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Una villa de Barracas tiene película propia con armas reales
Los roles fueron interpretados por habitantes del asentamiento, quienes pusieron sus armas para las escenas de violencia. Se llama "La 21, Barracas"
18 de octubre de 2009
En un mes se estrenará La 21, Barracas, un film del director Víctor Ramos, cuyo guión, realización, producción y actuación estuvo a cargo de los mismos habitantes del asentamiento más grande de la Ciudad.
Actuaron más de 200 personas, y todos colaboraron en construir la historia, además de utilizar sus propias armas para las escenas más violentas, según contó Ramos.
El argumento trata del enfrentamiento entre dos bandas divididas por la desaparición de una mujer en el barrio, y cómo intentan resolver el misterio mediante sus propias reglas dentro de la lógica de control territorial.
La trama está inspirada en la lucha real de pandillas en la década del 90, cuando había menos habitantes y las bandas de entonces reclutaban gente: La Ranchada, la banda de los Chilenos, Tierra Amarilla, Los Ranqueles, Caño Roto y Los del Asfalto.
El enfrentamiento duró casi cinco años y dejó decenas de muertos. Algunos de los protagonistas del film recuerdan todavía esos días de furia de los que formaron parte.
Pero la película también muestra la ausencia del Estado y de las instituciones en un lugar que es “tierra de nadie” y donde la justicia se aplica “por mano propia”.
“Es una pincelada de la vida cotidiana, del abandono que existe en la villa y cómo se sobrevive día a día sin ninguna política de acción. También están presentes los valores culturales en la sociedad villera, la ruptura de los prejuicios y la posibilidad de una integración social que ya no se puede dilatar mas”, contó el director al diario PERFIL Ramos.
Los “actores”, son los mismos jóvenes de Barracas, los que viven la violencia cotidiana de la exclusión y la discriminación, tal como ellos definen.
A raíz de la realización del film la vida de muchos cambió drásticamente: dejaron las drogas, se engancharon con la producción y algunos hasta estudian teatro o cine, que luego enseñan a los más chicos.
También armaron el primer cine en una villa de emergencia donde ofrecen talleres de fotografía y periodismo.
Julio Zarza, de 30 años, es uno de los protagonistas principales de la película y no duda en contar cómo el trabajo en grupo le cambió la vida. “Empecé un tratamiento de desintoxicación y de a poco me fui recuperando. Creo que todo salió bien porque vivir acá es como estar en un escenario, te da un potencial enorme, siempre te la tenés que estar rebuscando.
Cerca, Luis Duarte, otro de los actores le dice a Julio: “Sos el nuevo Pablo Echarri”, y estallan en risas. Más serio, cuenta: “Ahora en el barrio todos me saludan, nos divertimos mucho haciendo el guión, cada uno trató de aportar detalles de su vida. Porque, aunque es una ficción, en la villa se vive así”.
Cristian se encargó de la letra y música estilo hip hop, reggaeton de las canciones que anticipan cada escena del film, y además integró una de las bandas de la ficción. “No llores, no ruegues, no implores, los códigos están y los códigos se cumplen”, es el lema que impera.
Ellos viven la inseguridad como un campo de batalla cotidiano en el que son marcados como peligrosos. La única solución que encuentran y que repiten al unísono es urbanizar el asentamiento.
“Las empresas no cumplen los contratos, se corta la luz, que pagamos, y ahí queda, por meses. No quiere entrar ni una ambulancia. A nosotros nos ofende lo que vemos en los medios, porque acá hay mucha gente de trabajo, que vive dignamente”, se queja Nidia Zarza, estudiante de Derecho.
En la villa 21 de Barracas, las luces, los trípodes y las filmadoras se mezclaban con la basura, el hacinamiento y los pibes tirados en alguna esquina por los efectos devastadores del paco.