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Irak ganó la Copa de Asia y la gente festejó
29 de julio de 2007
Los habitantes de Irak festejaron una alegría histórica por las calles de Bagdad. La selección de ese país venció en la final (1-0) a Arabia Saudita y, por primera vez, se quedó con el título. El DT brasileño, Jorvan Vieira, cumplió su promesa de darle una sonrisa a los jugadores: todos perdieron familiares en la guerra.
Como tantas veces ocurrió a lo largo de la historia, el fútbol fue motivo de festejo para una nación. Y, en este caso, la alegría se magnificó porque el país que pudo celebrar fue Irak, que desde marzo de 2003 está inmerso en una sangrienta guerra. La selección iraquí ganó la Copa Asia tras vencer por 1-0 a Arabia Saudita en la final, y se quedó con el título por primera vez en su historia.
El gol del triunfo lo marcó Yunis Mahmud, cuando faltaban 20 minutos para el final del encuentro disputado en Yakarta, la capital de Indonesia. En las tribunas pudieron verse banderas pidiendo por la paz en Irak y por la unidad de sus habitantes.
Todos los jugadores del equipo tienen familiares muertos a causa de la violencia que sufre el país. Y el técnico de la selección, el brasileño Jorvan Vieira, cumplió su promesa de darle una sonrisa al pueblo iraquí.
Apenas el árbitro pitó el final del encuentro, miles de iraquíes salieron a festejar por las calles de su país. Las banderas asomaban entre los fusiles, los tanques y las ruinas que dejó –y sigue dejando- la guerra. Una vez más, el fútbol lo hizo posible.
Como tantas veces ocurrió a lo largo de la historia, el fútbol fue motivo de festejo para una nación. Y, en este caso, la alegría se magnificó porque el país que pudo celebrar fue Irak, que desde marzo de 2003 está inmerso en una sangrienta guerra. La selección iraquí ganó la Copa Asia tras vencer por 1-0 a Arabia Saudita en la final, y se quedó con el título por primera vez en su historia.
El gol del triunfo lo marcó Yunis Mahmud, cuando faltaban 20 minutos para el final del encuentro disputado en Yakarta, la capital de Indonesia. En las tribunas pudieron verse banderas pidiendo por la paz en Irak y por la unidad de sus habitantes.
Todos los jugadores del equipo tienen familiares muertos a causa de la violencia que sufre el país. Y el técnico de la selección, el brasileño Jorvan Vieira, cumplió su promesa de darle una sonrisa al pueblo iraquí.
Apenas el árbitro pitó el final del encuentro, miles de iraquíes salieron a festejar por las calles de su país. Las banderas asomaban entre los fusiles, los tanques y las ruinas que dejó –y sigue dejando- la guerra. Una vez más, el fútbol lo hizo posible.