La presidenta Cristina Kirchner volverá a Rosario para celebrar con un acto oficial el Día de la Bandera. Irá, así, a una ciudad que hace dos años albergó la primera concentración masiva del sector rural durante el largo conflicto que la Casa Rosada tuvo con el campo por la decisión de imponer retenciones móviles a la soja.

Aquel acto, de marcado tono crítico hacia el Gobierno, congregó a unas 300.000 personas.

La Presidenta llegará en medio de la última crisis política, generada por la renuncia del canciller Jorge Taiana, a quien la propia mandataria acusó de "deslealtad".

En la Casa Rosada aspiran a que el entredicho con el ministro de Relaciones Exteriores, reemplazado por el embajador Héctor Timerman, no empañe la recuperación de la imagen oficial en las encuestas y las perspectivas de un crecimiento de la economía superior al 6 por ciento.

En Rosario, en tanto, la esperan con expectativas. Al acto central concurrirá la Presidenta, pero parte de la atención estará puesta en los 15.000 metros de tela celeste y blanca que ratificará el orgullo de los santafecinos de contar con la bandera más larga del mundo (lo será más cuando el proyecto finalice, en 2012, año del bicentenario de su creación).

Los actos programados se desarrollan desde ayer y el pasaje más emotivo se vivió al iniciarse la jornada, cuando miles de rosarinos, reunidos en el fogón y las pulperías del Predio Ferial Parque de la Independencia, entonaron el Himno Nacional.

El ambiente festivo se respira desde hace días, complementado con los resultados que el conjunto argentino está obteniendo en el Mundial de fútbol que se disputa en Sudáfrica. Para todos, el Monumento Nacional a la Bandera es la máxima referencia de un festejo.

En rigor, la llegada hoy de Cristina Kirchner se inscribe en los festejos patrios que el Gobierno busca prolongar durante todo el año para capitalizar el buen humor popular con miras a las elecciones