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"Cuando estoy solo, lloro"
Ariel Ortega no está pasando por un buen momento. "Me da vergüenza cometer esos errores", aseguró, al intentar hablar de su adicción al alcohol
24 de noviembre de 2009
Ariel Ortega, El Burrito, al que cada vez que pisa la cancha el público lo ovaciona, no está pasando su mejor momento. Dice que prefiere no profundizar en su adicción al alcohol, pero deja clara su postura. En una charla con el diario Clarín reconoce errores y habla de ellos.
¿Volviste a ser feliz en una cancha?
Siempre soy feliz jugando al fútbol. Es lo que más me gusta, es lo que más disfruto. El fútbol es mi lugar en el mundo. Por supuesto que me gusta ganar, pelear el título, estar en un estadio lleno... Gracias a Dios, más allá de la campaña que estamos haciendo, River siempre llena... Extraño, eso sí, el hecho de estar a tres puntos, peleando un torneo. Uno está acostumbrado a eso.
¿Aceptás que tu problema personal esté reflejado en los medios porque sos Ortega o te da bronca? Sos noticia si fuiste a entrenar, si faltaste, si estás enojado...
No me molesta. Soy una persona pública, uno de los jugadores más representativos de River, y es normal que se trate mi tema o que se hable demasiado. Qué se yo... Cuando no hay mala leche, no tengo ningún problema. Pero cuando se ensañan con buscarle la vuelta... Soy una persona como cualquiera, que tiene problemas como cualquiera. Y trato de resolverlos lo mejor que puedo. O vivir lo más feliz que puedo. Tengo tres hijos, mi señora, mis amigos, mis padres, mis hermanas, que son a los que más les duelen las críticas. Yo hace mucho tiempo que estoy en esto y sé cómo es.
¿Estás blindado?
No, blindado no estoy. Porque tengo sentimientos y me duelen muchas críticas. Pero cuando pasa el tiempo te hacés más duro, aguantás más, pero duele. Lo único que pido es respeto. La opinión la acepto: los periodistas tienen que dar una opinión. Es normal.
Cuando te fuiste de la concentración antes del partido con Lanús, ¿ibas a largar el fútbol?
No, no... Fue un momento de calentura, de impotencia. Uno tiene problemas personales, cosas que le pasan en la vida y fue un momento de descarga, de decir "y bueno, que se vaya todo al carajo".
Pero para que dejes la concentración tuvo que haber sido grave...
Y, bueno, les pasa a todos. A vos te puede pasar en tu trabajo. Pero yo soy muy público y resalta todo. Fue un momento de descarga, de bronca, de cosas que me pasaban. Por suerte, quedó atrás y ahora estoy mucho mejor, contento, soy el mismo de siempre. No es que convivo todo el tiempo con ese tema. Ustedes me conocen, saben que soy una persona alegre, tranquila. No hay que buscarle tanto la vuelta. Vivo mi vida con mis hijos, con mi familia. Momentos de tristeza, de inconvenientes, los tengo como los tiene cualquiera.
¿Entendiste que Astrada te mire de cerca, que espere un cambio en esas actitudes y quiera verte bien?
Por supuesto. Porque hay un equipo, un grupo atrás que se merece respeto. Y yo trato de respetar. No es que todo tiene que girar alrededor mío, no es así.
¿Pero lo tenés claro?
Sí. Trato de mejorar día a día y de no cometer tantos errores.
¿Aceptás que sea así la situación o decís "pará que yo soy Ortega"?
Nooo, estás loco, jamás. Al contrario, cuando pasan las cosas me siento mal. Me duele. Me da vergüenza cometer esos errores cuando hay un grupo alrededor... No soy un tenista o un boxeador; no soy yo solo. Acá hay treinta jugadores, un club que se merece respeto. Pero... Soy un ser humano que se equivoca.
¿Te ayudan los consejos del Pelado Almeyda, tu compañero de habitación en la concentración?
Tengo la suerte de tener un grupo de compañeros que se comportan diez puntos conmigo. Son muy buenos. El cuerpo técnico, igual. Por eso me duele lo que le pasa al equipo. Cuando jugamos y no ganamos, me digo "¡¿cómo no hice un gol?!". Me da impotencia. Soy una persona positiva y siempre trato de darle para adelante. Quiero seguir jugando al fútbol.
¿Es complicado ser Ortega? Lo decimos por la gente que se te acerca con algún interés, por el riesgo de las malas compañías.
No se me acerca mucha gente. Soy una persona muy solitaria. Muchos piensan que soy un tipo que anda con un grupo de gente, que tengo un montón de amigos. No. Yo ando solo. Los pibes me conocen porque fui así toda la vida. Soy solitario porque me gusta. Y cuando se me acerca alguien, no le doy bola directamente, aunque parezca antipático. Eso sí: con mis amigos y compañeros, jodo, soy alegre, divertido.
¿Y cómo te descargás? ¿Lo hablás, llorás o te lo guardás aunque te lastime por dentro?
Cuando estoy mal, me aferro a mis hijos, a mi señora, llamo a algún amigo de mi pueblo... Con el Pelado (Almeyda) también hablamos mucho. Me descargo así, contando cosas y llorando, llorando también. Cuando estoy solo, lloro. Muchas veces dicen que te hace bien, ¿no? Me descargo como puedo.
¿Confías en la ayuda de un psicólogo y en hacer un tratamiento o lo querés solucionar por las tuyas?
No, no... Yo respeto todo ese tema de psicólogo, de psiquiatra, pero... Es un asunto personal, me choca, no quiero hablar mucho porque habla gente que no tiene idea de lo que te pasa. Muchas personas tienen problemas, pero no saltan a la vista porque no son conocidos. Me duele cuando salen cosas por mis hijos. Los chicos de ahora no son como yo cuando tenía seis o siete años: hoy prendés la computadora, ponés Ariel Ortega y te saltan dos mil millones de cosas. Ellos saben cómo soy yo, que trato de ser un buen padre, que los acompaño.
¿River se tiene que meter en tu problema o debés resolverlo solo?
Hay muchos que cuando tenés un problema tratan de ayudar. Pero tengo gente a mi lado, no es que estoy solo en la vida y que no tengo a nadie. Soy un solitario, pero tengo gente que está a mi lado y quiere ayudarme. Todo el mundo dice que hay que ayudarme, pero hay gente que no se tiene que meter. Ayudarme es no meterse. ¿O vos le vas a pedir ayuda a alguien que no conocés?