"Ojalá que el Coco no se vaya", dijo Juan Román Riquelme a bordo de su lujoso auto, a la salida del Hotel Emperador, donde Boca se concentra habitualmente y donde, en el séptimo piso.

"Yo quiero que Basile siga siendo nuestro entrenador por mucho tiempo. Los que estamos haciendo las cosas mal somos nosotros, los jugadores, que somos los que salimos a la cancha. Y lo venimos haciendo mal desde hace mucho tiempo", se adjudicó Riquelme, como uno de los líderes del plantel. Y agregó: "Ahora me voy a tener que bancar que digan que estoy tratando de convencer al Coco para que no se vaya. El es un señor de 70 años, sabe las decisiones que toma. Espero que no se vaya", aclaró el enganche que explicó que "todos los domingos" cena en el hotel.

"En el vestuario no lo vi al Coco porque me estaba haciendo atender por el médico. Pero es lógica la amargura porque hace rato que no le podemos dar una alegría a los hinchas de Boca", comentó luego Riquelme. "Me dieron una inyección, y me fui a hacer unos estudios porque no tengo muy bien el tobillo. Me hice un esguince grado 1 o grado 2; no sé, yo mucho de esto no entiendo", reconoció más tarde.

Al final, Riquelme puso primera y se fue del hotel junto con su amigo y compañero Javier García. El diez de Boca se desprendió de la reunión entre Basile y Bianchi, aunque no desaprovechó la oportunidad de brindarle su apoyo al Coco.