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Adolescentes y fantasías sobre la concepción
6 de abril de 2007
Muchos adolescentes que carecen de información sobre anticoncepción acuden a métodos folklóricos muy poco efectivos, teñidos de mitos y desinformación. En la línea gratuita del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM), 0-800-888-235726, se reciben anualmente más de 3000 llamados, de los cuales el 70% son realizados por adolescentes y jóvenes. Ellos preguntan cómo cuidarse, dónde acudir y qué hacer, frente a las dificultades que surgen en sus primeras experiencias íntimas. Asimismo suelen consultar porque no se han cuidado, porque se les ha roto el preservativo durante una relación sexual, o por un período menstrual que lleva varios días de atraso sin saber qué hacer ni a quién recurrir por ayuda.
“Muchas de estas dudas surgen de un estado de desinformación en los adolescentes y un vacío que se completa con fantasías, mitos e imaginación”, asegura la psicóloga Andrea Gómez miembro del CELSAM.
¿Pero cuál es el motivo de que las preguntas y la necesidad de recibir orientación lleguen una vez que se ha consumado el inicio sexual y no antes?. Según analiza Gómez, “ante la posibilidad de mantener una relación sexual y en otras situaciones de la vida, por lo general, los adolescentes utilizan, inconscientemente un pensamiento de tipo mágico y omnipotente (típico de esta etapa de la vida) bajo el cual creen que no les va a pasar nada si no se cuidan”.
Según datos del CELSAM, a pesar de que un 84 % de las madres adolescentes porteñas conocían el preservativo y un 82 % sabía acerca de las pastillas anticonceptivas, el 47 % no se cuidó porque no pensó que se iba a quedar embarazada. Asimismo la psicóloga agrega que “también es muy característico de esta etapa del desarrollo la tendencia a actuar desde el impulso en lugar de hacerlo a partir de la reflexión”.
Por lo tanto, ocurre con mucha frecuencia que luego de mantener una relación sexual sin protección afloren todas las dudas y temores que antes se negaban: “Aparece así la llamada angustia de la mañana siguiente. Toman recién en ese momento conciencia de que no se cuidaron y de que se encuentran en riesgo de quedar embarazados”, concluye Gómez.
La educación sexual es, sin duda, la herramienta más idónea para contrarrestar esta tendencia de actuar en forma irreflexiva. “Tras un arduo debate, Argentina cuenta desde fines del año pasado con una Ley de Educación sexual que tímidamente se está poniendo en marcha y que demorará al menos cuatro años antes de que el plan educativo pueda llevarse a cabo de la manera correcta”, explica Alicia Figueroa, miembro del comité de desarrollo del CELSAM. Hasta la fecha, la educación sexual en las escuelas ha sido una iniciativa del propio establecimiento sin un buen diseño o seguimiento.
De acuerdo a los datos del CELSAM, el 83% de los adolescentes manifiesta haber recibido algún contenido de educación sexual en la escuela. No obstante, entre ellos el 58% mencionó haber tenido sólo una charla en toda su escolaridad a una edad promedio de 13 años. Por otra parte, sólo 1 de cada dos adolescentes recibió educación sexual de sus padres y menos de la mitad afirma que les preguntaría cómo cuidarse.
“Muchos jóvenes, luego de pasar un gran susto, comienzan a cuidarse con pastillas anticonceptivas de uso diario, adoptando así un mayor reconocimiento de sus deseos y necesidades ejerciendo una sexualidad más cuidada y responsable sin la necesidad de pasar por situaciones límites, de angustia y desesperación que muchas veces no tienen vuelta atrás, o terminan de la peor manera”, detalla Figueroa.
Pero a la hora de elegir un método anticonceptivo suelen surgir viejos mitos que limitan su aceptación o dificultan su utilización. Muchas jóvenes desean cuidarse haciendo cálculos numéricos sin comprender que no es posible hacer cálculos exactos para ser utilizados como método anticonceptivo. La sobrevida de los espermatozoides en el cuello del útero durante 7 días y la imposibilidad de calcular con exactitud el momento de la ovulación, no permite determinar correctamente el período fértil y por lo tanto, expone a la pareja a un embarazo no planificado. En las adolescentes, que aún no han regularizado sus ciclos menstruales, este método resulta todavía menos eficaz.
Las pastillas anticonceptivas suelen ser resistidas por muchas adolescentes ante el temor de que les haga aumentar de peso. Diana Galimberti, presidenta del Comité Científico del CELSAM afirma que “este mito limita lamentablemente el método de mayor eficacia anticonceptiva, y carece de fundamento científico. Numerosos estudios revelan que el 80 % de las usuarias de pastillas anticonceptivas no modifican su peso corporal” y agrega “aquellas mujeres que retengan líquidos, pueden además bajar uno o dos kilos cuando su médico les indique las nuevas pastillas anticonceptivas con drospirenona, que eliminan el agua retenida en exceso gracias a su efecto beneficioso sobre el balance del líquido corporal”.
El preservativo es visto por muchos jóvenes como un estorbo, una dificultad, o como un elemento incómodo. Al respecto la Lic. Gómez comenta, “la inclusión del preservativo en el juego sexual de la pareja es una forma adecuada de facilitar su utilización y lograr una protección eficaz contra las infecciones de transmisión sexual” Además “se recomienda que los jóvenes se familiaricen con este método utilizándolo durante su autoestimulación” concluye.
La educación sexual formal, el diálogo en la familia sobre estos temas, el conocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos y el acceso a métodos efectivos de planificación familiar, protege y empodera a los adolescentes y jóvenes permitiéndoles acceder a una vida sexual más saludable y a elegir de acuerdo a sus proyectos y expectativas.