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El Obelisco: 75 años de memoria viva para los porteños
Este lunes el símbolo de Buenos Aires cumple su aniversario de diamante. Fue construido en 1936 en tiempo récord. Tres años después estuvo a punto de ser demolido
22 de mayo de 2011
El símbolo de Buenos Aires, el Obelisco, cumple 75 años este 23 de mayo y no solo es testigo vivo de la historia de la ciudad y el país, sino que también es un sobreviviente ya que pocas horas de su estreno estuvo a punto de ser demolido.

Fue en la década del 30, cuando el intendente Mariano de Vedia y Mitre decidió terminar un proyecto: crear un monumento en forma de Obelisco y el trazado de una avenida de 144 metros de ancho: la 9 de Julio.

Para construirla hubo que derribar la iglesia de San Nicolás de Bari (que dio origen al nombre del barrio) y ensanchar varias calles, como la actual avenida Corrientes.

Allí se construyó la Plaza de la República y se empezó a pensar en un monumento. Por debajo pasarían tres líneas de subterráneos.

"Fue muy fuerte lo que se hizo para revalorizar el centro y ponerlo en escena. Nada frenó ese impulso modernizador y esa injerencia que tenía la entonces Municipalidad de Buenos Aires", explicó el historiador Ricardo Watson.

La obra, en manos del arquitecto Alberto Prebisch, fue construida en el tiempo récord de dos meses y costó 200.000 pesos moneda nacional de aquel entonces.

El 23 de mayo de 1936, el presidente de la Nación, general Agustín P. Justo, lo inauguró para conmemorar el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires.

Las primeras voces se hicieron oír. Lo llamaron "tachuela monumental" y "armatoste monstruoso de latón". Los políticos opositores de la época dijeron que "no servía para nada" y exigieron derribarlo.

Tenía sólo tres años cuando en el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires se aprobó por mayoría su demolición. Pero el intendente de la ciudad vetó la ordenanza.

Fue en ese contexto que la mayoría de los porteños no entendió (o no pudo entender) por qué en el centro de la ciudad se había elevado una "aguja de cemento" y no un puente, un arco o una estatua. Pero con el tiempo, el Obelisco comenzó a convertirse en un símbolo que definió en todo el mundo a Buenos Aires.

En 1939 un desocupado, Carlos Rodiño, amenazó con arrojarse desde lo alto, pero desistió cuando le prometieron un puesto de ordenanza en el Ministerio de Hacienda.

Ya convertido en un ícono de los porteños, en diciembre de 1973 y con la ayuda de un helicóptero, el Obelisco fue convertido en un árbol de Navidad. Allí, en 1978 y en 1986, todo Buenos Aires dio la vuelta olímpica junto con los dos campeonatos mundiales obtenidos por la selección argentina de fútbol.

En 1987, se arrojó líquido desde sus ventanas, manchando de un rojo oscuro las cuatro paredes externas. Una verja de dos metros se elevó a su alrededor, para protegerlo de intrusos y, a su vez, de grafitis.

El 1° de diciembre de 2005, el Obelisco fue vestido de forma singular: fue envuelto en un gran preservativo de color rosado para conmemorar el Día Internacional de la Lucha contra el Sida.

Los alrededores del Obelisco, también fueron cambiando: un McDonald's ocupa, desde 1999, el tradicional edificio de El Trust Joyero, sobre la avenida Corrientes.

En los últimos años, las novedades se instalaron por Diagonal Norte, donde fueron colgados inmensos carteles LED que sorprenden a los visitantes; también hay una boletería de entradas a espectáculos con el 50% de descuento: todo tiende a parecerse a la conocida zona de Times Square, en Nueva York.

El lunes, a las 15:00, se conmemorará el aniversario del monumento y se repondrán cuatro placas faltantes.

Son 75 años de dichos populares, canciones y rodajes de películas en su nombre. "No fue el Teatro Colón, ni la estación de Retiro, fue el Obelisco el que se transformó en la quinta esencia de la ciudad", remata el historiador Watson.

Hoy, decenas de turistas diarios se retratan con el Obelisco a sus espaldas. Es la forma de confirmar: "Yo estuve en Buenos Aires".