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Preocupa disparada de precios "descuidados"
La escalada de precios no cede a pesar de los esfuerzos del gobierno por ponerlos en caja, lo cual presiona sobre las paritarias y genera incertidumbre en decisiones de inversión y consumo para este año
3 de marzo de 2014
Es el tema que más preocupa a la gente desde hace meses. La escalada de precios no cede a pesar de los esfuerzos del gobierno por ponerlos en caja, lo cual presiona sobre las paritarias y genera incertidumbre en decisiones de inversión y consumo. Estas tensiones se profundizarían en las próximas semanas si el gobierno anuncia la eliminación de subsidios a la luz y el gas para distintas zonas de Capital y el conurbano, como adelantó el ministro de Economía, Axel Kicillof.
El gobierno espera que los usuarios acepten esa decisión -que en promedio puede multiplicar por cuatro sus facturas- calladitos.
"No los quiero ver protestando en las calles", desafió el ministro, en una frase entre graciosa y provocadora, fiel al estilo descontracturado del funcionario enemigo de la corbatas.
A esta altura de los acontecimientos, los funcionarios corren detrás de los hechos consumados, y tratan de retrotraer remarcaciones como pueden, en una estrategia de día a día que rinde escasos frutos.
Así, mientras el secretario de Comercio, Augusto Costa, trata de poner en caja a laboratorios medicinales, las alimenticias le remarcan casi todos los "precios descuidados", un ingenioso término acuñado por la sabiduría popular que ya se escucha en las colas de supermercados.
Son unos 10 mil productos librados a la voluntad de los formadores de precios, y casi todos cotizan hacia arriba, salvo contadas excepciones.
La tarea de Costa y su gente es ciclópea, pero la impresión es que existe una problema macroeconómico que está más allá de los controles micro que pueda aplicar el Estado.
El gobierno aún no logra convencer a los industriales de que hay estabilidad a largo plazo, y estos remarcan a destajo.
La canasta elaborada por Consumidores Libres en supermercados y negocios minoristas de la ciudad de Buenos Aires subió 3,96% en febrero y acumula casi 8% en el año.
Es apenas un muestreo, pero lo interesante es que siempre se relevan los mismos 38 productos en los supermercados Coto y Plaza VEA, y en centros de abastecimiento de los barrios de La Boca, Caballito, Liniers y Pompeya, lo cual permite hacer una comparación certera.
El otro dato que arrojó ese relevamiento es que los módicos productos que integran la canasta de precios cuidados no mostraron variaciones en los supermercados, pero sí aumentaron en almacenes y otro de tipo de comercios de proximidad, aquellos a los que hay que acudir cuando ocurre una emergencia.
Uno de los problemas macro los creó la devaluación forzada por el mercado, que orilló el 23% en enero, mientras el dólar marginal presionaba a fondo.
Fue una clara "devaluación sin plan", que ahora Kicillof y su gente tratan de ordenar como pueden.
El otro problema está vinculado con el desequilibrio fiscal y la fuerte caída en el superávit comercial.
En este escenario, el jefe del BCRA, Juan Carlos Fábrega, trata de aportar ortodoxia secando la plaza de pesos, para que esos fondos no se terminen yendo a las cuevas a buscar dólares, lo cual explica la baja de 50 centavos en la cotización del dólar blue en la semana.
El gobierno celebra esa caída a pesar de que antes ninguneó la existencia de ese mercado. Ahora que cotiza en baja parece que sí existe.
Es dudoso saber si el equipo de Kicillof creyó alguna vez que con acordar 194 precios de unos 150 productos iba a alcanzar para frenar la inflación.
Sonó más a una estrategia de marketing político que buscaba descomprimir las llamadas "tensiones de precios", un término que le gusta utilizar al ministro para evitar el uso de la palabra inflación.
Kicillof machaca con que en la Argentina no hay inflación porque, sostiene, hay precios que suben y otros que "bajan".
Los primeros los sufren a diario los consumidores. Los otros sólo parecen figurar en el supermercado de Parque Chas que suele visitar los fines de semana con su changuito el ministro del que muchos esperan milagros.