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Hiperplasia Prostática: nuevo tratamiento
Durante la XXI Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo, se presentó nuevo tratamiento para la Hiperplasia Prostática Benigna: embolización.
15 de diciembre de 2011
Durante la XXI Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo, se presentó nuevo tratamiento para la Hiperplasia Prostática Benigna: embolización. La hiperplasia prostática benigna (HPB), también llamada adenoma prostático es una de las enfermedades más comunes en los hombres de edad y cuando se asocia a síntomas del tracto urinario inferior tiene importante impacto en la calidad de vida. Comienza a aparecer a los 40 años de edad, siendo más común a partir de los 60 años. Afecta a una 50% de los hombres de 60 años y 90 % de los hombres entre 70 y 80 años
El crecimiento de la próstata comprime la uretra (canal por donde se elimina la orina de la vejiga), determinando una serie de síntomas urinarios. Esos síntomas son clasificados en obstructivos o irritativos. Los más comunes son levantarse varias veces a la noche para orinar, ardor al orinar, urgencia para orinar, disminución de la fuerza y el calibre del flujo urinario, sensación de no haber vaciado completamente la vejiga luego de orinar, orinar en dos tiempos, deseo imperioso de orinar, aumento del número de micciones, orina sanguinolenta, pérdida urinaria al final de la micción, disminución del volumen de eyaculación o incapacidad para comenzar a orinar espontáneamente (Retención Urinaria)
Clásicamente los síntomas son la base para la evaluación de la obstrucción del tracto urinario inferior, indicación para el tratamiento y evaluación de los resultados terapéuticos. Clásicamente se utiliza una clasificación (International Prostatic Symptoms Score) para evaluar a los pacientes con síntomas relacionados a la hiperplasia prostática benigna. Los síntomas son considerados leves para valores entre 0 y 7, moderados entre 8 y 19 y severos entre 20 y graves entre 20 y 35.
Es importante considerar que la aplicación de scores de síntomas no sustituyen el examen médico y la relación médico-paciente para la cuantificación de los síntomas y la evaluación del impacto sobre la calidad de vida.
Entre los exámenes de imagen, la ecografía prostática brinda importantes informaciones sobre el tamaño de la próstata y su configuración. La próstata normal mide aproximadamente 20 gramos y tiene una forma variable. La presencia de un lóbulo medio se asocia a obstrucción mecánica y es indicación de tratamiento, aunque el tamaño global de la glándula esté dentro de parámetros normales. También proporciona información de la morfología de la pared de la vejiga permitiendo evaluar las alteraciones crónicas secundarias a haber padecido un obstrucción de larga data, necesitando de un gran esfuerzo de la musculatura de la vejiga para poder ser vaciada. Este conjunto de alteraciones es conocida como vejiga de esfuerzo.
En los últimos años ha sido muy valorizada el uso de la resonancia magnética, principalmente con la intención de detectar precozmente del cáncer prostático. El examen permite realzar las características morfológicas de la próstata y establecer su volumen con precisión.
Las opciones para el manejo del paciente con hiperplasia prostática benigna incluyen la observación, la terapia farmacológica, las terapias mínimamente invasivas y los tratamientos quirúrgicos. La resección transuretral de próstata (RTU) es considerada el tratamiento patrón oro entre las terapias quirúrgicas, basándose en estudios clínicos randomizados con seguimientos a largo plazo. Tiene una mejoría de los síntomas de un 85% luego de un año y 75% luego de tres años, con una mejoría del flujo urinario cercano a un 95%, siendo menor que la obtenida con la cirugía a cielo abierto o convencional (Prostatectomía).
El procedimiento presenta contraindicaciones relativas como un volumen prostático superior a 80 cc, cálculos o divertículos vesicales o estenosis uretral. La RTU puede tener complicaciones perioperatorias o postoperatorias, inmediatas o tardías. Una hemorragia significativa puede ocurrir durante el acto quirúrgico (2,5%), ocasionando aveces una obstrucción vesical (3.3%) con necesidad de transfusiones.
La perforación de la cápsula de la próstata con pasaje de líquido al retroperitoeneo ocurre en un 2% de los casos, y ocasiona la suspensión de la cirugía y colocación de un catéter de drenaje. Un síndrome post RTU (2%) caracterizado por confusión mental, nauseas, vómitos, hipertensión, bradicardia y alteraciones visuales puede producirse y está relacionado con hiponatremia por absorción de liquido.
Incontinencia urinaria por lesión esfinteriana ocurre en 1% de los casos. Otra complicaciones tardías pueden ocurrir como eyaculación retrógrada (50%), disfunción eréctil (1% a 12%) que puede no estar en relación con el procedimiento, síntomas miccionales irritativos, contractura vesical, infección urinaria o hematuria recurrente.
Embolización para el tratamiento da la Hiperplasia Prostática Benigna
La embolización selectiva por cateterismo de las arterias prostáticas se había informado anteriormente, como un procedimiento seguro y eficaz para detener la hemorragia causada por los hemangiomas de próstata, los traumatismos, luego de la realización de una biopsia de próstata o post resección transuretral.
En un reporte de caso se describe un paciente de 76 años de edad con hematuria persistente debido a la HPB que fue sometido a una emboliación arterial, como resultado de este tratamiento el paciente experimentó una mejoría significativa en los síntomas obstructivos acompañada de una reducción del 40% en volumen de la próstata después de 12 meses.
Un informe preliminar de un trabajo Chino, se describe la embolización de la próstata como tratamiento primario para los síntomas de la HPB en 12 pacientes. Seis meses después de la embolización la cuantificación de los síntomas urinarios (IPSS) se redujo desde 24,2 hasta 4,8, el volumen de la próstata disminuyó 71% y el flujo de la orina de 9,6 a 18.9ml / s. Además, el estudio mostró que sólo hubo complicaciones menores.
Con base en esta información y en combinación con la seguridad y la eficacia observada por muchos años de la embolización de la arteria uterina como tratamiento para la proliferación relativamente similares de músculo liso y el estroma conocidos como fibromas uterinos ha sido la hipótesis de que la embolización de la arteria prostática puede ser un tratamiento eficaz primario para la hiperplasia prostática benigna. La embolización se puede realizar como un procedimiento ambulatorio, ya que sólo requiere una pequeña incisión en la ingle con anestesia local, no requiere anestesia general ni hospitalización y puede evitar las complicaciones asociadas con la resección transuretral.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Harvard realizaron un estudio experimental en seis perros de laboratorio, verificándose que la embolización de la protata causó una reducción del 40% en el tamaño de la próstata en el primer mes sin observarse complicaciones relacionadas con el método.
Mientras tanto, los investigadores españoles evaluaron la viabilidad y seguridad del método en un experimento en cerdos. En este experimento se encontró que el método llevado a una reducción considerable en el volumen de la próstata sin ningún cambio en la función sexual y eréctil después de tres meses.
El procedimiento consiste en colocar un catéter por la ingle que se lleva a cabo dentro de las arterias que se coloca de manera selectiva en las ramas que suministran sangre a la próstata. En esta posición pequeñas microesferas se inyectan a la que tiene como objetivo interrumpir la vascularización de la próstata y hacer que la reducción de su tamaño. El procedimiento es bien tolerado. Los pacientes pueden experimentar un ligero dolor en la pelvis que es usualmente calmado con analgésicos y pastillas anti-inflamatorias.
Durante la XXI Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo, se presentó nuevo tratamiento para la Hiperplasia Prostática Benigna: embolización.