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La candidatura presidencial de Cristina se lanza en julio
Lo sugirió la propia senadora. Y el presidente insistió en su idea de no presentarse. Dijo que en Santa Fe el candidato será Bielsa, y elogió a Scioli y a De la Sota
24 de diciembre de 2006
Néstor Kirchner eligió una conversació informal con el diario Clarín para trazar su balance del año y dar algunas pistas sobre los pasos que dará el gobierno en materia de candidaturas para el 2007.
Dijo que quiere reservas en 50 mil millones de dólares (están ahora en $ 31 millones).
Sobre las presidenciales, dijo: "No me olvido de las elecciones. ¿Cómo me voy a olvidar? Pero prefiero no anticipar la campaña ni las candidaturas".
Elogió y eligió palabras cálidas para Daniel Scioli, ungido por él para pelear en la provincia de Buenos Aires.
Acepta que Rafael Bielsa será el candidato en Santa Fe y que la batalla contra Hermes Binner no resultará nada sencilla.
Los socialistas han perdido para él buena parte de la consideración que alguna vez les tuvo, quizás porque no quisieron acompañarlo en jugadas como la reforma de la Magistratura o la incorporación de Héctor Polino al poder.
Describe el rompecabezas político de Córdoba que no sabe cómo armar y ensalza la gestión de José Manuel de la Sota.
Kirchner insiste en que el año que viene no será candidato. No es una novedad: se lo dijo hace semanas a Jorge Obeid y también a Scioli y a De la Sota.
"Me quiero dedicar a renovar al peronismo. A integrarlo como pilar de una fuerza de centroizquierda, moderna. Eso es muy difícil hacerlo cuando se debe gobernar y más en una situación de crisis como la que me tocó a mí", dijo Kirchner.
Menciona como un gusto la posibilidad de escribir un libro sobre sus cuatro años con un relato de momentos políticos y anécdotas inconvenientes de ser revelados hoy mismo.
Y hasta se anima a ensayar un balance precoz: "Lo primero que me vino a la cabeza el día que asumí fue cómo iba a hacer para llegar al 2007. Falta poco para lograrlo y dejaré un país mejor que el que recibí. Ninguna maravilla, pero claramente mejor".
Sonríe cuando se le interroga si la candidata puesta, entonces, será Cristina Fernández.
Al Presidente le encanta entretenerse con la incógnita. "Esa candidatura se definirá recién en julio. No antes. Hay mucho tiempo. Y la oposición debe todavía jugar sus cartas. Que las juegue primero", desafía.
El apunte más intrigante quedó en la boca de Cristina un segundo antes de abandonar la reunión: "Yo lancé mi candidatura a senadora por Buenos Aires un 7 de julio", disparó como si se tratara del respeto a una cábala.
Kirchner elogió a Raúl Alfonsín: "Es el ex presidente que más virtudes tuvo. Que luchó por cosas que creía. El juicio a las Juntas Militares fue un hito en la historia mundial. Le reprocho las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Pero la política obliga muchas veces a esos retrocesos".
Kirchner no opinaba de ese modo tiempo atrás del líder radical. Era más severo y era también mucho menos comprensivo. La realidad del poder pudo haberlo domesticado.
Un latigazo fue la derrota en Misiones. Y lo admite. Jura que desde aquel domingo funesto para él nunca más habló con el gobernador Carlos Rovira.
No desea involucrarse en el escándalo político que sacude a La Rioja por la reelección indefinida que defiende Angel Maza, heredada de los tiempos de Carlos Menem.
Otro azote es el enigma que rodea la desaparición del albañil Jorge Julio López. Kirchner está casi seguro —al parecer por intuición, no por pruebas— que en el episodio han estado involucrados policías fuera de servicio ligados al ex comisario Miguel Etchecolatz, que recibió por el testimonio de López la condena a prisión perpetua.
Kirchner cree que muchos periodistas subestimaron su política sobre los derechos humanos. Cristina comparte esa percepción. La describieron, recrimina, como una decisión sin costos y sin riesgos. "López es una demostración de los peligros que existen. Hay resabios de la dictadura que todavía no se disolvieron. Pero en ese campo nada me va a hacer retroceder", dice.
Supone momentos de tensión cuando empiecen a desarrollarse los juicios contra los ex represores. Aunque apunta, sobre todo, a uno de ellos: el que tendrá como protagonista al sacerdote Cristian Von Wernich, capellán de la Policía bonaerense cuando la jefatura de esa fuerza estaba a cargo del general Ramón Camps. Se lo acusa de haber sido partícipe en 45 casos de secuestros y torturas, tres homicidios y la apropiación de un menor. "Sería una buena ocasión para que la Iglesia me acompañe", reflexiona.