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Muy pocas pymes llegan a grandes empresas
1 de noviembre de 2006
Si bien no hay estadísticas precisas, es innegable que muy pocas Pymes llegan a ser grandes empresas. También son contados los pequeños o medianos empresarios que se proponen tener una gran empresa con el tiempo, independientemente de la coyuntura económica y de la marcha de los negocios.
La pregunta es: ¿es natural que así sea?
“Sacando los casos de especulación coyuntural, lo normal, al menos desde la teoría es que quien funda una empresa, la piense para que crezca y lo trascienda, pero claro, no siempre es así”, afirma Gustavo Tondi, ex director del Centro de Estudios de la Pequeña y Mediana Empresa de la UBA y CEO de EXCOR Business Consultants, Inc. de Miami.
Con todo, los beneficios de las grandes empresas para la sociedad y la economía del país es materia opinable y suele discutirse en ámbitos académicos; de hecho se sabe que en proporción, las Pymes crean más empleo. Pero hay un dato que no debería faltar en esa discusión: en Italia –país de alta densidad Pyme, si lo hay- los especialistas coinciden que la falta de grandes empresas explica la creciente vulnerabilidad de esa economía a la impiadosa competencia china.
Así, a nadie debería sorprender que la conclusión se replique a la brevedad en la Argentina, instalando a partir de allí una ronda de interrogantes acerca de las posibles razones de esta situación. Que muy pocas Pymes lleguen a ser grandes empresas, se debe al tamaño de los mercados? ¿A la falta de previsibilidad económica o a las históricas dificultades del segmento para financiarse? O en realidad es por falta de disposición empresaria?
Desde luego que la Argentina no ha sido precisamente el paraíso de los negocios en las últimas décadas, pero ocurre que en el mismo escenario algunas empresas lograron ponerse los pantalones largos y pisar fuerte, incluso, en los mercados internacionales más competitivos.
Firmas como Basso, Taranto o Micro Automación, por citar algunos ejemplos, fueron Pymes hasta hace pocos años y dieron el salto cualitativo en los peores momentos de la industria nacional, casualmente mientras bajaban sus persianas miles de sus pares.
“Comparto la idea de que es un fenómeno extendido y que en general la Pyme ve como imposible su proyección a gran empresa. Creo que las causas pueden ser varias, a partir de limitantes de tipo psicológicos, culturales y sociales”, afirma Jorge Hambra, presidente del Club Argentino de Negocios de Familia y titular de la consultora Joh-Psicotecnia.
Volar bajo
“En Asia, la tasa de natalidad empresarial es semejante a la de Argentina. Sin embargo en Asia las empresas se hacen grandes y aquí se quedan enanas. . Pero cómo pueden crecer las empresas en un ambiente donde no existe el crédito”, se pregunta Vicente Donato, director de Fundación Observatorio Pyme, y agrega: “en la Argentina el crédito al sector privado representa la misma proporción del PBI que en algunos países de Africa. Es totalmente anormal”.
Por su parte, Raúl Zylberstein, presidente de la Cámara Industrial de Manufacturas del Cuero y Afines (CIMA) afirma que “nadie es chico porque quiere, sino porque las políticas económicas hostiles le han impedido crecer”.
Es cierto: qué emprendedor podía soñar con llegar a conducir una gran empresa en las últimas décadas, si cuando no enfrentaba recesiones, tenía que lidiar contra formidables escaladas de precios, aperturas indiscriminadas o tipos de cambio poco o nada competitivos y además, escaso crédito. Por eso, la mayoría de los empresarios no tuvo otro objetivo que sobrevivir. Y con eso se conformó.
“Si bien hoy existe cierta previsibilidad en algunas de las variables económicas, está subyacente el temor a que se repitan sucesos traumáticos del pasado, que inhiben a pensar en una estrategia de crecimiento. Pero muchas empresas nacieron como resultado de la necesidad de generar autoempleo, lo cual acota los objetivos de largo plazo. Y puede haber temor a perder el control a causa del crecimiento e incluso temor al éxito", afirma Tondi.
El especialista advierte que este “volar bajo” de la mayor parte de las Pymes locales, “privilegia el corto plazo en detrimento del largo plazo y hay que tener en cuenta que la comodidad de hoy debilita las posibilidades de existencia en el futuro”
Para Jorge Hambra “en la sociedad está arraigada la creencia de que es peligroso sobredimensionarse y que la persona que triunfa en los negocios no es vista como alguien a imitar sino como un traficante a quien no se le puede probar su culpabilidad. Por supuesto que no menos importante es la inestabilidad política y económica, que desalienta inversiones de largo plazo y la toma de riesgos”.
Según este consultor si estas y otras cuestiones, de sesgo psicológico y cultural, fueran distintas “se abrirían más mercados, el crédito sería barato y habrían muchas más empresas como Arcor, AGD o TN&Platex, que vienen creciendo a tasas increíbles”.
Lo dicho: sólo unas pocas llegan a grandes. Pero ¿en qué se diferencian de las otras?
Semejanzas y diferencias.
Hay por lo menos dos elementos en común entre las empresas que fueron Pymes y hoy juegan en primera: en primer lugar innovaron y se especializaron y en segundo se internacionalizaron. Es probable que también todas ellas hayan gestionado en términos estratégicos, atendiendo la coyuntura sin descuidar el mediano y largo plazo y es posible, por cierto, que hayan contado con espaldas financieras y comerciales más robustas que las de la mayoría
Y si de las diferencias entre las que llegaron a grandes y las otras se trata, los especialistas desgranan una lista de razones, donde no faltan factores inherentes a la “fisiología” empresaria; a la visión estratégica y capacidad de arriesgar, así como de la ‘mala suerte’ de jugar en mercados en los que eran fuertes Brasil o China. Tampoco descartan la posible falta de interés “porque así estoy bien y crecer es complicado”.
Marcelo Fernández, presidente de la Confederación General Económica (CGE) asegura que “toda posibilidad de desarrollo para la empresa es bienvenida, pero convertirse en una gran empresa trae otros requerimientos y consecuencias: es importante tener previsibilidad, un proyecto y una posibilidad de desarrollo continuo”.
Por lo demás está claro que darle alas a la empresa entraña, también, un acto de voluntad del/los accionista/s en tanto se debe invertir y tomar decisiones claves, como la de delegar funciones y responsabilidades, en respuesta a la creciente complejidad de la gestión.
Higinio Ridolfi, presidente de Micro Automación, una empresa que de micro solo tiene el nombre, afirma que “si el emprendedor aspira a algo importante y logra tener una visión a distancia y mirar en positivo, puede lograr su propósito. Tiene que saber delegar, aunque es muy difícil llevar a la práctica este verbo, porque se puede delegar trabajo, pero las ideas y las iniciativas no son fácilmente delegables”, dijo.