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Cristina busca cómo atacar la inflación
Un eje de preocupación de la Casa Rosada es descubrir la razón por la cual, a pesar de que el crecimiento económico se frenó en el 2012, los precios continuaron subiendo. La emisión es una de las causas
16 de enero de 2013
El gobierno parece decidido a lanzar una ofensiva para bajar las expectativas inflacionarias, operando sobre formadores de precios y gobernadores e intendentes que quieren subir impuestos, y así evitar que se siga recalentando el costo de vida en este 2013. Un eje de preocupación de la Casa Rosada es descubrir la razón por la cual, a pesar de que el crecimiento económico se frenó en el 2012, los precios continuaron subiendo, y reflejaron un pico de alza este verano, donde los lugares de veraneo se convirtieron en un calvario para los sufridos bolsillos de los argentinos.
La pregunta no ha podido ser respondida en forma consistente por las principales espadas que tiene la presidenta, con el cada vez más poderoso viceministro Axel Kicillof a la cabeza, porque el funcionario aún no pudo conciliar su teoría blindada con la realidad que le devuelve la calle.
El gobernador Daniel Scioli fue el primero en reconocer el problema, cuando le pidió a los comerciantes de la costa "no matar a la gallina de los huevos de oro", es decir, no tratar de exprimir a los turistas que elegían veranear aquí, en muchos casos porque el cepo cambiario les impidió irse al exterior.
Es un viejo problema de la Argentina: se aprovechan medidas proteccionistas, para mejorar la rentabilidad, abusando del alza de precios, como viene ocurriendo en sectores como la industria del calzado y de la indumentaria, entre muchas otras.
El jueves, en su primer discurso del año en la Casa Rosada -y por cadena nacional-, la presidenta Cristina Fernández repitió con exactitud la misma frase del gobernador sobre las gallinas y los huevos de oro, aunque sin citar la fuente, que aplaudía a su lado.
El gobierno, que desconoce la inflación a través de la manipulación de cifras que hace el INDEC, también es responsable de la disparada de precios en los centros turísticos, porque le puso un límite muy claro a la chance de la gente para elegir donde irse de vacaciones.
La rotura del termómetro que mide la temperatura, el cierre de las importaciones, pero también la prohibición de comprar divisas, trastornó a tal punto la economía que literalmente "cada quien cobra lo que se le da la gana", y usuarios y consumidores ya no saben qué es caro y qué barato en el país.
La razón es que se perdió una de las nociones más importantes de la economía: tener idea de lo que cuestan los bienes y servicios para tomar decisiones con información relevante.
La gente ya no puede distinguir con precisión si un producto está caro o barato, o si vale la pena pagar lo que se pide por un servicio, porque la economía está a la deriva en materia de precios.
A tal punto que la presidenta Cristina Fernández se vio obligada a abordar por primera vez un tema que venía obviando desde hace años en sus discursos, pero que parece decidida a afrontar con toda su fuerza desde el arranque mismo de este 2013: el alza desmesurada de precios.
El reconocimiento de la mandataria de que existe la inflación, aunque ni siquiera mencione por ahora la palabra, representó una novedad y despertó la expectativa de que su administración podría decidirse a frenar en serio las expectativas inflacionarias.
Las palabras de Cristina también pegan en la línea de flotación del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno -uno de sus funcionarios preferidos-, pero que no parece haber acertado en su política de tratar de frenar la escalada de precios a grito pelado y amenazas.
El problema que afronta el discurso presidencial es que, por ahora, parece percibir todas las culpas de la escalada de precios en los otros, y no se hace cargo de las propias.
Así, a la hora de buscar culpables, Cristina sugirió que los gobernadores Daniel Scioli, José Manuel de la Sota y Mauricio Macri contribuyen a fomentar la inflación a través de la suba de tasas y tarifas.
Con la misma lógica toreó a los intendentes que, ante la necesidad de cada vez más fondos por los aumentos en sus costos, pretenden cobrar una tasa municipal en naftas y GNC.
Pero antes de ver la paja en el ojo ajeno, Cristina debería mirar la viga en el propio.
Una de las principales razones de la inflación sería que la emisión monetaria alcanzó niveles estratosféricos para alimentar la disparada desmesurada del gasto estatal, que subió 35 por ciento en noviembre.
En buena medida porque, también el gobierno nacional, sufre las consecuencias de la inflación en bienes y servicios, que recién ahora parece animarse a reconocer.