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Polifarmacia: peligro para la tercera edad
20 de agosto de 2009
Los cambios que ocurren en el cuerpo al envejecer hacen que los adultos mayores piensen, sientan y expresen síntomas totalmente diferentes a los de los adultos más jóvenes.

Las consecuencias de no entenderlos van desde la incomprensión, en lo afectivo, hasta la polimedicación, en lo clínico. Comprenderlos es esencial a la hora de cuidarlos y darles respuestas.

Casi todo lo que nuestra cultura de consumo hace deseable parece estar dirigido sólo a los más jóvenes, tanto que hasta el propio término “vejez” parece estar borrado del diccionario cuando, lejos de ser una condición patológica en sí misma, representa lo que la mayoría de las personas quisiera: vivir muchos años.

Pero la realidad hace imposible eludir el tema. Hoy el 13,6% de la población argentina – casi 5 millones y medio de personas– tiene, según el último Censo Nacional de Población y Vivienda, más de 60 años. La Organización Panamericana de la Salud estima que esta franja de la población crecerá en América Latina hasta ser en el año 2025 un 138% mayor que hoy (13 millones en nuestro país, de respetarse esta tendencia). Más de un millón de argentinos tendría, ya hoy, más de 80 años. ¿Se les da respuestas adecuadas a sus necesidades?

La interacción necesaria
Cuando una persona añosa se encuentra confundida o desorientada, la causa puede estar tanto en un deterioro cognitivo como en una simple constipación. Es que aunque se puede sobrellevar los años con una salud excelente, el organismo se vuelve más lábil y reacciona a los estímulos de manera muy diferente a la de cuando era más joven.

Actualmente los geriatras entienden mucho mejor lo que a los mayores les pasa, y pueden controlar mejor las enfermedades crónicas que con la edad se vuelven más frecuentes (diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, osteoporosis). Pero es común que cada problema de salud se trate por separado, sin que el cardiólogo se ocupe de las interacciones de los medicamentos que prescribe con los que recetó el neurólogo o el endocrinólogo, por ejemplo.

Por eso hoy se reconoce que uno de los mayores problemas de los adultos mayores es la polifarmacia indiscriminada. “En 1995 participé de un estudio con más de 1.000 pacientes en PAMI, en el que vimos que cada uno recibía en promedio 9,6 medicamentos a la vez”, recuerda el Dr. Moisés Schapira, especialista en Geriatría y director médico de Hirsch, centro de excelencia para adultos mayores. Lo grave, señala, es que muchos de esos medicamentos tienen efectos contrapuestos.

Esto genera un efecto cascada en la prescripción. Por ejemplo: A un paciente con trastornos de conducta, se le da un psicofármaco que produce temblores similares a los de la enfermedad de Parkinson como efecto adverso; y en vez de discontinuar el primer medicamento, se le receta una segunda droga contra el Parkinson. Este segundo remedio a la vez lo constipa, lo que se resuelve mediante un laxante: el laxante puede generar un desequilibrio hidroelectrolítico pudiendo generar hipertensión arterial y potencialmente asociarse a una caída, y así sucesivamente.

Esto, sin contar el riesgo de daños renales o hepáticos por sobremedicación, que es tanto mayor a medida que aumenta la edad, según confirman múltiples estudios.
Schapira especifica la diferencia entre polimedicación, que es el uso racional de medicamentos con efectos adicionados (terapias combinadas en pequeñas dosis) de la polifarmacia, que implica el uso indiscriminado de múltiples drogas. Pero para el uso racional y adecuado se requiere un estudio integral del paciente, y un acompañamiento que ayude a cumplir el esquema de medicación: la adherencia es una de las partes más difíciles de cualquier tratamiento crónico.

“En Hirsch –agrega Schapira- aplicamos los criterios de Beers que definen qué medicamentos son apropiados para ser utilizados con seguridad en los ancianos y cuáles no”. Según estos criterios internacionalmente aceptados por la comunidad de especialistas, son inapropiados los antihipertensivos de efecto muy intenso y veloz, así como las benzodiazepinas (tranquilizantes de alta vida media), algunos opiáceos y laxantes, antidepresivos tricíclicos o los anticolinérgicos (antialérgicos) que pueden producir confusión un descenso de la presión al pararse, entre otros.

“Otro problema se da cuando no se controlan los efectos secundarios de los medicamentos, que es lo que generalmente ocurre. Por eso el seguimiento de la historia clínica de cada paciente es fundamental”, observa Schapira.

Un ambiente adecuado y el control de la calidad
En medicina es poco frecuente el control de calidad de las instituciones que brindan asistencia a los adultos mayores. “Y en general –sostiene Schapira– los servicios para las personas mayores que gozan de buena salud suelen ser los más devaluados. Por eso aquí implementamos varios programas –www.hirsch.org.ar-, que van desde el nivel de satisfacción de los residentes hasta las acciones que se realizan para preservar la autonomía del adulto.”

Hirsch funciona desde hace 75 años y fue pionera en el país en contar con atención médica permanente las 24 horas. Este centro de excelencia para el cuidado de adultos mayores, ubicado en San Miguel, a 30 minutos de la Ciudad de Buenos Aires, integra en un mismo predio las modalidades de residencia, una unidad de cuidados especiales, hogar de día y la más recientemente inaugurada unidad de rehabilitación (en ésta última las personas permanecen por un tiempo acotado con los mejores cuidados para recuperarse de una operación o de un accidente).

Cada una de estas diferentes áreas funciona separadamente y están atendidas por diferentes planteles especializados. Las cuatro hectáreas arboladas hacen a este lugar muy diferente de una estructura hospitalaria, aunque el nivel de los cuidados sea el de una institución médica. Para quienes cuentan con mayores capacidades intactas, funciona como hogar protegido, con plantas, mucho verde y total libertad de circulación: “En su mayoría vienen a instancias de sus familiares, pero muchas personas mayores deciden venir a vivir acá incluso matrimonios que quieren sentirse cuidados y cómodos-“, señala el gerente general, Iván Spollansky.

¿De qué depende envejecer bien? La cuestión es demasiado compleja y probablemente no exista un “gran secreto”. Pero la planificación que surge de no negar el paso de los años, ayuda. Y permite disfrutar más de la vida, tanto de los mayores como de sus familias.