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Era de aquí, era de allá
Facundo Cabral recorrió la vida como muy pocos artistas. Sin límites, sin fronteras, abierto a todas las experiencias: Un ser de un pensamiento único
9 de julio de 2011
Por Roberto Aguirre Blanco
Una bala, la muerte misma, no podrá apagar el vuelo libre del pensamiento de Facundo Cabral que transitó su vida de artista con las banderas de los sueños, del pensamiento y de amor al hombre, para él, el humano más sensible de la Tierra.
Esa mirada optimista, profundamente humana fue la filosofía de vida del cantante que hace más de cinco décadas tomó su guitarra y salió de un pueblito de la provincia de Buenos Aires, para conocer el mundo desde arriba de un escenario y desde la interrelación con cada uno de los seres que se fue cruzando en su rica vida.
Fue músico y desde ese lugar interpretó melodías profundas y cantos a la vida. Fue poeta, y tuvo el talento para describir con simpleza hechos y sensaciones eternamente complejas de la condición humana. Fue artista completo y supo colaborar y trabajar con los mejores de su generación. Y, también fue militante de la vida, de la libertad y un humorista con un querible aire a fabulero.
Su canción emblemática, "No soy de aquí, no soy de allá", describía con certezas el camino que eligió para recoorer en la vida y que a los 74 años, casi sin vista, pero con la fe intacta en su arte, lo hacía recorrer escenarios del mundo como si fuera un joven de 20 años.
Sin destino y sin fronteras, con su guitarra como herramienta para cantarla la mundo sus verdades, Facundo se tomó muy en serio esto de "gozar cada paso y cada instante" y alimentó su cabeza "sin límites" y fundamental amó, o al menos intentó hacerlo sin traicionarse.
Fue el trovador pensante desde los escenarios en los intensos años ochenta, cuando ya había pasado la etapa de la revolución y los sueños frustrados, y solo, desde ese lugar privilegiado del centro de la escena, se convirtió en un gurú de la autoayuda sin proponérselo, cuando ese concepto no era un tema de marketing.
Siempre dijo que era un tipo de suerte y su vida pareció recorrer ese camino, como cuando una mañana le dijo a su madre Sara, una docente que estaba al frente de una escuela de Tandil, su idea de "comerse el mundo" con la única compañía de su guitarra.
Y esa mujer, que fue también el centro de impulso de su historia, de donde salió y a donde siempre volvió en estado físico o pensamiento, tuvo la visión de aumentar su alas y prometerle un enojo muy grande si se arrepentía y hacía de su vuelo , un viaje corto.
Caminó con Jorge Luis Borges, tomó café con Ray Bradbury, se miró en silencio muchas veces con la Madre Teresa, habló y escuchó a miles de personas sin nombre pero con la sabiduría de la vida que él, desde su condición natural de narrador único supo contar en sus espectáculos.
Quienes tuvimos la suerte -y fuimos muchos-de estar sentado en una platea de unos de sus espectáculos, vivimos la experiencia de sumergirse en un viaje único, donde las cinco o seis canciones de siempre estaban en dos horas de concierto, y en el medio una catarata de relatos, pensamientos y espejos a la vida que sabían conmover.
La salud le jugó varias veces malas pasadas, pero con una actitud de lucha de y voluntad para reponerse lo llevó a ganarle batallas muy duras y salir de esas situaciones mas fortalecido, aunque su cuerpo dijera lo contrario.
Y como buen vagabundo cantor y pensador volvió a las rutas, porque sin ellas no podría subsistir, era su esencia y quizás hasta esta muerte ridícula, gratis, pero no lejana a la existencia de alguien que nunca se puso límite, parece tener sentido, aunque sea una tragedia para quienes lo seguían.
Muchos hoy desearían poder volver a escucharlo para que también contará como un anécdota más este momento sin sentido de su muerte bajo las balas en un país tan lejano a su Tandil pero tan cerca de su mundo. Seguro que estaría perdonando.
facundo está ahora allí, tirado en una playa mirando el cielo como en su canción, sin porvenir, ni edad y siendo feliz, porque era su mejor documento de identidad.
"No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón "..
Tenés razón Cabral, buena gira.