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Estreno de la semana: superhéroes sin tantos dramas
La segunda presentación de "Los 4 Fantásticos" nos recuerda que no siempre hay que ser un sujeto atormentado por una densa vida interior para salvar a la Humanidad
27 de junio de 2007
Por Sebastián Martínez
Si “Los 4 Fantásticos” tienen algún módico mérito es el de ir contra la corriente. En tiempos en que los superhéroes han adquirido una profundidad y una densidad que pretende igualarlos a los personajes de las tragedias clásicas, estos cuatro superhéroes de azul se nos presentan como gente despreocupada, ligera, todo lo alegre que se puede ser cuando tu trabajo consiste en salvar a la Humanidad.
Ni en la primera película de la saga ni en esta segunda, llamada “Los 4 Fantásticos y Silver Surfer”, encontraremos personajes con profundas contradicciones, ni conflictos de la infancia, ni tortuosos sentimientos sobre el deber y la culpa. Aquí los personajes no tienen la oscuridad de Batman, ni la dimensión política de los X-Men, ni las dificultades del Hombre Araña para atravesar la adolescencia.
Es como si los guionistas y el director Tim Story hubiesen dicho: “Vamos, se trata sólo de un cómic. Se trata de divertir a la gente con la historia de un grupo de personas que salvan al planeta”. Y eso es exactamente lo que hacen. El único personaje más o menos complejo es el del nuevo villano, Silver Surfer. Y, de todos modos, su problemática está lejos de ser una irresoluble cuestión existencial.
En la segunda parte de la saga, la cosa va mejor que en la primera. Quizás porque ya no hacen falta presentaciones ni explicaciones acerca de quienes son Reed Richards (o el hombre elástico), Sue Storm (o la mujer invisible), Johnny Storm (o el chico antorcha) y Ben Grimm (o el hombre mole). Aquí nadie se detiene a explicar nada, la película va directamente a la acción.
Y la acción pasa por varios lados. Para empezar el hombre de goma y la chica trasparente van a protagonizar la boda del siglo. Pero algo los interrumpe: Silver Surfer ha llegado a la Tierra y está perforando su superficie metódicamente, mientras su estela de radiación va provocando caos en el clima planetario.
Enfrentarse a Silver Surfer ya podría suponer toda una complicación para los 4 Fantásticos. Pero la película no se limita a eso. Les tiene reservadas dos sorpresas al cuarteto heroico: por un lado el regreso de Victor Von Doom (alias el Doctor Destino) quien fuera el villano en la primera parte y ahora vuelve por más; por otra parte, un último y gigantesco villano que dirá presente hacia el final de la cinta.
La película tiene la fortuna de conservar el elenco original. Ioan Gruffudd, Jessica Alba, Chris Evans y Michael Chiklis son quienes se calzan otra vez sus trajes de hérores radioactivos. Por su parte, Julian McMahon (el más cínico de los cirujanos de “Nip Tuck”) es nuevamente el Doctor Destino. A ellos se suma el cuerpo de Doug Jones y la voz de Laurence Fishburne para darle vida a Silver Surfer.
Todos ellos son las caras visibles de una película de una hora y media que no parece ser merecedora de grandes elogios, pero que tampoco se ganará grandes detractores.
Quizás, su mejor arma es la humildad del proyecto, que aún puede detectarse debajo de los millones de presupuesto. Quienes encararon el trabajo de llevar a los 4 Fantásticos a la pantalla grande nunca tuvieron en mente hacer historia, ni aún en el cada vez más difundido cine dedicado a los cómics. Sólo querían entretener y eso, sin mucho esfuerzo, lo logran.
Si “Los 4 Fantásticos” tienen algún módico mérito es el de ir contra la corriente. En tiempos en que los superhéroes han adquirido una profundidad y una densidad que pretende igualarlos a los personajes de las tragedias clásicas, estos cuatro superhéroes de azul se nos presentan como gente despreocupada, ligera, todo lo alegre que se puede ser cuando tu trabajo consiste en salvar a la Humanidad.
Ni en la primera película de la saga ni en esta segunda, llamada “Los 4 Fantásticos y Silver Surfer”, encontraremos personajes con profundas contradicciones, ni conflictos de la infancia, ni tortuosos sentimientos sobre el deber y la culpa. Aquí los personajes no tienen la oscuridad de Batman, ni la dimensión política de los X-Men, ni las dificultades del Hombre Araña para atravesar la adolescencia.
Es como si los guionistas y el director Tim Story hubiesen dicho: “Vamos, se trata sólo de un cómic. Se trata de divertir a la gente con la historia de un grupo de personas que salvan al planeta”. Y eso es exactamente lo que hacen. El único personaje más o menos complejo es el del nuevo villano, Silver Surfer. Y, de todos modos, su problemática está lejos de ser una irresoluble cuestión existencial.
En la segunda parte de la saga, la cosa va mejor que en la primera. Quizás porque ya no hacen falta presentaciones ni explicaciones acerca de quienes son Reed Richards (o el hombre elástico), Sue Storm (o la mujer invisible), Johnny Storm (o el chico antorcha) y Ben Grimm (o el hombre mole). Aquí nadie se detiene a explicar nada, la película va directamente a la acción.
Y la acción pasa por varios lados. Para empezar el hombre de goma y la chica trasparente van a protagonizar la boda del siglo. Pero algo los interrumpe: Silver Surfer ha llegado a la Tierra y está perforando su superficie metódicamente, mientras su estela de radiación va provocando caos en el clima planetario.
Enfrentarse a Silver Surfer ya podría suponer toda una complicación para los 4 Fantásticos. Pero la película no se limita a eso. Les tiene reservadas dos sorpresas al cuarteto heroico: por un lado el regreso de Victor Von Doom (alias el Doctor Destino) quien fuera el villano en la primera parte y ahora vuelve por más; por otra parte, un último y gigantesco villano que dirá presente hacia el final de la cinta.
La película tiene la fortuna de conservar el elenco original. Ioan Gruffudd, Jessica Alba, Chris Evans y Michael Chiklis son quienes se calzan otra vez sus trajes de hérores radioactivos. Por su parte, Julian McMahon (el más cínico de los cirujanos de “Nip Tuck”) es nuevamente el Doctor Destino. A ellos se suma el cuerpo de Doug Jones y la voz de Laurence Fishburne para darle vida a Silver Surfer.
Todos ellos son las caras visibles de una película de una hora y media que no parece ser merecedora de grandes elogios, pero que tampoco se ganará grandes detractores.
Quizás, su mejor arma es la humildad del proyecto, que aún puede detectarse debajo de los millones de presupuesto. Quienes encararon el trabajo de llevar a los 4 Fantásticos a la pantalla grande nunca tuvieron en mente hacer historia, ni aún en el cada vez más difundido cine dedicado a los cómics. Sólo querían entretener y eso, sin mucho esfuerzo, lo logran.