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"Crepúsculo": vampiro- manía para adolescentes
24 de diciembre de 2008
El asunto, que pinta para ser uno de los fenómenos de la década, comenzó en junio 2003 cuando una tal Stephenie Meyer despertó de un extraño sueño. En ese sueño, un vampiro se enamoraba de una chica, pero al mismo tiempo se desesperaba por beber su sangre. Y así fue que decidió comenzar a escribir una novela que se llamó "Twilight" y que luego sería traducida a 37 idiomas, incluyendo el castellano bajo en título de "Crepúsculo".
La novela, que es básicamente esa misma historia soñada por Meyer, fue un éxito fulminante de ventas y disparó la escritura de toda una serie de novelas. A "Crepúsculo", le siguió "Luna nueva", luego fue "Eclipse" y, por ahora, la última se llama "Amanecer". En total, Meyer vendió 20 millones de ejemplares. No será "Harry Potter", pero se le parece bastante.
Como es obvio, Hollywood puso rápidamente el ojo en el asunto y, como resultado, en pocos días se estrenará en la Argentina "Crepúsculo", la primera de las cuatro películas que se realizarán sobre la saga creada por Meyer.
Quienes hayan presenciado alguna de las avant-premieres del filme en Buenos Aires (hay algunos videos circulando por internet) habrán comprobado el grado de fanatismo de los seguidores de este fenómeno hasta ahora casi oculto. El público, y muy particularemente las jóvenes adolescentes, gritan y festejan ante cada escena como si estuviesen viendo a los cuatro Beatles allá por 1962. El solo hecho de que el actor Robert Pattinson (el vampiro protagonista de la historia) aparezca en pantalla basta para que se desate un griterío de histeria entre las más fieles seguidoras del asunto.
Pero dejemos de lado el fenómeno y centrémonos en el filme. "Crepúsculo" es la historia de Bella Swan (Kristen Stewart) y de Edward Cullen (el mencionado Pattinson). Ella es una chica de 17 años que debe mudarse al noroeste de los Estados Unidos, a un pueblito brumoso y húmedo, donde vivirá con su padre divorciado. Él es un vampiro que también tiene 17 años, pero mantiene esa edad desde la década del 20.
Bella y Edward se conocen en la escuela secundaria, se atraen, se repelen, se miden y, finalmente, se enamoran. Y no vale la pena contar mucho más del argumento. Sólo mencionar que ella deberá luchar por adaptarse al hecho de compartir su vida con un vampiro, mientras que él deberá luchar por no perder su condición de "vampiro vegetariano" (que vendría a ser aquel que sólo bebe sangre animal y no ataca a los humanos).
Los personajes (los centrales, pero también algunos de los secundarios) tienen una profundidad curiosamente atractiva para lo que suelen ser las películas adolescentes de Hollywood. Hay cierto mérito en el modo en que se construyen las múltiples ambigüedades que sufren tanto vampiros como humanos en su intento por convivir. Especialmente, deberá destacarse el talento de la joven Kristen Stewart para llevar adelante su papel, ya de por sí depresivo y repentinamente atribulado por su amor paranormal.
Si por un lado hay que destacar la solidez de los personajes, por otra parte habrá que marcar que la estética del filme parece robada de un videoclip más o menos tenebroso o melancólico de la última década. Esto puede fastidiar o aburrir un poco a algunos espectadores. Pero la elección de la directora Catherine Hardwicke fue clara: utilizar aquel lenguaje que los adolescentes más consumen. Y aparentemente le dio resultados, al menos comerciales. En su primer fin de semana en cartel en los Estados Unidos, la película recaudó 70 millones de dólares.
A medio camino entre el romance clásico, el vampirismo conocido y cierta estética superficial, "Crepúsculo", pese a todo, termina siendo un producto digno en su presentación típicamente adolescente.