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"Hombres de mentes": ascenso y caída del ejército hippie
Con un reparto que incluye a Clooney, McGregor, Spacey y Bridges, este filme cuenta la historia de una extravagante división de soldados con súperpoderes mentales
21 de abril de 2010
Por Sebastián Martínez
Existe detrás de “Hombres de mentes” una historia asombrosa, que la película no necesariamente ha sabido aprovechar. De acuerdo al libro del periodista inglés Jon Ronson, el ejército de los Estados Unidos resolvió crear en los 70 una división de “supersoldados” con poderes mentales paranormales, que finalmente sería dada de baja en la década del 90.
Esa iniciativa (llamada “Proyecto Jedi”, en homenaje a “Star Wars”) fue comandado por un oficial, ex combatiente de Vietnam, que milagrosamente convenció al Pentágono de que le financiara un extenso programa de investigación que incluía una fuerte inmersión en la cultura New Age californiana, incluyendo experimentación con drogas, ritos indios y sesiones de expresión corporal.
Es difícil imaginar a un grupo de militares encerrados en esa fortaleza llamada Fort Bragg, tomando alucinógenos y practicando ceremonias a la madre Tierra para favorecer la suerte del ejército. Pero lo cierto es que eso fue lo que ocurrió, según la investigación de Ronson, y que “Hombres de mente” toma como punto de partida.
De hecho, la película, que mantiene de comienzo a fin el tono burlón y un poco ingenuo de las comedias independientes americanas, arranca igual que el libro. Un alto oficial de inteligencia del ejército, un hombre que tenía a su cargo a 16 mil personas, intenta (con el poder de la mente) atravesar la pared de su oficina. Por supuesto, fracasa.
Luego, el filme seguirá las alternativas de un periodista (basado en Ronson e interpretado por Ewan McGregor) que, despechado porque su esposa lo ha dejado por su editor, parte a cubrir la invasión a Irak y descubre la existencia del Proyecto Jedi a través de uno de sus protagonistas: el “supersoldado” Lyn Cassady (a cargo de George Clooney).
Desde ese momento, y mientras se las ingenia para sobrevivir en medio de la guerra, el periodista irá conociendo la historia del Ejército de la Nueva Tierra, de sus extravagantes experimentos hippies, de su fundador Bill Django (Jeff Bridges), de su mejor soldado (el propio Cassady) y de su miembro más intrigante, personificado por Kevin Spacey.
Hasta aquí vamos a llegar con el argumento de “Hombres de mente” (cuyo título original es “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”). Lo que sí debemos decir es que esta película de Grant Heslov (más conocido por el excepcional guión de “Buenas noches y buena suerte”) ha quedado demasiado “chica” para lo “grande” que es su entorno.
Por un lado, el elenco, que podría ser la envidia de cualquier superproducción: Clooney, McGregor, Spacey y Bridges, nada menos. Y, por otra parte, por la riqueza del hecho real en el que está basada: la historia del Ejército de la Nueva Tierra, una de las historias de guerra más increíbles y trágicamente divertidas de la historia.
“Hombres de mentes”, sin ser aburrida y logrando momentos de verdadera hilaridad, finalmente se queda la anécdota y no le hace justicia ni a su poderoso reparto ni a su formidable materia prima.
Existe detrás de “Hombres de mentes” una historia asombrosa, que la película no necesariamente ha sabido aprovechar. De acuerdo al libro del periodista inglés Jon Ronson, el ejército de los Estados Unidos resolvió crear en los 70 una división de “supersoldados” con poderes mentales paranormales, que finalmente sería dada de baja en la década del 90.
Esa iniciativa (llamada “Proyecto Jedi”, en homenaje a “Star Wars”) fue comandado por un oficial, ex combatiente de Vietnam, que milagrosamente convenció al Pentágono de que le financiara un extenso programa de investigación que incluía una fuerte inmersión en la cultura New Age californiana, incluyendo experimentación con drogas, ritos indios y sesiones de expresión corporal.
Es difícil imaginar a un grupo de militares encerrados en esa fortaleza llamada Fort Bragg, tomando alucinógenos y practicando ceremonias a la madre Tierra para favorecer la suerte del ejército. Pero lo cierto es que eso fue lo que ocurrió, según la investigación de Ronson, y que “Hombres de mente” toma como punto de partida.
De hecho, la película, que mantiene de comienzo a fin el tono burlón y un poco ingenuo de las comedias independientes americanas, arranca igual que el libro. Un alto oficial de inteligencia del ejército, un hombre que tenía a su cargo a 16 mil personas, intenta (con el poder de la mente) atravesar la pared de su oficina. Por supuesto, fracasa.
Luego, el filme seguirá las alternativas de un periodista (basado en Ronson e interpretado por Ewan McGregor) que, despechado porque su esposa lo ha dejado por su editor, parte a cubrir la invasión a Irak y descubre la existencia del Proyecto Jedi a través de uno de sus protagonistas: el “supersoldado” Lyn Cassady (a cargo de George Clooney).
Desde ese momento, y mientras se las ingenia para sobrevivir en medio de la guerra, el periodista irá conociendo la historia del Ejército de la Nueva Tierra, de sus extravagantes experimentos hippies, de su fundador Bill Django (Jeff Bridges), de su mejor soldado (el propio Cassady) y de su miembro más intrigante, personificado por Kevin Spacey.
Hasta aquí vamos a llegar con el argumento de “Hombres de mente” (cuyo título original es “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”). Lo que sí debemos decir es que esta película de Grant Heslov (más conocido por el excepcional guión de “Buenas noches y buena suerte”) ha quedado demasiado “chica” para lo “grande” que es su entorno.
Por un lado, el elenco, que podría ser la envidia de cualquier superproducción: Clooney, McGregor, Spacey y Bridges, nada menos. Y, por otra parte, por la riqueza del hecho real en el que está basada: la historia del Ejército de la Nueva Tierra, una de las historias de guerra más increíbles y trágicamente divertidas de la historia.
“Hombres de mentes”, sin ser aburrida y logrando momentos de verdadera hilaridad, finalmente se queda la anécdota y no le hace justicia ni a su poderoso reparto ni a su formidable materia prima.