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La UIA y las Pymes, en un nuevo escenario
8 de diciembre de 2009
Si no se rompió por lo menos se dobló. Así parece haber quedado la UIA después del tono de confrontación que dominó la conferencia anual de la central empresaria en el Sheraton de Pilar.
Aunque muchos saludaron la postura con algarabía, para las Pymes estuvo lejos de ser una buena noticia. No sólo porque se escucharon opiniones contrarias al modelo económico en curso, que la mayoría de los sectores de la actividad consideran el más industrialista de las últimas décadas, sino porque además la UIA a menudo ha sido vehículo del lobby Pyme, que por cierto no siempre coincide con el de las Grandes Empresas.
Aquí parece estar el nudo de la cuestión: la UIA se arroga, con algún grado de razón, la representatividad de las pequeñas y medianas industrias pero convive con grandes compañías e incluso multinacionales.
No se descubre nada si se agrega que allí coinciden empresarios que agradecen las medidas de protección comercial de los últimos tiempos con los que sufren el recorte de las importaciones, o los que dependen del comercio con Brasil o con China y los que quieren acotar el intercambio con esos países.
Los expertos en management suelen decir que alcanzar el equilibrio en cualquier gestión requiere de un arte que no está a la altura de todo el mundo, de donde se infiere que la falta de esa condición puede dejar en evidencia las contradicciones subyacentes al consenso inicial de una línea gerencial.
Durante los festejos por el Día de la Industria, se dijo que desde la década del 60 que el sector no tenia un crecimiento como el del último lustro y Héctor Méndez, el actual presidente de la UIA, un mediano empresario, suele reconocer los avances en materia de política industrial de este tiempo. Pero está visto que en el seno de la mesa directiva ha empezado a resignar poder, en principio por cuestiones más ideológicas que de política sectorial.
De halcones y palomas
Según un ex directivo de la institución con sede en Avenida de Mayo, lo ocurrido en Pilar “es algo que se veía venir: aunque el panorama aclara por el lado de la economía, sigue oscuro por el lado político y social. Y este clima lo aprovechan los halcones para pisar a las palomas”.
Otro empresario insinuó que hay una suerte de “obediencia debida” según” la cual los representantes de Grandes Empresas, como Fiat, General Deheza y Arcor, entre otras, le estarían imponiendo la agenda y las prioridades a los Pymes del comité directivo.
La UIA agrupa a 100 mil establecimientos industriales a través de un vasto espectro de entidades de primer y segundo grado de todo el país y el 99% de sus asociados son pequeños y medianos empresarios.
Esto explica en definitiva porqué una parte importante de las acciones corporativas de la entidad estén destinados a mejorar la competitividad de estas empresas. Allí figuran, entre otras un Plan de Desarrollo de cara al 2016, con eje en las Pymes y las cadenas de valor, el apoyo y promoción del Observatorio Pyme, principal usina de información de la realidad de este segmento industrial. Y una amplia estructura asistencial, que bien podría ser un modelo a seguir, con programas como el de Fortalecimiento de las capacidades de innovación; el de consolidación de clusters, y de promoción del Financiamiento y de las Exportaciones, Antena Tecnológica, etc.
Si de demandas se trata la UIA ha hecho suya proyectos como el Código Laboral para Pymes, la reforma de la Ley de Riesgo de Trabajo y la ley que propone la desgravación impositiva para las Pymes que reinviertan utilidades.
Todo muy lindo y a la medida de estas empresas, pero convengamos que todos estos esfuerzos y reclamos se verían diluidos de no darse un marco político en favor de la producción y el empleo, con eje en la actividad industrial.
Que estas demandas siguen siendo asignaturas pendientes del Gobierno está fuera de de discusión, como tampoco hay dudas de que es el lobby de los grandes intereses el que mete la cola para trabar algunos proyectos.
Basta un ejemplo para entender la situación: en medio del achique que afronta el sector autopartista (en los ‘70 tenia una participación de casi el 95% en la producción de vehículos local, y hoy se ubica en torno al 20%), la política de incentivos para el complejo automotriz está fuertemente sesgada a favor de las terminales.
Y recordemos que en la UIA convergen representantes de los unos y los otros.
Nada más lejos de Ravel.
Tampoco se trata de pensar que la UIA concentra todas las contradicciones del espectro gremial empresario. Sin ir más lejos en el último coloquio de IDEA los empresarios votaron a Domingo Cavallo y a Roberto Lavagna como los mejores ministros de economía de las últimas décadas. No hace falta abundar en detalles para descubrir que la coherencia es un valor escaso en las manifestaciones corporativas de estos tiempos.
Es probable que estas expresiones obedezcan en última instancia al clima político enrarecido y al malestar social, que no hace más que engrosar el coro opositor. Pero también es probable que muchos empiecen a posicionarse de cara a un año que, dicen, viene con crecimiento económico y con una nueva vuelta de tuerca en la puja distributiva.
No olvidemos que en un par de meses empezará a hablarse de paritarias, y tampoco olvidemos que la relación con países como Brasil y China, - a esta altura socios claves- arrastra un desgaste significativo a causa de las barreras proteccionistas en defensa de la industria y el empleo nacional. .
Tres temas que difícilmente suenen a música en las reuniones del Comité Ejecutivo de la UIA. Alguna vez Héctor Méndez, actual titular de la central industrial, dijo que la “UIA nació Pyme”. Y es probable. El problema es que cada tanto algunos directivos se olvidan de los orígenes de la entidad.