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En su "peor momento", Macri pone a prueba capital político
El jefe de Gabinete admitió que el gobierno atraviesa su situación más compleja tras devaluar para salir del cepo y aplicar una fuerte alza de tarifas. El presidente busca instalar que viene un mejor escenario
25 de mayo de 2016
Tras vetar la ley antidespidos, Mauricio Macri parece decidido a profundizar un modelo económico que promete resultados recién a mediano plazo pero que en lo inmediato representa un ajuste de enormes proporciones, capaz de poner a prueba su capital político.
El problema es que su plan atraviesa el "peor momento", según admitió el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
El presidente admite que al vetar la ley de emergencia ocupacional se terminará de enemistar con la dirigencia sindical, con la cual mantuvo una tensa reunión en la Casa Rosada.
También se arriesga a soportar el primer paro nacional de su corta gestión.
Aún así, le dice a sus colaboradores estar convencido de que este es el camino para volver a la senda del crecimiento.
"Argentina hace cinco años que no puede generar empleo, no es problema de esta coyuntura", repite a quien lo escuche.
El presidente pretende distanciarse cada vez más del modelo imperante en el kirchnerismo, que se radicalizó durante el último mandato de Cristina Fernández, con un asfixiante intervencionismo estatal.
Para Macri, el modelo kirchnerista buscaba coartar la capacidad creativa de la gente: "Creen que los argentinos no podemos vivir en libertad y por eso nos proponen leyes que congelan el empleo, cepos al trabajo, sin importarles todos aquellos que hoy trabajan en negro o no tiene trabajo, y sin importarles que esa ley va a traer más pobreza", dijo ante operarios de Cresta Roja, la primera planta recuperada durante el macrismo.
Macri insiste en que este es el camino hacia la "Pobreza Cero", y reconoce que deberá recorrerse un sendero hostil y plagado de inconvenientes.
Asegura que Cristina dejó un "campo minado" que deberá ir desarmando, no sin riesgo de provocar algunas explosiones.
A sus colaboradores les viene asegurando que no llegó a hacer demagogia a la Casa Rosada sino a implementar las medidas que, considera, le hacen falta a la Argentina para retomar la senda del crecimiento genuino.
El empresariado viene recibiendo con buen tono las medidas adoptadas por el líder de Cambiemos, aunque existe preocupación por el crecimiento de las tensiones sociales, con protestas en aumento.
Incluso, sectores como el de la construcción observan un escenario de recuperación, con alzas en la solicitud de permisos y aseguran que en mayo empezó a revertirse la caída del sector.
Al menos ese es el panorama descripto por la Cámara Argentina de la Construcción.
En los mercados también describen un panorama optimista: para el presidente de la Bolsa porteña, Adelmo Gabbi, en el segundo semestre del año "van a llegar inversiones productivas" y la inflación bajará.
Pero un dato que recorre los pasillos del Ministerio de Hacienda enciende algunas alarmas.
Refleja que la economía demorará más de lo previsto en mejorar su rumbo.
Ahora se prevé que se empezará a encarrilar recién hacia el último trimestre del año, en lugar de en el segundo semestre como se sostenía hasta ahora.
El problema es que la disparada de precios se convirtió en una fábrica descomunal de pobreza, y que hay millones de personas que la están pasando muy mal.
Habrá que ver si la paciencia de los sectores más postergados es capaz de tolerar un ajuste de enormes proporciones, al que ya no se puede disimular con el término "sinceramiento".