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Distorsiones en el mercado laboral
3 de mayo de 2006
La disputa por los recursos humanos calificados distorsiona el mercado laboral.
A pesar de la caída que muestra la encuesta sobre demanda laboral insatisfecha del INDEC, en algunos sectores de la industria se profundiza el déficit de recursos humanos calificados.
La situación se repite en subsectores de la metalmecánica; la industria textil e indumentaria, del mueble y la madera, autopartistas y astilleros navales, entre otros.
Ante esta dificultad, hay empresarios que postergan inversiones en maquinaria; otros desisten de agregar un turno con nuevos trabajadores y se limitan a aumentar las horas extras y no faltan los que rechazan pedidos de compra por no poder cumplir con la demanda.
Pero también están los que se resisten a perder oportunidades y recurren a métodos poco convencionales.
En distintos sectores de la industria manufacturera es vox pópuli que las empresas han empezado a disputarse los trabajadores con mayor formación y experiencia.
En la volteada caen tanto empresas de la competencia, como proveedores o clientes de antigua relación comercial.
Tampoco se salvan las que resistieron la ‘onda del ajuste’ de los 90, que por haber logrado mantener su personal técnico hoy no deberían padecer este tipo de dificultades.
Además, la modalidad actúa desalentando la formación técnica en las propias empresas, que paradójicamente es la fórmula elegida para paliar la falta de operarios calificados.
La consecuencia es una presión sobre los salarios de los trabajadores más requeridos con un mínimo efecto ‘arrastre’ sobre el resto de las categorías del mismo oficio, que se traduce en una distorsión en las remuneraciones pocas veces vista, dicen en algunos sectores.
Paralelamente otra gran distorsión se establece entre los salarios que se pagan a trabajadores de una misma especialidad pero en distintas actividades.
Daniel Kostzer, economista de la subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, dice que se pasa por una compleja situación debido “a la pérdida de vigencia de las escuelas técnicas y a las estrategias cortoplacistas de las empresas que compraron la receta de la flexibilización laboral y del ahorro en capital humano y hoy sufren la falta de personal técnico especializado”.
Impacto sobre los salarios
Según INDEC, el porcentaje de empresas que no encontró trabajadores con las capacidades buscadas se redujo de 15,4% a 13,2% en el último trimestre del año pasado.
El 50,9% de esos requerimientos estaba orientado a la búsqueda de personal con calificación operativa y el 17,6% con calificación técnica.
El 73% de los pedidos no satisfechos provenían de sectores de la producción y el mantenimiento.
Por su parte, el informe anual de la Fundación Observatorio Pyme menciona que “una de cada tres empresas industriales tiene alta dificultad para contratar operarios calificados y técnicos y una de cada cuatro” tiene problemas para conseguir personal universitario.
Para el Observatorio la insuficiencia en la oferta de capital humano es claramente una de las limitantes al proceso de desarrollo industrial.
En la industria de la Indumentaria, que crece entre 20 y 25% anual, se teme que la falta de personal especializado sea uno de los cuellos de botellas que enfrente el sector en los próximos meses.
“El déficit de gente entrenada, por ejemplo en el rubro costureras, supervisores de producción y calidad, así como personal de logística, es importante y podría estar afectando la productividad. La situación está llevando a que muchos talleres, que trabajan para grandes marcas, se apropien de trabajadores formados en la competencia, bajo la promesa de mejoras salariales o mejores condiciones de trabajo”, afirma Héctor Kolodni, gerente de la Cámara de la Indumentaria.
El empresario agrega que “el entrenamiento de una costurera en una fábrica de jeans lleva entre 3 y 4 meses y es bastante mayor cuando se trata de la producción de prendas más delicadas, como lencería fina femenina, sector en el que hay una fuerte tensión sobre los salarios por la falta de trabajadores experimentados”.
Cristian Podestá, economista jefe de La Unión Industrial de la Provincia de Bs. As. (UIPBA) habla de anarquía salarial.
Reconoce que hay presión sobre los salarios de los trabajadores más requeridos – entre otros, soldadores de precisión, overloquistas, capataces de la construcción, e ingenieros, por el lado de los profesionales - pero advierte que la experiencia no se cotiza igual en todos los oficios.
“En algunos casos se está dando una inversión de la pirámide salarial: una remalladora sin experiencia laboral entra con 750 pesos de sueldo y una con experiencia de varios años gana solo un poco más. Esto ha provocado en las Pymes, una expansión de la base de la pirámide salarial y un achicamiento arriba”, dice Podestá.
En la industria metalmecánica, en tanto, la disparidad tiene otras características. Según fuentes del sector, un tornero con cinco años de antigüedad en una fábrica de tornillos o bujes, del Gran Bs.As. gana unos 1.200 pesos mensuales, pero un trabajador con el mismo oficio y similar experiencia en la cadena de valor de la industria petrolera de Comodoro Rivadavia tiene un sueldo cercano a los 2.400 pesos.
“Que una Pyme pueda pagar mejores sueldos que otra a personas con las mismas competencias tiene que ver con la marcha de cada negocio, pero también con la tasa de ganancia y la composición de capital de las compañías a las que proveen”, afirma Julio Testa, coordinador de Educación y Trabajo del CEIL-PIETTE, centro de investigaciones dependiente del CONICET.
El experto no se sorprende al escuchar que las empresas de algunos sectores se están ‘peleando’ por los recursos humanos más capacitados.
“Basta con leer los clasificados de los diarios para darse cuenta que es así: se piden mecánicos o torneros con cinco años de experiencia y eso significa que se está apuntando a gente que está trabajando”.
Socios del Estado
Testa dice que “hay que entender que el sistema está en plena recomposición luego de la enorme destrucción de puestos de trabajo calificados de la última década y la abrupta recuperación de la industria de ahora. Un tornero o un matricero no se inventa de la nada.
Para ser calificado en estos oficios se requieren años, por eso es importante que las empresas aporten lo suyo en materia de educación técnica”.
En la práctica la sugerencia del investigador se verifica a través de iniciativas complementarias a la acción del Estado.
Cristian Podestá de UIPBA asegura que las Pymes bonaerenses “están invirtiendo más en capacitación, como ocurre con los centros de formación de Mar del Plata y de Florencio Varela, en los que se combinan esfuerzos municipales con privados”.
Habrá que esperar que la tendencia se consolide. Aunque para eso las empresas deberán dejar de ‘sacarse los ojos’ por los recursos más codiciados.