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Ciccone: ¿empresario K dueño de Old Fund?
Vandebroele, cercano a Boudou, dijo que el ex banquero menemista Moneta, ahora dueño de medios K, estaba detrás del negocio de los billetes
16 de noviembre de 2012
El escándalo de la ex Ciccone recibió un giro inesperado luego de que Alejandro Vandebroele, señalado como testaferro del vicepresidente Amado Boudou y ex presidente de Ciccone Calcográfica, dijo por escrito que The Old Fund, la empresa que fue controlante de la ex Ciccone hasta su nacionalización, es propiedad del financista Raúl Moneta, dueño de la oficialista revista El Guardián y devenido rabioso ultrakirchnerista luego de haber sido mascarón de proa del mundo de los negocios durante el menemismo.
La información fue publicada por Página/12, lo cual reflejaría que el kirchnerismo, con tal de eximir de culpas a Boudou, está dispuesto a dejar caer a algunos nuevos amigos.
En el escrito, el ex titular de Ciccone dice que la financiación fue aportada por Cooperativa de Crédito Marítima del Sur, Federalia Sociedad de Finanzas, Maxifarm y que todos esos aportes de dinero están unificados en cabeza de Mayer Business Corporation, que es propiedad de Raúl Moneta y que fue la misma sociedad que realizó el primer aporte de capital en The Old Fund a través de la accionista uruguaya Dusbel, en octubre de 2010.
En las 110 páginas entregadas en el juzgado de Lijo, Vandenbroele presentó los comprobantes de los giros de dinero y del entramado de sociedades a través de las cuales demostraría que Moneta se garantizó la devolución de los fondos y la familia Ciccone se aseguraba que cuando la empresa se normalizara la recuperaría. Vandenbroele reitera que no tiene ninguna relación con el vicepresidente Amado Boudou y que todo empezó cuando fue contratado por Guillermo Reinwick, yerno de Nicolás Ciccone.
En el texto sostiene que hubo un convenio de confidencialidad para que Vandenbroele trabajara en el salvataje de la calcográfica, la única impresora privada de billetes.
Preocupado por liberar al vicepresidente, Página/12 se encarga de señalar que Boudou "no aparece señalado en ninguna parte del expediente, pero sus acusadores siempre hicieron sobrevolar la sospecha de que era el verdadero propietario de The Old Fund o que lo era su amigo José María Núñez Carmona. El magistrado y el fiscal tendrían ahora, por primera vez, una larguísima explicación de cómo se hicieron las cosas, pero habrá que ver las pruebas y si la evidencia deja agujeros negros o no".
Vandenbroele afirma que parte del "secreto profesional" que debía guardar incluía a los financistas del salvataje.
Para Página/12, con el escrito "pone fin a ese secreto: según fuentes judiciales, sostiene que detrás del entramado de empresas extranjeras y financieras está, desde el comienzo de la operación, el aval económico de Moneta. Vandenbroele consigna que se recurrió a él por ser experto en la compra de empresas en crisis. Siempre según lo afirmado en el escrito por el ex titular de Ciccone, los acuerdos se hicieron porque la imprenta estaba quebrada y el juez de la quiebra le había entregado la maquinaria al principal competidor, Boldt S.A. Eso colocó a la familia Ciccone al borde de perder todo y por ello Reinwick contrató a Vandenbroele".
Fuentes judiciales describen que Vandenbroele explicó en el texto el origen de los fondos y aportó todos los contratos financieros confidenciales, a la vez que el detalle de todas las empresas por las cuales The Old Fund obtuvo dinero mediante préstamos financieros que fueron depositados en la cuenta bancaria de la empresa del Banco Macro, propiedad de Jorge Brito, y desde la cual se fueron inyectando los fondos para el funcionamiento de la imprenta. En el texto Brito no figura como financista, aunque no deja de ser un dato que el ex gerente del Macro, Máximo Lanusse, terminó siendo parte del directorio de The Old Fund y de Ciccone.
Vandenbroele explicaría en el escrito el papel que cumplieron las sociedades Tierras Internacional Investment (Holanda), Dusbel (Uruguay) y European Advisory Panel (USA) para aportar el dinero para levantar la quiebra y luego mantener la imprenta andando. De acuerdo con su relato, en el entramado de sociedades parte quedó a nombre de Reinwick y parte a nombre de Moneta. Esto –siempre según Vandenbroele– fue confidencial y era la manera en que Moneta se garantizaba la devolución de dinero, con un importante interés, y los Ciccone el reintegro de las acciones cuando la empresa estuviera normalizada. Vandenbroele dice que su ganancia en toda la transacción iban a ser importantes honorarios. De hecho, empezó a cobrarlos de la propia Compañía de Valores Su-damericana (CVS), nuevo nombre de la imprenta, pero que todo naufragó con la nacionalización.
De acuerdo con el relato que figura en la presentación ante Lijo, el objetivo fue salvar a Ciccone de la quiebra. Durante la presidencia de Olga Ciccone –detallaría el texto– se le solicitó a la AFIP, que había pedido la quiebra, un plan de facilidades de pago de la deuda. Es en ese expediente que se le pidió opinión al Ministerio de Economía, entonces a cargo de Boudou. Vandenbroele relata que esa solicitud fue finalmente rechazada y por ello tuvo que actuar él, en su primer acto como presidente de Ciccone. Presentó entonces un segundo plan de pagos de la deuda, que es el que la AFIP aceptó. Vandenbroele defiende su gestión diciendo que las cuotas fueron pagadas y que la empresa se mantuvo andando, en esencia porque contó con el dinero de Moneta, el hombre que a través de The Old Fund habría financiado el rescate.
Todo indica que a Lijo y Di Lello los esperan semanas y semanas de trabajo para evaluar al detalle las implicancias de esta historia y la documentación aportada.