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La incertidumbre empieza a golpear la economía
13 de julio de 2008
Quienes toman decisiones en la Argentina, desde una gran inversión a largo plazo, hasta la compra de una heladera, comenzaron a pensar dos veces la conveniencia de hacerlo o esperar hasta que aclare la durísima e inédita disputa entre el Gobierno y el campo.
La pelea, que divide a la sociedad y desnuda crispación de ambos lados, ya afecta la marcha de la economía, y en forma temeraria.
"Nos desafiaron, quieren torcer el rumbo de la democracia, hay que ganar la calle", arengó el ex presidente Néstor Kirchner a la cúpula del PJ primero, a las organizaciones sociales y a los 'intelectuales' en la Biblioteca Nacional, para fundamentar la marcha que el martes próximo encabezará a la Plaza de los Dos Congresos, en un hecho inédito desde que el matrimonio está en el poder.
A unos 5 kilómetros de allí, en el recoleto barrio de Palermo, los productores sueñan con realizar otro "Rosariazo" en el Monumento de los Españoles, que les permita convencer a los senadores aún indecisos de cambiar el proyecto de retenciones
móviles que ya obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados.
El panorama está difícil para los hombres de campo, porque el oficialismo opera 24 horas sobre el Senado para evitar cualquier sorpresa de último momento, y está a un paso de lograrlo.
"Es la chequera del gobierno la que está presionando", denunció el jefe del radicalismo y senador por Jujuy, Gerardo Morales, quien hizo una dura denuncia contra Guillermo Moreno, a quien acusó de llevar "patoteros" al Senado.
Igual, la Argentina empieza a tener problemas aún más graves que la disputa cuerpo a cuerpo por las retenciones.
Comenzaron a producirse signos claros de enfriamiento de la economía en sectores que hasta pocos meses mostraban pujanza y buena salud.
Por primera vez desde que se inició la recuperación económica hace casi seis años, las ventas de los comercios minoristas acusaron una caída. Ni siquiera el Día del Padre pudo salvar a los comercios de una baja del 18 por ciento en sus ventas respecto de
mayo.
El crédito está desaparecido y comprar una vivienda a través de un préstamo hipotecario se tornó algo imposible, con tasas que rondan el 20 por ciento anual y a apenas cinco años de plazo.
El panorama también es desolador en el caso de las ventas de autos por parte de las concesionarias. La de cero kilómetro bajó 8,5 por ciento en junio, pero en el caso de los usados la baja fue aún mayor, del 13 por ciento.
Por el conflicto con el campo, el sector transportista sufrió una caída de hasta el 40 por ciento en la facturación, en un contexto donde los insumos que se necesitan para el mantenimiento de los camiones subió más del 20 por ciento en el último año.
El sector textil, uno de los más dinámicos de la Argentina, tiene más de un millar de operarios suspendidos o con licencias adelantadas, debido a la crisis en las ventas que aducen las empresas.
En el interior del país, la cadena de pagos está afectada con fuerza y varias ventas de maquinaria agrícola y pickups preacordadas fueron suspendidas por los compradores.
En este marco, impensable hace siete meses cuando asumió la presidenta Cristina Kirchner con un país pujante, el mayor interrogante es qué ocurrirá con los mercados externos que la Argentina dejó de atender por el conflicto agropecuario.
Países como Uruguay y Brasil están aprovechando la oportunidad para ganar compradores, en el primer caso con la ganadería, y en el segundo con los granos.
Los más pesimistas advierten que algunos de esos negocios no volverán, y los más alarmistas estiman que se perderán ventas por unos 3.500 millones de dólares, casi el doble de lo que el gobierno esperaba recaudar con las endemoniadas retenciones móviles.
Otra vez, como en casi toda su controversial historia, la Argentina ha sido ganada por la ideología y perdió de vista el bien común de sus habitantes.
Ya no se discuten intereses, sino extremos ideológicos donde un sector clave de la economía nacional pasó a ser, para el Gobierno y especialmente para Néstor Kirchner, el enemigo a aniquilar.
El camino se torna cada vez más sin retorno y los malos presagios reaparecen en el horizonte.