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Más de mil muertos en Filipinas por el temible tifón Durian
El clima volvió a ensañarse con ese país. La Cruz Roja hizo un llamado desesperado a enviar víveres y medicamentos. Y hasta la guerrilla decidió colaborar con el gobierno
4 de diciembre de 2006
El alud de barro y desechos desencadenada por el tifón Durian en Filipinas provocó ya 1049 muertos, según el último reporte de fuentes de la Protección Civil, una catástrofe que impulsó a los rebeldes del Nuevo Ejército del Pueblo, desde hace 40 años en lucha contra el gobierno de Manila, a sumarse a los auxilios.
La Cruz Roja local lanzó un llamado urgente para el envío de ayudas, y se dijo extremadamente preocupada por la falta de agua potable, víveres y medicamentos.
Poco antes, el Consejo Nacional de Coordinación para las Catástrofes (Protección Civil) había dado un balance de 425 muertos y 599 desaparecidos. Muchos de los cuerpos, agregaron algunas fuentes, podrían no ser recuperados nunca.
Por otra parte, las autoridades de Vietnam evacuaron a 50.000 personas en el centro sur del país por temor a las consecuencias del ciclón Durian que se dirige a su costa después de haber golpeado el vierne a Filipinas, donde un millar de personas murieron o desaparecieron.
La presidenta filipina Gloria Macapagal Arroyo decretó el estado de catástrofe en la zona afectada por el tifón, la región oriental de Bicol, donde hay más de un millón de personas que sufren los efectos de Durian, en tanto están llegando las primeras ayudas desde los países vecinos.
Arroyo dispuso destinar mil millones de pesos (más de 14,5 millones de euros) como ayuda de emergencia.
Pero la zona más duramente afectada por el tifón es la de Monte Mayon, unos 320 kilómetros al sur de Manila, un volcán activo que durante meses amenazó a los numerosos centros habitados construidos en sus fértiles laderas con erupciones de cenizas y lava.
Tras obligar a las autoridades a disponer evacuaciones masivas, en septiembre el volcán se aquietó.
Pero justamente estas cenizas y desechos volcados sobre sus laderas son los que cayeron a los valles como efecto de las lluvias torrenciales del tifón, embistiendo los pueblos con una gigantesca ola de fango y piedras grandes como automóviles.
Casi 60 personas fueron sepultadas por la ola mientras se encontraban en una capilla, donde habían buscado refugiarse de la furia del tifón. En otro pueblo, al menos 100 personas -entre ellas un australiano y un neocelandés- fueron sumergidas.
En el paisaje de devastación, rondan supervivientes y socorristas -soldados, mineros y un equipo de españoles con perros adiestrados- que excavan el terreno endurecido en busca de cuerpos y eventuales supervivientes.
Miles de personas se refugiaron en las escuelas, iglesias y municipios, mientras 200.000 casas quedaron dañadas, las líneas telefónicas no funcionan, y los cultivos de arroz resultaron devastados, como los sistemas de riego.
El desastre impulsó también a los miembros del Nuevo Ejército del Pueblo, desde hace cuatro décadas en lucha contra el gobierno central, a sumarse a los auxilios.
"Son siempre los campesinos pobres y explotados quienes sufren mayormente por los desastres naturales o provocados por el hombre", dijo el vocero de ese grupo armado, Gregorio "Ka Roger" Rosal, en una declaración.