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55 años de la muerte de Evita
Eva Perón marcó a fuego la política argentina. Historiadores se siguen preguntando qué hubiese pasado si su vida no se habría apagado tan pronto a los 33 años
25 de julio de 2007
La muerte de Eva Perón, de la que mañana se cumplirán 55 años, marcó un punto de inflexión en la historia argentina al convertirse en ícono de la lucha social y de
las mujeres dirigentes de las generaciones posteriores.
Su figura dejó atrás las polémicas y las antinomias que convirtieron a su cadáver durante 16 años en un trofeo de guerra,
sin que su familia ni el resto de los argentinos supieran de su
paradero.
La vida de Evita, cargada de marginalidad, de lucha por el
ascenso social y sueños personales, se coronó cuando luego de casi
una década de llegar a Buenos Aires conoció a Juan Domingo Perón.
Sus orígenes se remontan a Los Toldos, provincia de Buenos
Aires, donde nació el 7 de mayo de 1919 en el seno de una familia
muy humilde comandada por su madre, que la tuvo, como a sus otros
hijos, fruto de un romance escondido con un estanciero casado.
Evita llegó en 1935 a Buenos Aires con los sueños de conquistar
la radio y el cine como actriz, pero su reconocimiento finalmente
fue fruto de su relación con Perón.
Luego del triunfo del peronismo en las elecciones de febrero de
1946, Eva se convirtió en la voz y la figura de todo un sector
social que hasta ese punto de la historia estaba mudo, sin
representación y olvidado a su suerte.
Desde su despacho, a través de su fundación, Evita apuntaló los
grandes cambios sociales que Perón proponía desde el Gobierno
nacional.
Eva no supo de grises y dejó en claro desde su pensamiento que
en ese tiempo de la historia se estaba de una vereda o de la otra.
"Se es peronista o se es antiperonista", marcaba el territorio
la mujer que tuvo la misma dosis de amor como de odio para el que
se parara en cada uno de esos espacios definidos.
Eva se convirtió en una voz de mucho peso en el Gobierno y
desde ese lugar de privilegio irritó a los hombres del Ejército
-cuna de Perón-, que también apoyaba al jefe de Estado.
El momento culminante de ese choque fue la determinación del
lugar de vicepresidente para las elecciones de 1952 que los
dirigentes cegetistas, sus "descamisdos" y el deseo propio
alimentaban contra la presión del general y de algunos dirigentes
oficialistas.
Ya había logrado el voto femenino y su figura se había paseado
triunfante por los mejores escenarios políticos de Europa, pero
una enfermedad que estaba latente la detuvo.
El 26 de julio de 1952, a las 21:40, el locutor de la
Secretaría de Información Pública leyó el histórico comunicado
que informaba el "paso a la inmortalidad, a las 20.25 de la jefa
espiritual de la Nación".
Tenía solamente 33 años.
Evita había muerto antes, en las primeras horas de esa tarde ya
su cuerpo no pudo luchar más contra el cáncer y el Gobierno
decidió esperar hasta tener todo listo para dar una información
oficial.