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Todas las edades sufren por la "falta de ganas"
5 de agosto de 2006
Las consultas por “falta de ganas” de tener relaciones sexuales, han aumentado exponencialmente en los últimos años.

Y no son patrimonio de parejas de cuarenta años de edad; también los jóvenes de veinte años, la padecen.

El trastorno se conoce desde hace algunas décadas atrás. Los investigadores en sexología clínica, han insistido en algunos factores que lenta y progresivamente, van incidiendo en la falta de deseo sexual. O de trastorno de “deseo sexual hipoactivo” como se lo conoce en los principales textos que se refieren a los problemas sexuales.

La presencia de problemas hormonales se encuentra en la primera fila a investigar por parte de los médicos. No sólo la baja de algunas hormonas conocidas, como los estrógenos, la testosterona entre otras, sino también, del exceso de una hormona que suele ignorarse con frecuencia: la prolactina. Hormona que como su nombre indica, se eleva en el embarazo y la lactancia.

Pero que también se eleva en el hombre, cuando determinados medicamentos la sensibilizan o el estrés, por factores hoy bastante ignorados, encienden la alarma hormonal. La prolactina –de allí su importancia - baja el nivel de testosterona, provocando la “falta de ganas”, tanto en hombres como en mujeres.

La actividad cognitiva, es decir, el pensamiento moldeado y definido por la acción educacional, juega particular importancia a la hora de buscar y concretar las relaciones sexuales.

En efecto, frases que “titilan” en la mente de las mujeres, como por ejemplo: “los hombres siempre quieren eso”, o en los hombres “un hombre no puede fallar nunca”; “tener relaciones sexuales antes de casarse, no es de mujer decente”, o “al hombre le cabe siempre tomar la iniciativa” son frases recibidas en la formación infantil o adolescente, que obstaculizan o impiden la emergencia del deseo sexual.

Tanto el deseo como la respuesta o conducta sexual del hombre o la mujer pueden verse afectados, cuando algunos de los factores apuntados anteriormente, se potencian mutuamente. El interés por el sexo puede disminuir, ya sea temporaria o permanentemente, y también pueden aparecer las disfunciones sexuales, tales como la falta de erección, o la falta de excitación, la anorgasmia femenina, o la dispareunia (dolor al mantener relaciones sexuales).

La investigación actual muestra en muchísimos casos, que los factores de estrés, entre otros: factores económicos, factores sociales –“corralito”, “corridas financieras”, “quiebras”, “deudas hipotecarias” - juegan importante papel. No son ajenos los factores de relacionamiento: disgustos por discusiones frecuentes, infidelidad de algunos de los dos miembros de la pareja, complicaciones de vivienda frente al crecimiento de la familia, intervenciones quirúrgicas por afecciones banales o graves.

No obstante, en un número importantísimo de casos, los efectos del estrés, producen baja del deseo sexual, luego de un tiempo alejado de los acontecimientos que hemos esbozado.

Y ese tiempo, puede extenderse a dos o tres años. Con un agregado importante. El deseo sexual, se manifiesta con una baja importante de la espontaneidad. La espontaneidad en el deseo sexual, es patrimonio de la adolescencia y la primera juventud. Pero, luego de acontecimientos importantes y normales de la vida, declina casi en forma definitiva.

La mayoría de los pacientes de ambos sexos, consultan porque baja el deseo sexual. Y quedan esperando las “ganas”, los “ratones”, que antes, espontáneamente tenían. Cuando se les pregunta… “muy bien….ud. no tiene ganas….pero, ¿si lo provocan….lo encuentran?”, un porcentaje significativo de pacientes, responde que sí. La terapéutica –entonces - se deduce de la respuesta a esa pregunta.

Encuentros programados varias veces por semana, abrazos, caricias sostenidas, besos apasionados, emitidos y recibidos durante diez a quince minutos, en las camas de todas las noches, en diez días, aproximadamente, restauran la excitación sexual. Muestra evidente de que la “espontaneidad” luego de determinada edad, ha sido reemplazada por la capacidad excitatoria. Independientemente de los problemas hormonales o cognitivos, o educacionales, que deben ser estudiados siempre inciden en la falta de espontaneidad, llevando a conductas de alejamiento, baja de frecuencia sexual, disminución de la autoestima, pensamientos de que “hay otro u otra”, malos entendidos frecuentes que agravan el problema planteado.

Frente al llamado de ausencia de deseo sexual, se impone siempre, una investigación minuciosa de los posibles factores hormonales en juego, la exposición de pensamientos “antieróticos” provenientes de educaciones sexuales ausentes en la mayoría de los casos y detallar si se esperan con ansia, las fantasías espontáneas conocidas como “ratones”. Que a determinadas edades de la vida, muy difícilmente, retornen.

En ese contexto, e el sábado 14 de junio de 8 a 18 hs. se dictará una jornada sobre sexualidad en el paseo La Plaza y estará a cargo del Dr. Juan Carlos Kusnetzof.