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Gustavo Costas, el símbolo: primero hincha y después DT
Al entrenador de la Academia le corre sangre celeste y blanca por las venas. Le tocó vivir la pesadilla del descenso y la quiebra, y el título de 1988
23 de noviembre de 2024
“Primero soy de Racing y después argentino”. Así se define Gustavo Costas, el ídolo de la Academia que logró un título internacional con el club de sus amores después de 36 años tras la victoria por 3-1 ante Cruzeiro en la final de la Copa Sudamericana en Asunción.
“Cuando nací, mi viejo me inyectó esa droga y después me llevó para que me anotaran en el Registro Civil”, dice con emoción cada vez que alguien le consulta sobre los orígenes de su pasión.
La pasión con la que vivió el partido en La Nueva Olla, como si fuera un jugador más, corriendo y celebrando los goles de Gastón Martirena, Maravilla Martínez y Roger Martínez, demuestra lo que siente Costas por la institución de Avellaneda.
Su historia con la entidad de Avellaneda surgió durante su infancia. Criado en una familia con el corazón albiceleste, junto con su hermano Fabio se sumó a las divisiones inferiores, donde creció junto a las grandes figuras del equipo de José Pizzuti que escribió la época dorada de la entidad bonaerense con la Copa Libertadores de 1967 y la Copa Intercontinental de ese mismo año en el recordado triunfo ante el Celtic de Escocia.
Tal es así que en la final frente a los europeos, disputada en el Cilindro, ingresó al campo de juego en los brazos de Juan Carlos Rulli como la mascota del plantel.
Gustavo Adolfo Costas nació el 28 de febrero de 1963 en Buenos Aires y rápidamente adoptó un amor por Racing. Pisó el césped del Cilindro por primera vez con apenas tenía tres años, cuando fue la 'mascota' del famoso Equipo de José.
Se inició como futbolista en las inferiores de La Academia y su sueño de debutar en la máxima categoría se hizo realidad en 1981, con apenas 18 años.
Un aguerrido defensor central, rápidamente se ganó un lugar en el plantel profesional, aunque no todo fue color de rosas: en 1983 formó parte del equipo que descendió a la segunda división. Lejos de bajar los brazos, la luchó por dos temporadas junto a sus compañeros y en 1985 regresaron a Primera. Tres años después le llegó la gloria.
El Racing de Alfio Basile disputó la Supercopa de 1988, un torneo, ya extinto, que jugaban todos los campeones de Copa Libertadores. La Academia eliminó a Santos en cuartos de final, a River en semis y en la final se vio las caras con Cruzeiro.
Fue triunfo 2-1 en el Cilindro y empate 1-1 en Belo Horizonte, y el elenco de Avellaneda se coronó como el primer equipo argentino en ser campeón en Brasil, con figuras como Ubaldo Matildo Fillol en el arco, Rubén Paz en el ataque, y Gustavo Costas en la defensa.
Cuatro años más tarde, en 1992, volvió a llegar a la final del certamen dejando afuera a Independiente en octavos, a Nacional en cuartos, al Flamengo en semis y el título lo volvió a disputar, paradójicamente, con Cruzeiro, aunque esta vez los brasileños no perdonaron, golearon en la ida 4-0 y el 1-0 en Avellaneda no alcanzó.