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Tras dos años, Macri aún no logra encarrilar la economía
Los problemas para el bolsillo se mantienen porque los precios no ceden lo esperado, mientras el aparato productivo despega a los tumbos en forma irregular, por lo que no genera el empleo necesario
10 de diciembre de 2017
A esta altura del año, el presidente Mauricio Macri esperaba otro escenario económico, con una Argentina en plena reactivación e inflación en vías de ser controlada. Pero los problemas para el bolsillo se mantienen porque los precios no ceden lo esperado, mientras el aparato productivo despega a los tumbos en forma irregular, por lo que no genera el empleo necesario.
La inflación por momentos parece indomable, y la fuerte suba en tarifas de luz desde diciembre (70% en electricidad en dos tramos hasta febrero) y gas (45%), sumada al nuevo ajuste en combustibles y prepagas, desafían el plan ortodoxo de tasas altas para contener los precios.
La inflación se encamina hacia el 3% en diciembre, un mes siempre muy complicado porque las Fiestas recalientan la economía y crean un escenario propicio para las remarcaciones.
A esto se agregará la suba en los precios del transporte, cuyo ajuste fue postergado para el 2018 porque es uno de los que más impacta en los bolsillos de los trabajadores.
Colectivos, trenes, subtes y Premetro mostrarían otro salto, tal vez cuando vaya concluyendo el verano, pero dependerá de una decisión política más que económica (avanzar con la eliminación de subsidios para reducir el déficit o profundizar la emisión de deuda).
El costo de vida, y las dificultades para domarlo, obligaron al equipo económico a cerrar filas detrás del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.
La mayoría de las consultoras especializadas venía estimando que al menos hasta mediados del 2018 las tasas de interés se mantendrían altas.
Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda, les acaba de dar la razón: para echar por tierra versiones sobre diferencias en el equipo económico, avaló la estrategia implementada por Sturzenegger y admitió que habrá tasas elevadas para rato.
Sturzenegger es por estos tiempos uno de los blancos preferidos de sectores empresariales vinculados con la industria que necesitan financiamiento a tasas razonables para poder crecer, lo cual es muy difícil en este escenario.
La tasa tendiente al 30 por ciento que está pagando el BCRA complica cualquier proyecto productivo y encima está generando un enorme déficit a la autoridad monetaria, por los miles de millones que debe pagar cada año en intereses por las Lebacs.
El volumen de Letras del Banco Central emitidas ya supera el billón de pesos.
Pero para ser justos: parte de esos mismos grupos industriales se mal acostumbraron durante el gobierno anterior, como casi la mayoría de los agentes económicos, a desempeñar su actividad con fuertes subsidios y barreras arancelarias, que distorsionaron todas las variables y convirtieron a la Argentina en uno de los países con menor nivel de productividad en el escenario internacional.
Remontar esa cuesta es una tarea ciclópea, que demanda una estrategia de alto calibre político y económico, y la construcción de consensos difíciles de alcanzar en una Argentina dividida.
La paradoja es que uno de los sectores más castigados por el kirchnerismo emergió como uno de los más productivos y tecnificados del mundo.
El campo está en uno de los niveles más altos de producción, que sería aún más relevante si no fuera por las inundaciones producto del bajo nivel de obras de infraestructura eficaces en las últimas décadas.
La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, promete revertir ese escenario de decadencia recortando el gasto político para destinarlo a obras. Ver para creer.
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Más desafíos para el 2018.
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Funcionarios aceptan que el dólar está retrasado pero explican que por ahora es imposible tocarlo, porque la inflación no da tregua.
Hace cuatro meses que el peso se revalúa frente al dólar: en noviembre 2,8%, y 5% en los primeros once meses.
El problema es que ese nivel de la divisa norteamericana contribuye a exacerbar otro de los severos problemas que tiene la economía: el déficit comercial, que este año rondará los 8.000 millones de dólares, casi todos explicados por Brasil.
El desequilibrio entre las compras y las ventas al exterior rondará este año 4 puntos del Producto Bruto, un nivel muy alto, con importaciones creciendo al 20% anual y exportaciones congeladas respecto del 2016.
El otro dilema surge del destino de las inversiones que recibe la Argentina: de cada 7 dólares que van a inversiones a la especulación financiera, apenas 1 se dirige a la economía real.
En medio de estos desajustes, y por si faltaran problemas, trascendió que el Gobierno no quiere hacer demasiadas olas antes los tribunales por la manipulación que el INDEC hizo con las estadísticas durante nueve años, entre 2007 y 2015.
La razón es económica: teme que consolidar esas denuncias ante la Justicia pueda abrir un frente nuevo de demandas.
Nadie quiere otra larga fila de acreedores litigando contra el Tesoro argentino por no haberle pagado los intereses correspondientes de los bonos ajustados por el coeficiente CER, un índice similar a la inflación.