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Quino ganó el premio Príncipe de Asturias
Un jurado de 18 miembros otorgó en Oviedo el prestigioso galardón al creador de Mafalda. A 50 años de su publicación llega el reconocimiento
21 de mayo de 2014
Con entusiasmo y solemnidad, Quino y Mafalda, dos argentinos de convicciones republicanas, han sido proclamados nuevos Príncipes de Asturias. Mafalda, 50 años, es la creación universal del mendocino Joaquín Salvador Lavado, 81 años, quien hoy ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
La distinción consta de una escultura diseñada por Joan Miró y 50.000 euros, además de un diploma y una insignia representativa.
Ha sido una larga marcha para esta nena de 6 años, contestataria, adorable, irreductiblemente honesta en sus críticas a un mundo que solo le merece apostrofarlo con su palabra más odiada:”¡Sopa!”.
Mafalda nunca se muerde la lengua, es “políticamente incorrecta”. Pero no se queda “en la contra”. Pide, exige, que las cosas cambien, que se respete a la gente, que se ame la vida en todas sus formas y nadie se sienta por encima de otros sagrados seres humanos. Mafalda odia la discriminación y el autoritarismo.
El inmenso talento de Quino, su compasión y ternura, acertó de pleno al enfocar las tiras desde un mundo de pibes, cada uno con una definida personalidad. Manolito, Felipe, Susanita, Miguelito, Libertad y su hermano Guille. Y los algo patéticos padres de Mafalda que representaban a la sufrida clase media argentina
Mafalda, un nombre italiano poco común en Argentina, arrebató primero a los argentinos y después al mundo entero. Es una de las compatriotas más populares en el extranjero junto al Che Guevara, el tango, Evita, Perón, Borges y Messi.
Nació el 29 de setiembre de 1964 en la legendaria Revista Primera Plana y este corresponsal, por entonces un pollo que integraba la redacción, fue testigo del acontecimiento que, después supimos, hizo historia hace 50 años.
La agobiada sensibilidad de Quino ante las atrocidades de la dictadura militar lo condujo a terminar con Mafalda en 1973. “Se me agotaron las ideas”, justificó. Después vinieron creaciones tan extraordinarias como Mafalda, dedicadas a un más público más adulto, más frustrado, irremediablemente argentino.
En 1976 marchó a un exilio que se prolongó en Milán y Madrid, donde el gobierno le otorgó en una reunión especial, la nacionalidad de sus padres, inmigrantes andaluces.
Su trabajo ha sido reconocido con numerosos premios internacionales como la medalla de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 2012, Caballero de la Orden Isabel la Católica en 2005, Humorista Gráfico del Año del Salón Internacional de Montreal (1982), dos Konex de Platino de Artes Visuales-Humor Gráfico (1982 y 1992) y el Konex Especial (2012), el Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos (2000) y el Romics de Oro (Roma, 2011).