Los cuestionamientos eran tremendos, tanto de parte de los aficionados, como de la prensa y hasta de los mismos ex compañeros pero Jurgen Klinsmann, el entrenador de la selección alemana no se dejó amilanar y supo capear el temporal y tras el tercer puesto conseguido con el equipo en el Mundial 2006 fue elevado nuevamente al olimpo de los dioses.

A Klinsmann lo fueron a buscar hace dos años hasta California, donde reside con su familia, y le ofrecieron el puesto de entrenador alemán, con el mundial a la vista.

Conformó un equipo de trabajo y comenzó a utilizar jugadores jóvenes, todos que juegan en la Bundesliga, para el gran objetivo que era ser campeón como local y así igualar la marca de Franz Beckenbauer, campeón como futbolista y desde el banquillo.

Klinsmann alzó la Copa del Mundo como jugador en Italia 90 y a poco estuvo de repetir lo del gran "Kaiser", pero no accedió a la final y consiguió el honroso tercer puesto, tras un inapelable 3-1 ante Portugal.

Antes del Mundial el entrenador germano debió soportar críticas de toda índole y ahora el pueblo futbolero le pide que siga al frente del conjunto teutón, al menos hasta la Eurocopa del 2008.

Si hasta la propia canciller alemana Angela Merkel le pidió a los hinchas de su país que dejen de presionar a Klinsmann para que decida su futuro: ""No, pero en su nombre pido que le den un poco de tiempo. Se lo merece".

"Lo que este equipo logró es indescriptible, vivimos estos últimos días con mucha intensidad, no encuentro ya palabras", dijo Klinsmann tras el tercer puesto.

Si bien "Klinski" -como lo llaman cariñosamente los hinchas- no logró el título consiguió ganar su propio torneo, estrechamente ligado al respeto de todo un pueblo.