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Facundo Astudillo murió ahogado pero no pueden precisar si fue "suicidio, homicidio o accidente"
Según el informe, el cuerpo no presentaba lesiones previas a la muerte. Falleció en el lugar en el que fue hallado. La madre se enteró en la estación de servicio donde trabaja
1 de octubre de 2020
Facundo Astudillo Castro (22) sufrió una "muerte violenta" y falleció por "asfixia por sumersión", según el informe final de la autopsia dada a conocer por el juzgado, tras el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. La madre del joven, Cristina Castro (22), recibió la noticia mientras cumplía con su jornada de trabajo en la estación de servicio Shell, en el acceso de Pedro Luro. Tras enterarse, se comunicó con sus abogados y se mantuvo en un contacto extenso con ellos.

"Dichos resultados permiten aseverar, con el rigor científico necesario, que la muerte de Facundo José Astudillo Castro se produjo por asfixia por sumersión (ahogamiento). La sumersión (mecanismo asfíctico) es la causa de muerte por obstrucción de la vía aérea por el ingreso de líquidos durante el proceso de respiración bajo el agua, generando el ahogamiento (asfixia mecánica)", señala el comunicado.

Además, resalta que "se trató de una muerte violenta, por no ser natural", aunque aclara que "el avanzado estado de esqueletización del cadáver limitó las posibilidades de conocer el modo de la muerte, no pudiendo la ciencia forense determinar con rigor científico si se trató de uno u otro modo de muerte violenta: suicida, homicida o accidental".

Otro de los puntos que arrojó la autopsia es que el joven murió en el lugar en el que fue encontrado su cuerpo, el 15 de agosto: "Del estudio forense no surgen elementos que permitan suponer que los restos humanos hayan estado en otro ambiente distinto al del hallazgo durante el intervalo postmortem consignado", señala. El trabajo fue entregado por el Equipo Argentino de Antropología Forense a la jueza federal 2 de Bahía Blanca, María Gabriela Marrón, quien viajó desde Bahía Blanca hasta la sede del EAAF (en la ex ESMA, barrio de Núñez) junto a su secretaria, María Paula Riganti. En la reunión también estuvieron los fiscales a cargo del caso, Santiago Ulpiano Martínez, Andrés Heim y Horacio Azzolín.

Según un comunicado oficial difundido el 2 de septiembre por el Juzgado Federal, "el informe concluyó, con base en los distintos exámenes antropológico, odontológico, radiológico y genético, que todos los restos humanos hallados pertenecen a Facundo Astudillo Castro".

Ese análisis fue realizado en un laboratorio de genética forense que posee el EAAF en la ciudad de Córdoba, donde se compararon los ADN de Cristina Castro y de Luis Astudillo, padre de Facundo, con el de los restos hallados el 15 de agosto en la zona conocida como Villarino Viejo.

Facundo fue visto con vida por última vez el 30 de abril último, cuando en plena cuarentena por la Covid-19 dejó su casa de Pedro Luro para ir a Bahía Blanca a ver a su exnovia.

El caso comenzó a ser investigado por la Justicia provincial como una averiguación de paradero hasta el 9 de julio, cuando se declaró incompetente. Para entonces, la fiscalía federal 1 de Bahía Blanca, a cargo de Santiago Ulpiano Martínez, avanzaba con pruebas para confirmar o descartar si se trataba de una desaparición forzada. Sin embargo, el fiscal se encargó de remarcar, en sucesivos informes, que no había elementos que comprometieran a efectivos de la Policía de Villarino, como denunciaba Castro.

Tras el hallazgo del cadáver esqueletizado y la confirmación, a comienzos de septiembre, de que pertenecía a Facundo, la investigación avanzó decidida hacia la hipótesis de desaparición forzada seguida de muerte. Así lo manifestó el equipo fiscal que por entonces tomó el timón de la causa, de la mano de los fiscales Andrés Heim (Procuvin) y Horacio Azzolin (Ufeci), nombrados por el procurador Eduardo Casal.

En una de sus primeras decisiones, apartaron a la Policía Federal Argentina (PFA) del expediente y unificaron toda la acción pericial en la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP) un organismo de la Procuración. La mayoría de las declaraciones testimoniales que Heim y Azzolin tomaron en las últimas semanas estuvieron vinculadas con testigos indirectos que podían comprometer a los policías. A la par, la DATIP avanzó con la recuperación de mensajes telefónicos enviados entre agentes de Villarino.

Ese organismo tiene a su cargo aún el análisis del contenido de los dos teléfonos que llevaba Facundo. Los aparatos Nokia y Blackberry fueron rescatados mojados el 12 de setiembre por un pescador, dentro de la mochila del joven, hallada cerca de General Daniel Cerri y a unos cuatro kilómetros del sitio donde apareció el cadáver.

Seis días después, en la sede bahiense de Gendarmería, el perro Yatel realizó una marcación en un móvil de la Policía Local de Bahía Blanca. Debajo de un alfombra del baúl, se halló un trozo de piedra turmalina que formaba parte de un collar. Según la mamá de Facundo, era de su hijo y siempre lo llevaba colocado. Este miércoles, dos de sus mejores amigos entregaron collares similares, con la misma piedra, en la fiscalía federal 1 bahiense. Todos trabajaban en el bar de cerveza artesanal ubicado en la calle 28, casi 3, llamado Turmalina.

A la espera del informe conclusivo, familiares y amigos hicieron una vigilia en la ex estación de trenes de Pedro Luro. Con velas y carteles se concentraron este miércoles desde las 20.30 bajo la consigna "Cinco meses sin Facundo. Y queremos saber qué le hicieron".

De allí también partieron las dos marchas que se realizaron para pedir por su aparición. Un concejal del Frente de Todos propuso darle el nombre de "Predio Facundo Astudillo Castro" al sitio, en el que el actual gobierno municipal ubicó una subsede del Consejo Escolar, en lugar del programa Jóvenes con Memoria, que integraba Facundo. Junto a Cristina Castro, los abogados Peretto y Aparicio y otros amigos de Facundo, Ganduglia firmó un pedido de hábeas corpus preventivo por hostigamiento de parte de miembros de la Policía de Villarino. La jueza Marrón lo rechazó y luego se declaró incompetente, por lo que fue derivado al juez Walter López Da Silva, quien también lo desestimó.