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Estrenos de verano: una sólida y revisionista crítica antibélica
Dirección de Eastwood y producción de Spielberg. "La conquista del honor" es un fuerte alegato contra el uso político de los ex combatientes de Iwo Jima. Va por el Oscar
23 de enero de 2007
“La conquista del honor”, candidata al Oscar como mejor película, llega a las salas cinematográficas con tanta información sobre sus espaldas que es difícil concentrarse únicamente en la película como una obra aislada. Por eso, para empezar, conviene desmalezar y separar lo que rodea el filme de lo que la película ofrece en sí misma.
La historia de este nuevo trabajo de Clint Eastwood (y producida nada menos que por Steven Spielberg) comienza cuando el veterano actor y director se topa con el libro “Flags of our Fathers”, escrito por James Bradley, hijo de uno de los sobrevivientes de la batalla de la isla japonesa de Iwo Jima, decisiva para el curso de la Segunda Guerra Mundial.
En ese libro, Bradley cuenta la historia de la fotografía más famosa de aquel conflicto bélico, esa imagen tomada por el fotógrafo Joe Rosenthal que muestra a seis soldados estadounidenses levantando el mástil de una bandera sobre uno de los montes de aquella pequeña isla defendida por 22 mil soldados japoneses.
En su obra, el autor del libro revela que no hubo una sino dos banderas. La primera fue plantada por una avanzada de soldados que se aventuró dentro de las líneas enemigas hasta descubrir que el terreno estaba “libre”. Esa primera bandera tuvo que ser arriada por caprichos políticos y, en su lugar, se levantó algunos minutos después un segundo mástil, el famoso, el que recorrió el mundo impreso en papel.
Todos los integrantes del pelotón que plantó la bandera original murieron en esa cruenta batalla que se extendió durante 35 días. En cambio, de los seis soldados que izaron la segunda bandera, tres lograron sobrevivir. Y su imagen, popularizada a través de los medios por todo el territorio de los Estados Unidos, fue luego utilizada por el gobierno de ese país para recaudar más fondos para la guerra.
La historia que retoma aquí Clint Eastwood es, precisamente, la de esos tres sobrevivientes. Los tres soldados que fueron sacados del campo de batalla y llevados los Estados Unidos para ser colocados, efímeramente, en el pedestal de los héroes de la nación. El fin de esta operación era recaudatorio. Así como se les había pedido que combatieran en el Pacífico, ahora el gobierno les pedía que alentaran al pueblo americano a comprar bonos del Estado para financiar la campaña bélica.
“La conquista del honor” juega en dos tiempos. Por un lado, la narración de la batalla en sí misma, que nos recuerda las imágenes de “Rescatando al soldado Ryan”, aunque con algo menos de sangre y con rostros más anónimos. Por otra parte, se cuenta el retorno de los tres soldados a su tierra natal, donde se ven absorbidos por una maquinaria gubernamental que sólo busca exhibirlos para sacar réditos económicos.
En el primero de los registros del filme, el puramente bélico, queda claro que es difícil buscar héroes en una guerra, en la cual los soldados mueren casi azarosamente, dependiendo de dónde caiga el próximo proyectil. Aunque también debe señalarse que, a diferencia de lo que ocurre en otra excelente película sobre la guerra del Pacífico como “La delgada línea roja”, los personajes de Eastwood parecen no depender demasiado de su propia voluntad. Si bien es igualmente cruenta, la guerra de “La conquista del honor” es más fatalista y menos humana.
La que vale aquí es la otra historia. El modo en que los soldados “Doc” Bradley, Rene Gagnon y Ira Hayes (magníficamente interpretados por Ryan Phillippe, Jesse Bradford y Adam Beach) son recibidos en su suelo y cómo quedan presos entre la pesadilla de la guerra y la superficialidad de la alta política. Cómo cada uno de ellos se reconoce o se escapa frente al rol de héroes que la sociedad les asigna, ignorando de manera más o menos deliberada la verdadera historia ocurrida en Iwo Jima y el recuerdo de los que no volvieron.
La impresión de Eastwood al leer el libro “Flags of our Fathers” fue tal que decidió hacer no una película, sino dos. La primera es la historia de estos tres sobrevivientes y la utilización política que se hizo de su imagen. La segunda lleva por título “Cartas desde Iwo Jima” y se propone contar la misma batalla pero desde el lado japonés. Dicen quienes ya la vieron que es aún mejor que “La conquista del honor”. Ya lo sabremos el 15 de febrero, cuando se estrene en la Argentina. Si es verdad que ésa es la gema del binomio estaremos, sin dudas, ante una gran película.