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La casa de Bin Laden convertida en centro turístico mundial
Cientos de personas de Pakistámn y otros lugares se acercan adonde fue abatido el líder de Al Qaeda y ya se parece a una zona turística y hasta de culto
5 de mayo de 2011
Bilal Mustafa es una noticia tranquilizadora para quienes temen que el lugar donde fue abatido Osama Bin Laden se convierta en santuario de yihadistas. Tres días después de su muerte, este empleado de un concesionario de coches de Lahore inició el viaje de siete horas que le puso a las puertas de Abbottabad.
Pero no ha venido armado ni tiene entre sus objetivos honrar como mártir al líder de Al Qaeda. Se conformaría con poder hacerse una foto sin que media docena de personas aparezcan en el encuadre. "Pensé que vería algo más", dice algo decepcionado frente a los muros de tres metros de altura y los guardias que impiden acceder al interior del complejo.
Periodistas, turistas, curiosos y los primeros comerciantes de recuerdos han roto la tranquilidad de este lugar rodeado por los montes Sarban, a dos horas en coche de la capital de Islamabad. Un vendedor ambulante anuncia con la bocina de su motocicleta ofertas especiales en ramos de flores, mientras otro empuja un carrito de helados. Varios niños se acercan a los visitantes ofreciendo supuestos restos del helicóptero estadounidense siniestrado durante la Operación Gerónimo que terminó con Bin Laden. "Es auténtico, un tornillo de la hélice", dice Ahmad, que lo ofrece por cinco dólares.
Las fuerzas de seguridad pakistaníes impidieron el acceso a la calle donde se encuentra la vivienda en las horas posteriores a la noticia, después lo reabrieron y más tarde lo volvieron a cerrar, alarmados por la cantidad de gente que se acercaba. Unos se suben a las azoteas de las casas cercanas y otros tratan de ver algo a través de las rendijas de las dos puertas metálicas de la mansión, la mayor del barrio con más de 1.000 metros cuadrados de espacio construido.
Los vecinos de la zona compiten por contar a los reporteros las historias más improbables. Los hay que aseguran haber conocido al jefe de Al Qaeda en persona, a pesar de que nunca salía de su casa, comerciantes que no pueden ocultar su orgullo al mencionar que sus pollos se servían en la mesa de Bin Laden y residentes que, como Saadia, dicen haber tenido una relación "casi de amistad" con una de las esposas del fugitivo saudí. "Tenía dos mujeres y a veces hablaba con una de ellas. Me contó que sus hijos tenían un tutor en casa y que no iban al colegio", asegura.
Un museo para Abbottabad
Entre los conseguidores que han surgido alrededor del complejo hay varios pakistaníes que prometen fotos exclusivas del interior de la casa y ofrecen poco creíbles entrevistas con el supuesto personal doméstico. Pakistán mantiene en la vivienda y sus alrededores a decenas de personas trabajando en la investigación sobre lo sucedido la madrugada del lunes, cuando comandos especiales americanos descendieron sobre este barrio en helicópteros, asaltaron el refugio y mataron de un único disparo en la cabeza al autor de los atentados del 11-S. Todo sucedió en 40 minutos y a unos pocos cientos de metros de la principal academia militar del país.
Tres operarios utilizan un metro para medir el perímetro de la guarida donde se produjo la acción y la altura de los muros, uno de los cuales tiene pintado un anuncio del "colegio para niñas Jamia". Entre los curiosos que llegan campo a través hay un grupo de escolares de secundaria. Mohamed Omer, de 15 años, apunta con su teléfono móvil a la casa y retrata a sus compañeros antes de anunciar que piensa colgar la imagen en Internet.
El Gobierno de Islamabad no ha anunciado qué piensa hacer con la mansión. Mientras unos vecinos piden que se derribe, otros han visto la oportunidad y sugieren un museo que atraiga a nuevos visitantes. Abbottabad ha sido un popular destino de turistas desde que fue fundada por el oficial británico James Abbott en 1853. Jubilados y visitantes de fin de semana han disfrutado de su paisaje, su clima y lo poco que queda de la arquitectura colonial del siglo XIX. La ciudad cuenta desde ahora con una nueva atracción: Binlandia, el parque temático del terrorismo.