en cada oportunidad que se ha propuesto como desafío mejorar los índices de alfabetización, capacitar en las nuevas tecnologías y reducir los niveles de trabajo infantil.
En este tres desafíos están encerrador los principales temas que afronta hoy el trabajo rural. El avance tecnológico, con la incorporación de la robótica o la tecnología digital, el progreso genético o el uso de la computación son algunos de los nuevos usos que el campo está incorporando casi con continuidad. Para el productor tener un personal capacitado es tan clave como elegir una estrategia apropiada para mejorar la producción.
Ahora, la pregunta que se hacen muchos es: cada semana se realizan decenas de cursos de capacitación para productores en todo el país, para actualizar tecnología; incorporar nuevos conceptos o captar nuevos métodos de producción, pero ¿tiene el trabajador el mismo caudal de información al alcance de su mano?.
Desde UATRE se trabaja en esta área, también el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre) se promueve este tipo de actividades.
Se sabe que la agricultura y la ganadería son las actividades que avanzan más velozmente tecnológicamente, pero hay muchas aún que requieren de un conocimiento elevado. La automatización en la producción avícola podría ser un ejemplo, la lechería o la vitivinicultura, otros casos.
Hay sector que mantienen su esencia laboral de años, como la esquila, con sus avances en técnicas o manejos. También la siembra de ajo o de papa, en gran parte del país sigue realizándose a mano, como hace décadas.
Inclusive aún hay tareas que no cualquiera puede desarrollar y hay zonas donde es difícil encontrar el personal adecuado para cumplir un trabajo determinado.
Los desafíos planteados no están resueltos, porque la dinámica del campo es permanente. El trabajo del hombre de campo sigue siendo una de las claves de la producción, como hace 200 años y a pesar de todos los avances de la humanidad.
No reconoce climas, ni distancias y exige una constante labor de enriquecimiento de conocimientos, porque en el campo todos los días pasan cosas y las actualizaciones son constantes.
El trabajo rural o vinculado con este sector representa el 36 % del empleo nacional y para muchas producciones es clave para el resultado del negocio rural, especialmente en las economías regionales. También para varias actividades es el principal costo de producción.
Este índice es uno de los más importantes del país y representa otro de los íconos que tiene el campo para autodefinirse como un pilar de la Nación.
Los desafíos que representa la actividad rural para este nuevo siglo son muy similares a los que se presentaron a partir de mediados de siglo 19, cuando se conocen los primeros antecedentes de un auge laboral rural, con el importante crecimiento de la actividad ovina, como se consigna en el libro “Peones, los primeros trabajadores argentinos”, de Roberto García Lerena.
Cada octubre se festeja el Día del Trabajador Rural y de la Mujer Rural. La inserción de las mujeres en las tareas de campo cada vez es más intensa, por muchos motivos: su habilidad particular para ciertas actividades; su intuición para ciertas labores que lo requiere y porque se van quebrando ciertas barreras culturales.
Hoy la mujer trabaja casi a la par del hombre y hasta en actividad que hasta no hace mucho estaba reservada sólo para el llamado sexo fuerte. No es una novedad encontrar una mujer manejando un equipo pesado o arreando a caballo.
El secretario general de la UATRE, Gerónimo Venegas, reitera en cada oportunidad que se ha propuesto como desafío mejorar los índices de alfabetización, capacitar en las nuevas tecnologías y reducir los niveles de trabajo infantil.
En este tres desafíos están encerrador los principales temas que afronta hoy el trabajo rural. El avance tecnológico, con la incorporación de la robótica o la tecnología digital, el progreso genético o el uso de la computación son algunos de los nuevos usos que el campo está incorporando casi con continuidad. Para el productor tener un personal capacitado es tan clave como elegir una estrategia apropiada para mejorar la producción.
Ahora, la pregunta que se hacen muchos es: cada semana se realizan decenas de cursos de capacitación para productores en todo el país, para actualizar tecnología; incorporar nuevos conceptos o captar nuevos métodos de producción, pero ¿tiene el trabajador el mismo caudal de información al alcance de su mano?.
Desde UATRE se trabaja en esta área, también el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre) se promueve este tipo de actividades.
Se sabe que la agricultura y la ganadería son las actividades que avanzan más velozmente tecnológicamente, pero hay muchas aún que requieren de un conocimiento elevado. La automatización en la producción avícola podría ser un ejemplo, la lechería o la vitivinicultura, otros casos.
Hay sector que mantienen su esencia laboral de años, como la esquila, con sus avances en técnicas o manejos. También la siembra de ajo o de papa, en gran parte del país sigue realizándose a mano, como hace décadas.
Inclusive aún hay tareas que no cualquiera puede desarrollar y hay zonas donde es difícil encontrar el personal adecuado para cumplir un trabajo determinado.
Los desafíos planteados no están resueltos, porque la dinámica del campo es permanente. El trabajo del hombre de campo sigue siendo una de las claves de la producción, como hace 200 años y a pesar de todos los avances de la humanidad.