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Presidente de la CAME con el papa Francisco
Le entregó un documento con los detalles de la campaña que impulsa en todo el país para lograr el cierre de los comercios los domingos y destinar esa jornada al descanso y la vida familiar
5 de junio de 2013
El presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Osvaldo Cornide, se entrevistó hoy con el papa Francisco en el Vaticano y le entregó un documento elaborado por la entidad con los detalles de la campaña que impulsa en todo el país para lograr el cierre de los comercios los domingos y destinar esa jornada al descanso, la reflexión y la vida familiar.
Esta medida fue apoyada por Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires.
A continuación, los principales puntos del trabajo sobre el que se sustenta la campaña de cierre dominical:
· El avance de la globalización ha traspasado las fronteras económicas, sociales, culturales, políticas y tecnológicas para introducirse a pleno en la vida de la sociedad. Pero sus efectos no siempre son saludables. Ese proceso mundial, que integra y desintegra simultáneamente, ha modificado las relaciones humanas, los hábitos, y las costumbres de los individuos.
· Una de las manifestaciones fehacientes de esas modificaciones es la anulación del descanso dominical, que desintegra las familias y disgrega las sociedades.
· En la Argentina, este proceso se profundizó a partir de 1991, cuando la desregulación económica impulsó la instalación indiscriminada de grandes hipermercados y shoppings a lo largo del país. Estas estructuras de vanguardia para la época, que se diferenciaban por abrir de lunes a lunes, propagó efectos negativos a la unidad básica de la sociedad, la familia, minimizando el encuentro familiar dominical, y el disfrute de actividades sociales y culturales que durante siglos contribuyeron a mejorar el espíritu, la salud y la satisfacción de los individuos.
· Si a fines de la década del ’80 había solo 2 shoppings en el país, a fines de los ’90 existían 48, y en 2012 había 107. En el sector de autoservicios, la evolución fue similar: de los 8.672 establecimientos activos que hay en la Argentina, 1.345 son bocas de hipermercados que concentran 60 % de las ventas del sector.
· Simultáneamente, las mediciones sobre satisfacción de los argentinos con su vida no evolucionaron positivamente, y entre los principales flagelos manifestados se encuentra el exceso de empleo o la falta de tiempo para compartir con familia y amigos.
· Los grandes grupos económicos defienden el trabajo dominical argumentando que una medida contraria implicaría la reducción del personal y el empleo. Pero sus argumentos son retóricos y falaces. Los hipermercados y shopping destruyen más empleos de los que generan.
· A su vez, sus efectos sobre la vida familiar son negativos: en la medida que esas grandes cadenas han decidido abrir sus puertas los domingos, el pequeño y mediano empresario se ha visto impulsado a la misma operatoria para sobrevivir y evitar la pérdida de miles de puestos de trabajos.
· El impacto de la dinámica comercial donde se trabaja de lunes a lunes es la pérdida de bienestar. Si bien muchos comercios asignarán a sus empleados una jornada libre, ese día ‘franco’ suele caer en la semana, cuando la prisa del trabajo y de la producción ligera impiden que el trabajador pueda descansar en las condiciones requeridas para llevar adelante una vida plena, tanto en su plano material como espiritual.
· El mismo efecto se produce sobre el empresario PYME, especialmente el pequeño, que conforma el 80 % del universo de comercios del país. Esos comercios requieren la presencia permanente de su propietario, porque su estructura les impide rotar el personal, desarticulando con ello la familia.
· El Estado debe garantizar al trabajador un digno descanso semanal. Pero no cualquier día. Sino el día donde el descanso sea un objetivo compartido por la mayoría de los miembros de la sociedad, y en la Argentina ese día es el domingo.
· El consumo es el movilizador de la producción, del empleo y la inversión, y en la Argentina, el 79 % del PIB se explica por la demanda de consumo. Sin embargo, tan real como eso, es que la apertura dominical no incrementa el consumo de la sociedad. Las familias tienen un presupuesto limitado en el mes. Si los comercios no abren los domingos, lo que el individuo deja de adquirir en esa jornada será comprado otro día. Es decir, no habría reducción del consumo, ni de la producción, ni el empleo.
· La anulación del tiempo de descanso es una de las problemáticas individuales y sociales más graves que enfrenta la sociedad moderna. Esa problemática genera efectos como el agotamiento físico y mental del trabajador, problemáticas derivadas de la ausencia de un miembro familiar en el tiempo de descanso o encuentro, y los efectos que se producen en el seno de la sociedad. Cuando los que deberían ser tiempos de encuentro se transforman en desencuentros o momentos de consumo, se fragmentan las relaciones vinculares y la sociedad queda dominada por relaciones funcionales.
· En los últimos 23 años, se han sucedido cambios sustanciales en los comportamientos sociales inspirados en el pragmatismo económico, sin reparar en su impacto sobre la dignidad de las personas y la integridad de la sociedad.
· Pero frente a la cadena de efectos adversos que fueron generando esas políticas despreocupadas del ser humano y la familia, desde mediados de los ’90 la CAME viene trabajando para lograr el cierre dominical de los comercios. Se han realizado acciones y gestiones en todo el país. Se ha presentado un proyecto de Ley al Congreso Nacional. Y se ha trabajado junto a provincias y municipios para avanzar en legislaciones locales que suplan la ausencia de una legislación nacional.
· Esas acciones están inspiradas en la convicción consensuada entre empresarios y trabajadores, de que solo reafirmando el derecho al digno descanso, revalorizando el día domingo, y realzando el encuentro vincular durante una jornada compartida, se podrá garantizar la armonía del individuo, de la familia y de la sociedad.
· La unión familiar, y el tiempo del individuo para relacionarse con sus vínculos, es la base de la unión de los pueblos. Es la fuente de alegría de las personas, el lugar donde se gestan sus valores, donde se aprende a escuchar y ser escuchado, donde se siembran las semillas de la vida espiritual hoy opacada por un mundo donde el plano material se ha impuesto como prioritario. Solo recuperando esos espacios comunes, invadidos por el consumo ligero, la Argentina podrá comenzar un proceso de transformación hacia una sociedad inspirada por la inclusión, la integración, el respeto, la solidaridad y la justicia.