Por Diego Provenzano, enviado especial de Asteriscos.Tv

Foto: Asteriscos.Tv

Más de 10 mil kilómetros separan Sudáfrica de la Argentina.

A la distancia, todo lo que se lee en los diarios, se escucha en las radios o se ve en la televisión a través de Internet, no genera la misma sensación.

Si bien la ilusión seguramente es la misma, la alegría y esperanza que despertó la Selección albiceleste en el pueblo es tanta como para generar decisiones que suelen asociarse con la locura.

"Somos de Buenos Aires, vinimos por cuatro días, por el fin de semana, vinimos a ver ganar a la Selección". Esta declaración, que pertenece a Matías Viscovig, un joven de 23 años que está a la espera de su primer hijo, bien podría repetirse por centenares.

Porque desde cinco horas antes de que la pelota comenzara a rodar en el estadio Soccer City, los hinchas argentinos empezaron a invadir las afueras de Johannesburgo, donde está ubicado ese templo ovalado capaz de albergar a 94 mil espectadores.

En la misma situación están Rodrigo y Fernando, quienes con su bandera de la ciudad salteña de Tartagal, tampoco quisieron perderse el arranque de la segunda ronda del Mundial de Sudáfrica.

En promedio, quienes llegaron a Sudáfrica en este viaje "delivery" pagaron unos 2 mil dólares el pasaje de avión y anticiparon gastos por unos mil dólares más, con alojamiento incluido.

La visita a Johannesburgo, desde su búnker en Pretoria, le permitió a Matías Viscovig también hacer turismo y visitar el Museo del Apartheid y la casa de Nelson Mandela, porque nada puede quedar aparte.

"Todavía tenemos que comprar regalos, porque si no nuestras familias nos matan", advierte uno de los protagonistas de esta historia. Seguramente eso dependerá en gran proporción de lo que puedan hacer Lionel Messi y compañía, y del resultado final del partido ante México, pero nadie les podrá quitar haber sido "mundialistas por un día".