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El peligro de buscar la aprobación de los demás
22 de febrero de 2007
La necesidad de lograr la aprobación de los demás puede provocar aislamiento y depresión. El miedo a no ser aceptado representa, para muchas personas, una barrera que obstaculiza el vínculo con otros, tanto en lo personal como en lo laboral. Ayudados por el espejo, los seres humanos se miran y evalúan lo bueno, lo malo, lo feo y lo lindo, siempre guiados por su propia subjetividad. Pero muchas veces la mirada externa modica y limita la vida cotidiana.
La necesidad de “encajar” en determinados parámetros de belleza o en el ámbito laboral o familiar favorece que las personas extremadamente sensibles a la opinión de los demás caigan en estados de ansiedad que pueden llevar, por ejemplo, al desarrollo de la llamada fobia social. Este trastorno se define como el temor intenso y persistente a enfrentar determinadas situaciones sociales en las cuales el sujeto se ve expuesto a tratar con personas que no pertenecen a su ámbito privado e íntimo y conlleva un profundo miedo a ser evaluado por los demás, lo que no hace más que favorecer la automarginación. Por eso no es raro que quienes padecen este problema permanezcan mucho tiempo encerrados evitando al máximo el contacto con el exterior.
“Diversos autores han sostenido a lo largo de los años que la belleza radica en la mirada de quién observa. Desde ese punto de vista, querer encontrar o alcanzar un ideal sería utópico. Por eso, en la sociedad actual que constantemente formula paradigmas de belleza, quienes intentan vivir de acuerdo a eso, se encuentran en una encrucijada. Los trastornos relacionados con la belleza, suelen comenzar en la adolescencia o antes, y prolongarse hasta la adultez y si bien todos tenemos algo que nos molesta de nuestra apariencia, el problema comienza cuando la percepción de ese defecto impide la socialización. Hay personas que tienen un defecto o creen tenerlo y condicionan toda su vida por eso. En ese caso, estamos frente a lo que se conoce como Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)”, explicó en declaraciones a la agencia Pro-Salud News Ricardo Pérez Rivera, médico psiquiatra, especialista en trastornos obsesivos compulsivos y director médico del Instituto BIO- Behavioral.
Este cuadro se caracteriza por la sensación de convencimiento de que “el otro” rechazará lo feo, lo desagradable, el defecto y no sólo produce aislamiento social, sino que además, quienes lo padecen comienzan a experimentar problemas para encontrar pareja o para avanzar en lo laboral.
“Las personas que sufren TDC quieren pasar desapercibidas el mayor tiempo posible. A diferencia de otro cuadro que se denomina ansiedad social, en el TDC lo que se rechaza es la posibilidad de que el que está al lado vea el terrible defecto que cado uno cree tener. En la ansiedad social, en cambio, lo que se teme es la evaluación del otro sobre la performance de uno”, destacó el especialista.
Otro de los inconvenientes que la disconformidad estética acarrea, de acuerdo con las conclusiones de un estudio realizado por la doctora Lora Park, directora del Laboratorio de Investigaciones de la Universidad de Buffalo en Estados Unidos, radica en la posibilidad de sufrir serias consecuencias tanto físicas como psíquicas.
“La primer consecuencia de esta sensación es el aislamiento que acarrea angustia y depresión, condición que favorece el desarrollo de una serie de síntomas tanto físicos como psíquicos. Además, a menudo sólo se sale de esa sensación para recurrir a una herramienta que difícilmente pueda solucionar el problema: la cirugía estética”, postuló el doctor Pérez Rivera.
Según la mencionada experiencia en la que participaron 242 estudiantes y cuyas conclusiones forman parte de la reciente edición de la publicación Personality and Social Psychology Bulletin, las personas inseguras que necesitan la aprobación del otro, basan su autoestima casi exclusivamente en las opiniones externas modificando su comportamiento en base a la mirada del otro.
Si bien mirarse al espejo implica un reconocimiento, a menudo esta actividad resulta un arma de doble filo, pues las personas que están obsesionadas por lograr una imagen agradable a los demás, pueden caer en una búsqueda incontrolable de defectos físicos y creer que la cirugía puede ser la solución para ellos. No obstante, de acuerdo con los especialistas, lo más importante es remarcar que la cirugía no puede terminar con la angustia o frustración.
Partiendo de la subjetividad que caracteriza al concepto de “belleza”, es importante que los familiares, amigos y compañeros de trabajo de las personas que padecen un trastorno relacionado con la imagen, procuren evitar convencerlos de que eso que ellos creen no es real. “Decirle a alguien ‘no, no tenés la nariz grande’, no lo ayuda en nada. Lo que hay que hacer, cuando una persona cree que es fea o que tiene terribles defectos, es preguntarle por qué sin minimizar la cuestión y tratando de convencerlo que recurra a un especialista que sepa del tema para que, sin confundirlo con otras patologías, pueda empezar a ponerse en marcha el tratamiento, que consiste básicamente en un reentranimiento que permita sacar el foco de la mirada del defecto y aprender a convivir con las imperfecciones”, concluyó Pérez Rivera.