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La plata de la ANSeS y el plan de viviendas
17 de mayo de 2009
La mesa chica de funcionarios que asesora a la presidenta Cristina Kirchner viene transmitiendo diagnósticos cada vez más positivos en medio de la crisis, y esos informes levantaron los ánimos en el Gobierno de cara a la campaña electoral.
"De ninguna manera la Argentina va a entrar en recesión, vamos a volver a crecer en 2009", se jugó la jefa de Estado.
Será difícil saber si su pronóstico se cumple, porque ya queda poca gente que crea en los números del INDEC, convertido en una caricatura de lo que fue.
Pero, ese convencimiento oficial, más las encuestas recibidas en los últimos días, explican la imagen menos crispada mostrada por el principal candidato del oficialismo, el jefe del PJ, Néstor Kirchner, en sus últimas apariciones.
El Gobierno viene haciendo denodados esfuerzos por despegar lo más posible a la Argentina de la crisis financiera mundial y por eso los últimos diagnósticos que llegaron a la Rosada calmaron la ansiedad.
Allí se destacó que la desaceleración industrial fue inferior a la prevista, que el comercio exterior logró mantener cierto ritmo y que por ello ni el superávit fiscal ni el comercial corren peligro este año.
Desde el Banco Central sumaron su granito de arena, al sostener que el nivel de reservas acumulado alcanza y sobra para mantener a raya el mercado cambiario y hasta hacer política monetaria contracíclica si fuera necesario.
Cristina no se cansa de repetir en cada reunión con sus funcionarios cómo, a diferencia de España, Italia y Estados Unidos, entre otras naciones, la Argentina no fue arrasada por la crisis ni mucho menos.
Igual, en el mercado hay dudas sobre semejante nivel de optimismo, porque el INDEC continúa siendo tierra arrasada y la mayoría de su estadística está puesta en tela de juicio.
A tal punto, que Aldo Ferrer, flamante director en el Banco Hipotecario, llamó la atención sobre la necesidad de normalizar el funcionamiento del INDEC, para que la Argentina vuelva a tener un termómetro que le permita conocer su temperatura, toda una ironía en tiempos de gripe porcina y dengue.
La gran pregunta ahora es si la Argentina, como pretende Cristina, podrá mostrar crecimiento este año, o al menos atenuar el impacto de la recesión, que existe aunque por la ausencia de estadísticas serias sea muy difícil de cuantificar.
En este escenario, el gobierno decidió acelerar los anuncios de campaña, como los aumentos salariales para estatales y docentes universitarios, y la intervención en empresas al borde de la quiebra, como la papelera Massuh y la metalúrgica Mahle.
La ANSeS ya había prestado dinero para comprar autos sin ningún tipo de interés y refinanciado deudas al Estado Nacional, y ahora negocia inyectar dinero a las automotrices.
"Nadie sabe cuánto dinero asignó la ANSeS en total y sólo se conocen algunos destinos específicos. Por eso esperamos ansiosos el informe que prometió Boudou", se quejó el diputado santacruceño por el radicalismo Juan Acuña Kunz.
Y ahora, el Gobierno se dispone a lanzar -el 26 de mayo- un plan de vivienda conjunto con el Banco Hipotecario destinado a la clase media, que se financiará con los fondos de la ANSeS, un organismo convertido en una especie de barril sin fondo, cuya
administración despierta cada vez más dudas en la oposición.
Claro que para poder entrar habrá que ganar unos 4.000 pesos mensuales, un nivel alto en tiempos de bolsillos flacos.
Un estudio elaborado por el diputado nacional Claudio Lozano arrojó que el gobierno nacional terminará utilizando unos 80.000 millones de pesos de la ANSeS para auxiliar empresas, como ocurre con Aerolíneas Argentinas, y financiar obras públicas.
La jugada `neokeynesiana` se puede convertir en un arma de doble filo y un `pagadios` a futuro para millones de jubilados.
La Argentina tiene una larga experiencia del Estado prestando plata a empresas que nunca la devolvieron, como ocurrió en los 90 con los créditos de los bancos Nación y Provincia.
Pero ese tema quedará para más adelante: al fin de cuentas, Cristina debe gobernar aún dos años y medio más y, de ganar las elecciones, habrá entonces tiempo para hacer los ajustes necesarios que permitan ordenar las cuentas.
Ahora el gran objetivo pasa por retener la mayor parte de los legisladores propios y patear para adelante todos los problemas que se pueda.