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Un libro revela más chismes de la presidencia de Clinton
El autor promete contar secretos y datos inéditos de sus ocho años de gestión, como las "travesuras" de Yeltsin en Washington. Asteriscos.TV le adelanta algunos
23 de septiembre de 2009
Un nuevo libro parece volver a deschavar anécdotas de la presidencia de Bill Clinton.
Se trata del flamante libro de Taylor Branch "The Clinton Tapes; Wrestling History with the President".
Una de las anécdotas más esperadas por algunos "expertos en secretos prsidenciales" son las que compartió el ex presidente de Estados Unidos con el entonces mandatario ruso Boris Yeltsin.
Cuenta la leyenda, o los rumores en los pasillos de la Casa Blanca, que el ex Presidente Clinton recuerda haber recibido un alerta de seguridad en 1995 que indicaba que el Servicio Secreto había encontrado a Yeltsin, por entonces mandatario ruso -con absoluto poder sobre el "botón rojo" nuclear-, en calzoncillos en las afueras de Blair House (la residencia oficial para los invitados del presidente de EE.UU., ubicada en frente del ala oeste de la Casa Blanca) sobre la Avenida Pennsylvania tratando de parar un taxi, totalmente borracho y desesperado por una pizza. La noche siguiente, el ruso volvió a eludir las medidas de seguridad, causando una batahola un poco más seria, cuando fue sorprendido vagabundeando por el sótano del edificio de invitados. Su estado de embriaguez eran tan notable que no pudo identificarse como el presidente de Rusia, lo que confundió al servicio secreto que estuvo a punto de detenerlo, al considerarlo un intruso.
Digamos entonces, que la visita de Yeltsin a Washington en octubre de 1995 no sólo dejó la imagen pública del célebre ataque de risa de Clinton en una rueda de prensa con el ruso sino también un festival de anécdotas. El de Yeltsin en calzoncillos es tal vez uno de los chismes más publicitados del libro de Branch, que sale a la venta la semana que viene. Pero la obra incluye también las confrontaciones entre el presidente y Al Gore después de la derrota electoral en las presidenciales de 2000, tras un interminable recuento de votos que terminó dando la victoria al republicano George Bush. Las frecuentes frustraciones de Clinton con la posibilidad de que los republicanos tomaran el control del Congreso, y el papel que jugaron los medios en las tantas investigaciones que hubo contra su administración. El antecesor de Obama, por cierto, no sale bien parado en el retrato que Clinton traza de él, en el que lo describe como una persona "incapaz" para ejercer la presidencia.
El propio Clinton escogió a Branch para escribir el libro sobre los detalles ocultos de sus ocho años en el poder. El texto de 700 páginas se basa en el extraordinario acceso que el historiador tuvo al Presidente Clinton en más de 70 sesiones. Las conversaciones que mantuvieron entre 1993 y 2001, que a veces eran pautadas con poca anticipación y duraban horas, fueron grabadas.
El libro ofrece las observaciones y recuerdos del presidente muy cerca en el tiempo de cuando ocurrían las cosas.
Branch indica en el libro que no tuvo acceso a las grabaciones de los diálogos con Clinton. En cambio, cada vez que abandonaba la Casa Blanca, dictaba lo que recordaba de las largas charlas en casettes mientras volvía manejando en su auto hacia su casa en Baltimore. En una entrevista con Susan Page en USA Today, Branch contó que varias veces a media noche se sentaba en la vereda a grabar en voz alta lo que recordaba de las charlas.
Si bien Clinton pareció explayarse sobre las "travesuras" de Yeltsin en Blair House, se mostró menos locuaz a la hora de hablar del impacto del impeachment al que se vio sometido por su affaire con la ex becaria de la Casa Blanca, Monica Lewinsky, aunque no renunció a comentarlo. Según Branch, no fue una de las partes de la entrevista en las que el ex presidente se explayó, al punto que, según recoge el Daily Mail, el esposo de la actual secretaria de Estado apenas reconoció que "se derrumbó" ante la presión social y política que padeció esos días.
Los casettes quedaron en manos de Clinton. Las cintas fueron desgrabadas, y las charlas ahora se apilan en volúmenes en una repisa en la residencia del ex presidente en Chappaqua (Nueva York). No está claro si serán accesibles a historiadores y el público.
Tanto Branch como Clinton mantuvieron en estricto silencio las grabaciones de sus charlas en la Casa Blanca. Consultado durante una entrevista cómo logró arreglárselas para ocultar durante tanto tiempo que él era el historiador oral del presidente, Branch contestó: "No podía comunicarme con la gente y poner en peligro el proyecto. Básicamente debía mantenerme callado y no hablar con nadie al respecto".