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Domingo de ídolos
Palermo, el gran goleador amenazado por autodenominados 'hinchas' de Boca, y Ortega, el ídolo de River, aparecieron para hacer ganar a sus equipos
30 de agosto de 2009
Por Adrián Taccone
Interminables, incansables, enormes, en definitiva, "Idolos"...
Mucho se escribió de ambos en los últimos tiempos, por la recuperación de uno -Ariel Ortega- y los insultos que recibió el otro -Martín Palermo-.
Y ellos respondieron en la cancha y le permitieron a River vencer a Chacarita por 4-3 y a Boca hacer lo propio con Lanús por 2-1.
El estadio Monumental estalló cuando la pelota de emboquillada que ejecutó Ortega superó la resistencia de Tauber, para darle al equipo de Néstor Gorosito un triunfo agónico y que le permitió al técnico tener algo de respiro en su gestión.
"Ortega...Ortega", fue el grito de guerra que los hinchas "millonarios" enarbolaron durante las etapas más acuciantes del equipo, cuando los resultados no se daban y el "burrito" deambulaba con su fútbol en Independiente Rivadavia de Mendoza, en la B Nacional.
Ahora el veterano jugador jujeño, de 35 años, se convirtió en la bandera de un equipo que está plagado de jóvenes y que aún trata de encontrar su rumbo.
Ortega estuvo con Marcelo Gallardo, lejos aún de su mejor rendimiento, y ahora se le sumó otro nombre histórico de River, Matías Almeyda.
La semana no fue para nada feliz para Martín Palermo, quien fue insultado por varios supuestos hinchas que se acercaron a la práctica en Casa Amarilla, y la respuesta del "optimista del gol" llegó con el tanto del triunfo ante Lanús.
Sin revanchas, con el perfil bajo del ídolo que sabe que el cariño de la gente no se altera con el tiempo, Palermo festejó el cabezazo que venció a Caranta -su ex compañero- para darle un nuevo triunfo a Boca.
La parcialidad auriazul volvió a demostrar que su idilio con "Martín" no se detiene, ni sabe del paso del tiempo, y lo ovacionó como nunca y como siempre, porque sabe que es una pieza importantísima dentro del esquema de equipo que pretende Alfio Basile y que no depende de nadie, ni siquiera de Juan Román Riquelme, dado que si Palermo está en la cancha, seguro que hay un gol.