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Bergoglio: "Hace años que no se ocupan de la gente"
Ante miles de fieles que fueron a pedirle trabajo a San Cayetano, en Liniers, el cardenal llamó a "terminar con el pecado de la pobreza y la injusticia social"
8 de agosto de 2009
Un día después de que el Papa llamara a terminar con el escándalo de la pobreza, el cardenal Jorge Bergoglio afirmó que la situación de injusticia social y falta de trabajo que se vive en el país es porque "desde hace años la Argentina no se hace cargo de la gente".
La percepción del máximo jefe de la Iglesia en la Argentina pareció no estar en sintonía con la del ex presidente Néstor Kirchner, quien señaló que durante su gestión y la de su esposa, Cristina, la pobreza se redujo ostensiblemente.
"Algunos pueden decirme que estoy hablando contra este gobierno. No es así. Hace 20 años que venimos así, no es un problema de coyuntura política. Es un problema de pecado", dijo el arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado argentino.
Bergoglio habló en esos términos en un día plagado de reacciones de distintos sectores políticos, económicos y sociales, vinculadas a la carta que envió a los católicos argentinos Benedicto XVI con motivo de la colecta Más por Menos, que se hará en septiembre próximo.
Mientras el Gobierno se llamó a silencio, Bergoglio aclaró que no está atacando a la conducción política actual. Lo hizo ayer a la tarde en el marco de la celebración de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, a la que concurrieron miles de peregrinos a pedir y agradecer por el "pan, la salud y el trabajo".
Las expresiones del cardenal primado de la Argentina -durante una entrevista concedida a la radio Pan y Trabajo, una frecuencia del arzobispado porteño que difunde las actividad del santuario de San Cayetano- fueron después de la homilía en la que dijo que en la ciudad de Buenos Aires "hay gente que es dejada de lado como descarte, en verdaderos volquetes existenciales".
"Cuando digo que estamos viviendo situaciones escandalosas de pobreza digo que los responsables de esto somos todos. No sirve lavarse las manos y echarles la culpa a los gobernantes", dijo Bergoglio.
Explicó que la injusticia y la pobreza no son de ahora. "La Argentina vive desde hace varios años en situación de pecado porque no se hace cargo de la gente" y la responsabilidad por esto "es de todos. Es mía como obispo, de todos los cristianos y del que gasta en frivolidades y lujos".
"En Puerto Madero hay 36 restaurantes. No sé cuánto sale una cena allí, pero ciertamente no debe costar 20 pesos. En la punta de Puerto Madero está la villa Rodrigo Bueno y, en el otro extremo, la villa 31. Esto es por falta de conciencia", afirmó.
Quizá previendo alguna objeción desde dentro de la Iglesia misma dijo: "Pueden decir que uno es comunista, pero no es así. El Evangelio dice que seremos juzgados por esto". Recreó una escena del Juicio Final descripta por el Evangelio. Dijo que a los que no son solidarios Jesús les dirá: "Váyanse de acá porque tuve hambre y no me dieron de comer, estaban echándole la culpa al Gobierno".
"No puede ser"
Durante el sermón había dicho que la pobreza y las enfermedades, como la gripe y el dengue, "pegan más duro por la falta de justicia". También dijo que "el mundo de hoy es cruel" porque desecha a los pobres como material de descarte.
Avido lector de diarios y fiel seguidor de las noticias, Bergoglio conoce al dedillo las discusiones sobre las mediciones cuantitativas de la pobreza. Pero, como siempre, intentó no quedar entrampado en controversias verbales. Se refirió a su experiencia personal. "En nuestra ciudad vemos todos los días que hay gente que tiene sitio, que tiene cabida, y gente que sobra y que son dejados de lado como descarte en verdaderos volquetes existenciales", dijo.
Fuera del texto preparado y distribuido a la prensa agregó: "¡Cuánta gente -cada día más- duerme en la calle; en plena Plaza de Mayo, en pleno corazón de esta ciudad!".
Ante miles de peregrinos, muchas familias con niños que con espigas de trigo en sus manos lo escuchaban con atención, Bergoglio instó a buscar la justicia, el pan y el trabajo sin "sed de venganza ni reivindicaciones".
Su última y categórica afirmación fue aplaudida por los presentes. Dijo: "Es una injusticia que, en nuestra patria bendita, a tantos les falte el trabajo y el pan. No puede ser". Y les preguntó a los fieles: "¿Puede ser esto?", a lo que al unísono los miles de presentes respondieron: "No".
Luego de la misa, como es su costumbre, Bergoglio recorrió durante dos horas y media las filas de fieles que esperaban entrar al santuario.