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Sarkozy presidente de Francia
El conservador venció con el 53 por ciento de los votos a la socialista Segolene Royal, en el ballotage. Así sucederá a Jacques Chirac por un mandato de cinco años
6 de mayo de 2007
El candidato conservador, Nicolas Sarkozy, fue elegido el domingo presidente de Francia al conseguir de 53 a 53,3 por ciento de los votos en la segunda vuelta de las
elecciones, frente a la socialista Ségolène Royal.
Obtuvo entre 53 y 53,3 por ciento de los sufragios contra 46,7 ó 47 de su rival socialista, según las primeras estimaciones divulgadas por institutos independientes a las 20h00 locales (18h00 GMT), al cierre de las últimas oficinas de votación.
A sus 52 años, este político conservador reemplazará a Jacques Chirac, en el poder desde 1995, para un mandato de cinco años, y hará realidad el sueño que persigue con ahínco desde hace un lustro: alcanzar la presidencia de Francia.
Independientemente de sus ideas políticas, los franceses estaban convencidos de haber participado el domingo en unas elecciones decisivas para el futuro de su país.
Favorito de los sondeos desde hacía semanas, Sarkozy derrotó sin problemas a Royal, de 53 años, que soñaba con convertirse en la primera mujer jefa de Estado de este país.
En los últimos días de campaña, todo indicaba que Sarkozy era el gran favorito de esta segunda vuelta. De hecho, sus partidarios organizaron por anticipado una gran fiesta popular para el domingo por la noche a fin de celebrar su victoria en la plaza de la
Concordia, cerca de la avenida de los Campos Elíseos.
Dos horas antes del cierre de las urnas, los partidarios de derecha franceses, reunidos en un teatro de París, estallaron en gritos de júbilo cuando las informaciones oficiosas apuntaron al triunfo de su candidato.
El candidato conservador aumentó su ventaja con respecto a Royal tras el debate en televisión del pasado miércoles, que fue visto por 20 millones de telespectadores.
En este cara a cara con su adversaria, Sarkozy prometió reformar el país de arriba a abajo y presentó un plan preciso para salir de la crisis económica.
Con su elección, una nueva generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial toma las riendas del poder. Será una forma diferente de gobernar, más directa, cercana al pueblo y a sus problemas.
"Si los franceses confían en mí, no les decepcionaré, no les traicionaré, no les mentiré", declaró Sarkozy antes de la segunda vuelta.
El líder de la derecha desea poner en marcha su gobierno cuanto antes para demostrar que es el "hombre de acción" que ha presentado durante su campaña.
Sarkozy asegura ser el "portavoz de todo el pueblo francés" y promete un nuevo modelo de sociedad basado en el valor del trabajo, el orden, la moral y el respeto a la autoridad.
Durante su campaña ha criticado sin pelos en la lengua la "herencia de mayo del 68" francés, que considera causa del actual declive del país, ha defendido la identidad nacional y el orgullo de ser francés, ha lanzado ideas muy criticables sobre la
inmigración y ha descrito con detalle la mano dura que aplicará para luchar contra la delincuencia y la inseguridad.
En política exterior, Sarkozy es mucho más proestadounidense que Chirac aunque prometió viajar a Berlín y a Bruselas inmediatamente para situar a Francia en el corazón de Europa, después del rotundo no al proyecto de Constitución continental
pronunciado en este país en 2005.
Su primera misión será designar a un primer ministro, formar gobierno --para el que ya comienzan a sonar nombres-- y obtener una mayoría de diputados en las elecciones legislativas del 10 y 17 de junio.
Hasta el último momento, Royal intentó convencer a los franceses de que su adversario quería dividir al país y manipulaba los sondeos. La socialista quiso convertir esta elección en un referéndum anti Sarkozy y presentó a su adversario como un ser
brutal, inestable e incapaz de ser un buen presidente.
En la primera ronda presidencial, Sarkozy se alzó con un 31 por ciento de sufragios y Royal con el 26 por ciento. En tercer lugar quedó el centrista François Bayrou, con más del 18 por ciento de los votos, que se convirtió en árbitro inesperado de esta segunda vuelta. Finalmente, sus electores se habrían inclinado casi equitativamente por Royal y Sarkozy.
La victoria de Sarkozy podría generar disturbios en los suburbios de París. Para evitar cualquier desorden, unos 3.000 policías están en estado de alerta en estos barrios marginales habitados en su mayoría por inmigrantes, que fueron llamados
"escoria" por el líder de la derecha.