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"Nuevamente amor": una comedia a mitad del camino
La comedia romántica con Jennifer Aniston y Aaron Eckhart intenta ser una película adulta e inteligente, pero, sin llegar a decepcionar, lo logra sólo de a ratos
14 de abril de 2010
Por Sebastián Martínez

Burke ha enviudado hace tres años. Su esposa murió en un accidente automovilístico. La pérdida fue, naturalmente, terrible. Y, sin embargo, a Burke ahora le va mejor que nunca. Es que, para superar la muerte de su amada, el hombre escribió un libro de autoayuda, que se ha convertido en un éxito de ventas y que lo tiene dando conferencias y workshops por todo el país.

Y esto, aparentemente, recién empieza. Porque están por llover los contratos para hacer un programa de televisión, una línea de DVD y hasta productos de merchandising. Todo eso está ocurriendo cuando Burke llega a Seattle, la ciudad natal de su fallecida esposa y hogar de sus suegros. Una ciudad, además, donde vive Eloise, una florista que lo conocerá, lo enamorará y le demostrará qué lejos está aún de superar la muerte de su mujer.

Eso es más o menos todo lo que se puede contar sobre la trama de "Nuevamente amor", una comedia romántica que oscila entre la más convencional de las ideas y la emoción genuina que aportan sus protagonistas sumados a algunos giros argumentales.

Por un lado, "Nuevamente amor" no es una de esas inteligentes comedias del cine independiente americano como "Pequeña Miss Sunshine", "La vida de Juno" o "Gracias por fumar". Por otra parte, tampoco alcanza el refinamiento de comedias románticas británicas como "Cuatro bodas y un funeral", "Realmente amor" o "Alta fidelidad". Pero tampoco es una comedia totalmente simplona o inmediatamente olvidable. Tiene sus méritos.

Para empezar, la pareja protagónica. Jennifer Aniston ya no tiene mucho que demostrar en materia de comedias. Desde su icónica Rachel de "Friends" hasta la dos decenas de comedias románticas que le ha tocado protagonizar, Aniston hace siempre más o menos lo mismo. Y lo hace bien.

Aaron Eckhart, por su parte, vuelve a probar que alguien con esa cara tan particular, alguien que no ha nacido para ser un galán tradicional pero tampoco un anti-héroe, puede ser por encima de todo un buen actor. Sin grandes gestos, sin ser un "comediante", Eckhart tiene solvencia y la facultad de disolver su talento en su personaje.

Y también resulta justo mencionar a un actor de reparto que se lleva las palmas de la película. Es bueno destacarlo porque el hombre no ganará ningún premio por este trabajo, y la verdad que merecería un reconocimiento. Se trata de John Carroll Lynch, a quien le toca interpretar a un padre que ha perdido a su hijo y que es algo escéptico respecto de la autoayuda. Su labor es, posiblemente, lo más saliente de los 110 minutos de metraje,

El filme, a fin de cuentas, deja al crítico en una situación incómoda. No es una mala película, sino más bien una película que se ha quedado a mitad de camino. Ni adulta, ni inmadura. Ni crítica con el sentido común, ni totalmente convencional. No repite una infinidad de fórmulas ya probadas y ya aburridas, pero tampoco se transforma en un relato conmovedor, romántico e inteligente de los problemas del duelo y el amor.