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Una de cada tres galletitas contiene grasas trans
Las grasas trans aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. En Argentina, una ley indica que para diciembre de 2014 deben eliminarse de los alimentos.
20 de junio de 2014
FIC Argentina, organización sin fines de lucro que promueve políticas para prevenir enfermedades crónicas no transmisibles, realizó una investigación sobre 878 productos que tienen grasa en su composición, que detectó que de un total de 225 tipos de galletitas evaluadas, 1 de cada 3 contiene grasas trans.
Las grasas trans se obtienen mediante un proceso industrial de hidrogenación de aceites de origen vegetal y se utilizan en los procesos de producción porque ofrecen ciertas ventajas para las industrias de alimentos, (como la mayor conservación, mayor solidez, entre otras).
Sin embargo, se ha comprobado que su consumo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el infarto. Por esto, la Declaración de Río de Janeiro “América Libre de Grasas Trans” en el año 2008 recomendó su sustitución.
Según tipo de galletita, el estudio de FIC Argentina mostró que el 68% de las galletitas dulces rellenas tiene grasas trans. Le siguen los bizcochos y galletitas variadas con un 62%, Luego, las galletitas dulces secas con un 24%, las crackers o galletitas de agua con un 10% y en último lugar las galletas de arroz con un 5%.
Según datos de Euromonitor International, Argentina lidera el consumo per cápita de galletitas en América y es uno de las más altos del mundo, con cifras de 10.1 kilos per cápita al año. Esto se debe a que en nuestro país las galletitas son una parte de la dieta diaria pues se consumen tanto en el almuerzo y la cena, como en el desayuno y la merienda.
Según datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada por el Ministerio de Salud de la Nación en 2005, los niños y niñas de 6 a 23 meses consumen un promedio de 27,4 gramos diarios de galletitas dulces secas y de 2 a 5 años, 45,4 gramos diarios, lo cual significa un aporte de 1,04 gramos y 1,27 gramos de grasas trans por día, respectivamente.
Es decir que solo con el consumo de galletitas se cubre la mitad del límite máximo de grasas trans que recomienda la Organización Mundial de la Salud por día (2,2 gramos por día). En mujeres de 10 a 49 años, el consumo promedio de crackers o galletitas de agua es de 39,2 gramos diarios, lo cual significa un aporte de 0,65 gramos de grasas trans y se cubre un 30% del límite máximo recomendado.
En 2010 el Ministerio de Salud de la Nación lanzó la campaña “Argentina 2014 libre de grasas trans” para informar a la población sobre los efectos nocivos del consumo de grasas trans y lograr que todas las empresas de alimentos realicen las modificaciones tecnológicas necesarias para adecuarse al nuevo artículo establecido en el Código Alimentario Argentino referente a grasas trans.
El artículo exige la restricción del contenido de grasas trans en los alimentos industrializados de acuerdo a estándares internacionales, estipulando que no debe ser mayor a 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo y a 5% del total de grasas en el resto de los alimentos. La fecha límite para que las industrias cumplan con esta restricción venció en el 2012 para los aceites y margarinas y alcanzará a los demás alimentos en diciembre del 2014.
La investigación de FIC Argentina mostró que las margarinas analizadas ya han logrado eliminar sus contenidos de grasas trans y que hay categorías de alimentos que no presentan contenidos de grasas trans, como tapas de empanadas, tapas de pascualinas, sopas y chocolates en polvo. Sin embargo, de la muestra analizada, el 20,7% de los alimentos todavía contienen grasas trans.
De estos, la mayoría superan el límite máximo establecido por el Código Alimentario Argentino que entrará en vigencia en diciembre de 2014. Además de las galletitas, las categorías con mayor cantidad de productos con grasas trans son: baños de repostería (83,3%), alfajores (28,6%), productos de panadería (budines, grisines, masitas) (31,6%), y los platos listos como arroces y pastas (27,8%).
“El uso de grasas trans en los alimentos es una preocupación a nivel mundial ya que su consumo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y genera grandes gastos para los sistemas de salud de los Estados. Nuestra investigación muestra que una buena parte de los alimentos consumidos por los argentinos, especialmente los niños, todavía contienen grasas trans. Para garantizar la efectiva implementación de la modificación del código alimentario, será necesario que la industria alimenticia adapte sus procesos de producción para diciembre y se pueda mejorar así la calidad nutricional de los alimentos industrializados. Esta política de salud pública constituye un paso clave para prevenir discapacidades y muertes por enfermedades crónicas y mejorar la calidad de vida de la población”, comenta Lorena Allemandi, investigadora de FIC Argentina.
El consumo de grasas trans eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares - primera causa de muerte en Argentina y en el mundo -, de muerte súbita de origen cardíaco y de diabetes. Esto se debe a que las grasas trans incrementan el colesterol LDL (conocido como colesterol “malo”) y disminuyen el colesterol HDL (colesterol “bueno”).
Según la Organización Mundial de la Salud, una ingesta diaria de 5 gramos de grasas trans aumenta en un 25% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Tal es la dimensión del problema sanitario que ocasiona el consumo de grasas trans que la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud y la comunidad científica toda, acuerdan que las grasas trans deben eliminarse del proceso industrial de la elaboración de alimentos para proteger la salud pública.