Apenas sofocado el humo que dejó la explosión con la que el pasado viernes ETA voló parte de un cuartel militar, la organización terrorista quiso atacar otra vez, durante el pasado fin de semana, aunque la presión policial la habría llevado a abortar el plan.

Pensaba utilizar para ello una cantidad de entre 80 y 100 kilos de explosivo que camuflaría dentro de una camioneta convertida en casa rodante.

La maniobra fue de lo más audaz. Por lo que se sabe, fueron cinco los terroristas que detectaron la camioneta en un balneario de la localidad francesa de Las Landas, en el sur del territorio galo.

El vehículo pertenecía a un matrimonio español, con un hijo de cuatro años, que pasaba sus vacaciones en el sur francés. Los terroristas los asaltaron, les quitaron la camioneta y los mantuvieron secuestrados y encadenados dentro de otro rodado, que permaneció muy cerca del sitio donde fueron sorprendidos.

La camioneta robada, en tanto, cruzó la frontera con España. Y llegó hasta la localidad valenciana de Castellón. Siempre de acuerdo con el relato policial, fue entonces cuando se produjo algo decisivo: un ciudadano vio algo sospechoso en la camioneta y dio parte a la policía.

Es posible que entonces los terroristas hayan percibido cierta presión o que las cosas se les complicaran. Porque lo cierto es que abortaron el plan y la camioneta robada sólo volvió a ser vista dentro de un olivar, donde el comando la hizo volar por los aires.