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Duhalde contraataca: "El Estado está ausente y no hay gestión"
El precandidato presidencial del Peronismo Federal negó, tras las acusaciones K, tener vinculación con el Partido Obrero. Teme que lo ataquen en la calle
28 de diciembre de 2010
El precandidato presidencial del Peronismo Federal, Eduardo Duhalde, advirtió, tras las acusaciones del Gobierno nacional de estar involucrado en los desmanes que ocurrieron en la estación Constitución la semana pasada, que, desde que falleció Néstor Kirchner, se hizo evidente el Estado ausente, y advirtió que teme que lo ataquen en la calle.
"Hay una absoluta falta de capacidad de gestión", atiza, en diálogo con La Nacion, al tiempo que critica que para afrontar el grave problema de la seguridad ciudadana se haya nombrado a Nilda Garré, una funcionaria que, a su juicio, "no tiene experiencia".
Además, advirtió: "Lo que hace conmigo el Gobierno es una agresión, diga que hay poco loco que le cree porque, si no, cuando me vean caminando por la calle me pegan con un palo en la cabeza".
-Aníbal Fernández y Garré insisten en que los últimos conflictos fueron incentivados políticamente y apuntaron contra usted.
-Estos ataques no son nuevos; hace mucho tiempo que un elenco de tres o cuatro individuos [del oficialismo] viene agrediéndome y me responsabiliza de cada episodio de violencia social. De tan reiterados ya no logran su propósito, porque en todos estos años jamás pudieron demostrar nada. Estos ataques hablan de la miseria espiritual de quienes están gobernando, por eso yo ya ni los escucho ni quiero pelearme. La verdad es que estos señores no tienen vergüenza, con tantos problemas que existen en el país, y la gente ya está advirtiendo que son incapaces de resolverlos. Ahora [el Gobierno] reconoce que existe la inseguridad, la inflación, pero en lugar de solucionar estos problemas los empeoran y buscan culpables en otro lado, con un lenguaje violento y viejo, instalando enemigos cuando no se comparten las políticas del Gobierno. Pasó en su momento con el campo, con los empresarios, con la oposición, con la Justicia?
-¿Por qué cree que el Gobierno siempre le apunta como incitador de los desmanes sociales?
-Porque sabe que mi pensamiento concuerda con lo que piensa buena parte del justicialismo, por eso son siempre los mismos dos o tres dirigentes los que salen a atacarme. Es una desmesura absoluta, no se puede ser tan agresivo e injusto, pero bueno, no puedo evitarlo. No quiero involucrarme, así que sigo con mis temas, con esta idea de avanzar en puntos de contacto entre los distintos partidos para recuperar la paz y la concordia.
-¿Usted cree que esta sucesión de hechos violentos obedece a que el Estado perdió autoridad?
-Creo que hay una falta absoluta de capacidad de gestión. Antes, esto lo manejaba Néstor Kirchner; las cosas bien, mal o regular las hacía él, moviendo los hilos detrás de la escena 14 horas por día. Ahora se ve una crisis dirigencial enorme.
-Ante esta falta de gestión que usted señala, ¿piensa que la situación social puede agravarse?
-No tengo esa percepción, pero lo que sí sé es que la función del Estado debe ser poner orden; hay que pacificar el país de manera urgente y democrática, pero el Gobierno es incapaz de entenderlo porque para ellos la palabra orden es de "derecha". Fíjese lo que sucede en Brasil, en Chile, en Uruguay, países donde hay orden y el crecimiento va siendo acompañado por desarrollo? Mi obsesión es incorporar a la Argentina en esa corriente.
-¿Qué le parece la designación de Nilda Garré como ministra de Seguridad?
-Experiencia de gestión no tiene. La seguridad es un tema muy difícil y cuando se dice que ante los desmanes sociales las fuerzas de seguridad no actuarán armadas, lo único que se hace es incitar a los avivados a actuar al margen de la ley. Es un error conceptual. Hoy por hoy hay un Estado ausente, incapaz de prevenir los desmanes. A ver, si usted sabe que hay un problema en la línea Roca, que hace 35 grados de calor y hay malestar, debe imaginarse que algo va a pasar. Pero nadie se anticipa y el Estado llega tarde. Emerge el problema y luego el Gobierno busca a alguien a quien echarle la culpa.