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Crecen los procedimientos por ovodonación
Uno de cada cuatro procedimientos de fertilidad se realiza con óvulos donados
8 de junio de 2019
Según estimaciones de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR), entre el 25 y el 30 por ciento de los procedimientos de fertilidad asistida en nuestro país requiere de la utilización de óvulos donados, lo que representa 1 de cada 4 procedimientos de alta complejidad. Esta situación, en gran medida, se produce porque -en promedio- las mujeres concurren a su primera consulta por problemas de fertilidad a los 38 años, cuando la viabilidad de sus propios óvulos ha decaído notablemente.
Preocupados por esta situación, desde SAMeR, en conjunto con la Asociación Civil Concebir, en pleno marco del Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad, que se conmemora en junio, hicieron un llamado a aumentar la conciencia sobre el cuidado de la fertilidad y a la importancia de que las mujeres que puedan sospechar un problema de este tipo, no demoren la consulta, ya que cuanto más jóvenes sean los óvulos, mejores serán las chances de éxito en los tratamientos.
“La primera indicación de ovodonación hoy, en el 65% de nuestra casuística nacional, responde a mujeres que fallaron con sus propios óvulos en los procedimientos de fertilización in vitro (FIV). Estas mujeres, generalmente de alrededor de 40 años, luego de varios intentos, entran en lista de espera para ovodonación”, afirmó la Dra. Stella Lancuba, médica especialista en Salud Reproductiva y presidente de SAMeR.
La tasa de éxito promedio de los tratamiento por ovodonación mediante FIV convencionales está en el orden del 45 por ciento, valor que trepa al 70 u 80% en los casos en los que se realiza un test genético preimplantacional, un procedimiento que permite seleccionar los embriones más aptos.
“La funcionalidad ovárica puede perderse también en forma temprana debido a múltiples causas, como genéticas, tratamientos inmunológicos, quimioterapia, radioterapia y cirugías o causas desconocidas. Para muchas de ellas, la Medicina cuenta con la posibilidad de preservar la fertilidad antes del tratamiento médico, a través de la vitrificación”, agregó la Dra. Lancuba.
A partir de la sanción de la Ley Nacional de Fertilización Asistida (n° 26.862), se observó una demanda contenida de la población de gente que no había tenido acceso a los tratamientos ya sea por factores culturales o económicos. Entonces, se incrementaron los pedidos de procedimientos con óvulos propios de mujeres de entre 40 y 60 años, mientras que hoy ya se sabe que las intervenciones son altamente ineficientes en mujeres de más de 42 años. “Las mujeres mayores de 40 años con óvulos propios presentan menos efectividad clínica, baja tasa de embarazo y elevadas tasas de abortos espontáneos”, advirtió la Dra. Lancuba.
Hoy, la ley introdujo una reglamentación que limita la cobertura con óvulos propios hasta los 43 años y 364 días, mientras que cubre los procedimientos con óvulos donados desde los 44 años hasta los 50. La norma también establece que la donación sigue siendo anónima, con el objetivo de resguardar la identidad de la donante, pero eso no significa que no se conozca, ya que figura en las historias clínicas de cada Centro. El día de mañana, cuando el niño sea mayor de edad, si lo desea, tiene derecho a conocer la identidad de su donante.
Las mujeres que van a iniciar procedimientos por ovodonación suelen manifestar que no es el tipo de tratamiento que hubieran elegido en primera instancia para lograr formar su familia y formulan preguntas sobre los parecidos y sobre el tipo de estudios que les hacen a las donantes, cómo las reclutan, cuál es su procedencia en términos socioculturales, si son cuidadas durante el proceso de donación, cuál es la motivación, si reciben alguna compensación económica etc.
“Aceptar la ovodonación es un proceso que lleva tiempo, muchas veces deben atravesar un ‘duelo genético’, que -en algunos casos- podría llegar hasta comienzo del embarazo. Nosotras -desde Concebir- les aconsejamos que hagan ese duelo genético antes de iniciar el tratamiento de ovodonación, para poder disfrutar plenamente del embarazo. Sabemos que a partir del nacimiento todo se resignifica, quedando atrás cualquier viejo fantasma. Luego, todas manifiestan el deseo de agradecer a las donantes”, manifestó Gisela de Antón, presidenta de Concebir y también mamá a través de técnicas de ovodonación.
“Siempre aconsejamos hablarles a sus hijos con la verdad, desde el minuto cero, porque tienen derecho a saberlo y debe ser algo natural. El derecho de identidad de los nacidos es prioritario en este tipo de procesos. Serán ellos quienes decidan en el futuro contarlo o no a sus amistades”, insistió la Sra. de Antón.
Respecto de las características físicas, “se hace una selección donante-receptor para coincidir en aspectos como la altura, color de ojos y de tez, requisitos sumamente demandados por los pacientes”, refirió la Dra. Lancuba.
En cuanto al riesgo de tener un niño afectado por algún problema de salud, la especialista subrayó que “es exactamente igual al de la población general o al que tenía la mamá a la edad de la donante. Si la mamá tiene 50 años, tendrá un riesgo similar al que ella tenía a la edad de la donante (menor de 35)”.
Existen criterios específicos para la selección de las donantes: deben ser sanas, menores de 35 años y preferentemente de fertilidad comprobada. Las motivaciones son de dos tipos: la económica y la solidaria. La económica existe siempre, ya que se debe recompensar a una joven que deja de trabajar, tiene que viajar, aplicarse inyecciones y someterse a un procedimiento, pero el desafío es buscar que también haya una motivación solidaria.
“La Argentina -a nivel nacional- tiene una gran asignatura pendiente, que es la creación de una institución que promueva la donación de gametas y que contribuya a organizar este sistema”, insistió la Dra. Lancuba.
El caso de Gisela
“Luego de tres intentos de baja complejidad y un tratamiento de fertilización in vitro con óvulos propios, vi la posibilidad de la ovodonación y la tomé enseguida. No me importaba el parecido, sabía que ser mamá pasaba por otro lado. En ese entonces, todavía no estaba la ley y hacíamos rifas con nuestros amigos y en nuestros trabajos para juntar el dinero para los tratamientos. Finalmente, en el sexto intento, a los 43 años, nació mi hija, en enero de 2016. Llamativamente, y sin ser algo que me interesara a la hora de realizar la ovodonación, mi hija ¡es muy, muy parecida a mi mamá en rasgos y gestos!”, relató entusiasmada Gisela de Antón, mamá de Felicitas.
“A los 34 años, detecté mi problema (baja reserva ovárica y de mala calidad) y comencé con la búsqueda de la maternidad. Cada tratamiento negativo me hacía pensar que se estaba acercando el positivo. Cuando fui mamá, la alegría fue indescriptible”, concluyó.