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La Democracia y sus 30 años de sueños
Se cumplen tres décadas de las elecciones del 30 de octubre de 1983 que consagró a Alfonsín. Primera derrota del peronismo. El inicio de una nueva era
30 de octubre de 2013
En una quinta de la zona norte del conurbano bonaerense, Raúl Alfonsín , rodeado de su familia y los dirigentes de peso del Movimento de Renovación y Cambio de la Unión Cívica Radical eran testigos de las novedades que la televisión de 14 pulgadas desgranaba como una catarata de votos: el abogado nacido en Chascomús era el nuevo presidente de los argentinos.
“¡Cagaste Raúl, ganamos!”, grito en broma el economista Bernardo Grispún, quien luego fuera su ministro de Hacienda, y todos rieron y festejaron con una emoción que aún conmueve a quienes estaban allí presentes.
Era la noche del inolvidable domingo 30 de octubre de 1983, cuando los argentino, luego de siete años de oscuridad de la Dictadura volvía a votar luego de una década, y daba inicio al proceso de Democracia, que hoy cumple 30 años, y es el más extenso de su historia.
Sin búnkers de festejo, ni bocas de urnas, ni operadores o periodistas “informando” con tecnología al cierre de los sufragios, los argentinos debieron esperar hasta casi las 22 de ese domingo para comenzar a intuir que algo estaba por cambiar cuando la tendencia de los votos, que se informaba desde el Centro Cultural San Martín, parecían irreversibles a favor de la UCR.
Algo se intuía desde horas previas, la campaña construida por Alfonsín, que casi comenzó con el levantamiento de la veda a los partidos políticos que tuvo que hacer la Dictadura tras la derrota en la Guerra de Malvinas, había ganado fuerza fundamentada en la defensa de las acciones republicanas, los derechos humanos y la renovación política.
Cuatro días antes de aquellos comicios fundamentales en nuestra historia, la UCR con Alfonsín a la cabeza, realizó un histórico discurso en la 9 de Julio que juntó más de un millón de personas, con muchos jóvenes, que palpitan un país diferente.
Fue el acto del cierre con el emotivo preámbulo de la Constitución por parte del candidato y ese saludo característico de las manos unidas sobre su hombro izquierdo, que había nacido tres meses antes en una producción publicitaria de campaña de casualidad.
En el mismo escenario, dos días después (27 de octubre) el peronismo, con todas sus internas desatadas, realizó el acto de cierre de campaña –mientras la UCR lo hizo en Rosario—en la jornada donde el candidato a gobernador bonaerense, Herminio Iglesias, quemó un cajón fúnebre con una corona que simbolizaba el escudo de los radicales.
En Ese escenario estaban el candidato del PJ, el ex presidente provisional Italo Luder, una figura sin carisma y que parecía estar sometido a una presión que lo superaba, junto a la cúpula sindical, encabezaba por Lorenzo Miguel y su poder desmedido.
Diez días antes, el 17 de octubre, durante el acto de la lealtad, en la cancha de Vélez, las internas estallaron cuando en pleno discurso del secretario de las 62 organizaciones, en el campo de juego se desataba una batalla campal entre sindicalistas y militantes.
La denuncia de un supuesto “pacto sindical-militar” entre le PJ y las Fuerzas Armadas denunciada por Alfonsín y las agresiones internas y externas del peronismo alejaron a los nuevos votantes y la clase media que se dejó seducir por la renovación de Alfonsín.
Fue la primera derrota del peronismo que hasta cedió la provincia de Buenos Aires Fue la bisagra de una renovación también en el partido del eterno general, pero ahora sin Perón.
Nacía una nueva Argentina, difícil, festiva, soñadora, con deudas pendientes y con mucho para hacer, pero esa ya es otra historia, la que comenzó con el voto de aquel 30 de octubre de hace tres décadas