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75% de jóvenes "Ni-Ni" son mujeres
Lo afirma un informe de la OIT. En la Argentina las mayores desigualdades se observan en los sectores de menores recursos y la tendencia crece
8 de marzo de 2016
Aún en pleno siglo XXI, ser mujer y joven implica un doble desafío para ingresar y desarrollarse en el mundo del trabajo. Sin desconocer los avances alcanzados durante las últimas décadas en el fortalecimiento de la igualdad de género, un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Fundación MasterCard alerta sobre las disparidades existentes entre hombres y mujeres de las nuevas generaciones. Según el informe “Joven y mujer: ¿un doble desafío?”, realizado en poblaciones de 15 a 29 años pertenecientes a 32 países que se encuentran en vías de desarrollo, tres de cada cuatro jóvenes inactivos (es decir, que no trabajan ni se encuentran buscando empleo) que no reciben educación formal, son mujeres. El documento sostiene que el 30% de las mujeres jóvenes no trabajan ni acceden al sistema educativo. La cifra duplica al porcentaje de varones que afrontan esta condición.
Entre las causas de estas desventajas se encuentran la falta de acceso a los recursos, los matrimonios y maternidades adolescentes y las formas de trabajo no reconocidas ni remuneradas -como las tareas domésticas y el cuidado de niños y adultos mayores-. Respecto a esto último, el informe señala que el 21% de las mujeres jóvenes adjudican su condición de inactivas a la necesidad de asumir estas responsabilidades familiares. En el caso de los varones, el porcentaje es de solo el 4%.
Tener hijos es otro de los aspectos de mayor diferenciación entre los jóvenes: si la paternidad empuja a los varones hacia el empleo, la maternidad genera el efecto contrario. El informe destaca que tres de cada cuatro padres jóvenes tienen empleo (83,6%), frente al 49% en el caso de las madres.
“La principal dificultad de las jóvenes para insertarse al mercado laboral tiene que ver con la expectativa social: las mujeres son vistas como referentes del hogar y la crianza de los hijos”, afirma Jésica Alfonso, coordinadora del programa “Acceder estudiando” de Mujeres 2000, organización que brinda becas de estudio a jóvenes de 18 a 25 años.
En nuestro país, las desigualdades de género en la inserción laboral se ponen de manifiesto principalmente entre los jóvenes pertenecientes a poblaciones de menores recursos. Según datos del informe “Juventud y vulnerabilidad social”, del Observatorio Social, en Argentina 2 de cada 10 jóvenes no estudian ni trabajan: el 66% de estos jóvenes “ni-ni” pertenecen a los sectores de menores recursos. En el caso de los varones, los “ni-ni” representan el 15% de la población; entre las mujeres, la cifra asciende al 24,3%.
“En contextos vulnerables, el bajo nivel educativo dificulta o limita la inserción laboral de las mujeres, especialmente si se convierten en madres muy jóvenes”, sostiene Alfonso. Sumado a esto, el mercado de trabajo les ofrece poca flexibilidad horaria para cuidado de sus hijos. En este contexto, el emprendedurismo se transforma en una opción ante la imposibilidad de trabajar en relación de dependencia.
“En los barrios de menores recursos, el desarrollo de emprendimientos les permite a las mujeres generar ingresos extras para la familia y organizar sus horarios para afrontar las tareas del hogar”, sostiene Leandro Schvartzer, Presidente de la Fundación PROEM, institución que promueve la inserción y el desarrollo laboral. Según el Reporte del Ecosistema Emprendedor de la Ciudad de Buenos Aires, el 48% de los emprendimientos porteños son liderados por mujeres: a diferencia de los varones, las emprendedoras desarrollan su actividad más por necesidad que por visión de oportunidad.
En relación a las estrategias para mejorar la situación de las mujeres jóvenes en el mundo laboral, el informe de la OIT menciona una serie de lineamientos, entre los que se destacan la necesidad de abordar las desigualdades en la distribución de las responsabilidades familiares, eliminar la discriminación en la contratación y en las condiciones de trabajo y superar los obstáculos que impiden su desarrollo en igualdad de oportunidades.
Estos lineamientos deben ser acompañados por acciones que favorezcan la inserción laboral de los jóvenes, principalmente de los pertenecientes a poblaciones en situación de vulnerabilidad.