Paolo Rocca es el capo del Grupo Techint, un hombre poderoso que, durante la gestión K, tiene tuvo momentos de amor y odio con el matrimonio presidencial. La vida de un hombre polémico.

Paolo, el píccolo de los Rocca, nació en Milán en 1952, tercer hijo de Roberto Rocca y Andreina Bassetti, siguiendo al primogénito Agostino y a Gianfelice.

Su carácter retraído, sus corbatas clásicas y hasta demodée y su escasa media docena de trajes constituyen una tranquila fachada detrás de la cual bulle un hombre sanguíneo, hiperactivo, culto e implacable en el cumplimiento de sus objetivos.

De formación humanista, está diplomado en Ciencias Políticas en la Universidad de Milán y realizó un programa de management en la Universidad de Harvard. Además de su idioma de cuna, habla español con leve acento italiano, francés e inglés.

Rocca tiene su vida familiar blindada, se sabe que está casado y separado de su esposa, Beatrice, y que tiene dos hijos de veintipico, un varón y una mujer, que viven con ella en Milán, dedicados al estudio.

Llegó a la conducción del grupo en 2001, tras el fallecimiento de su hermano mayor, Agostino, y desde que asumió, el ajedrecista Paolo Rocca proyectó al holding agresivamente hacia el tablero global, comprando empresas y desembarcando en ellas con una fuerte estrategia comercial.

"Es uno de los mejores empresarios que tiene este país, posee una visión de largo plazo y un compromiso muy fuerte con la Argentina, amén de una constante preocupación por la capacitación y formación de sus cuadros. Según mi larga experiencia en la región, es uno de los mejores empresarios de America Latina", dice Ricardo Esteves, empresario y fundador del Consejo Empresario de América Latina y artífice del encuentro entre Paolo Rocca y Carlos Slim, consultado por el diario El Cronista.

"Paolo pregunta, pregunta y repregunta, cuando se sacó todas las dudas, va y lo chequea por su lado. Es un hombre muy desconfiado", dice otro colaborador suyo.

El CEO de Techint vive dos semanas al mes en una casa en San Isidro y maneja su propio auto. Siempre pegado a su Blackberry, trabaja hasta tarde y suele asistir a muestras de arte. Fue visto en la última edición de ArteBa y tomando café acompañado de un libro en la terraza de la Fundación PROA. Es hincha moderado de Boca Juniors y, cuando puede, juega picados con sus colaboradores.

La relación de Paolo con el kirchnerismo ha sido de cordial afinidad, con varios momentos de tensión.

En abril de 2007, el gobierno de Néstor Kirchner utilizó una solicitada del E-nargas para vincular a Techint con el caso Skanska, la constructora sueca que admitió haber pagado coimas durante la construcción de un gasoducto, pero que terminó con las sospechas dirigidas al ente denunciante . El presunto apoyo financiero del holding a la campaña de Roberto Lavagna agigantó la furia K.

La pelea fue pública y la reconciliación, también. En septiembre del mismo año, unos sonrientes Néstor y Cristina Kirchner asistían a la reactivación de un alto horno de la compañía, bautizado "Evita". Hubo mutuo intercambio de elogios, varios "querido Paolo" del entonces presidente Kirchner y un agradecimiento explícito de Rocca al Presidente. El CEO de Techint se refería a las negociaciones del gobierno ante el presidente venezolano Hugo Chávez para frenar la estatización de Sidor, empresa del grupo en ese país, que un año más tarde fue finalmente estatizada.

Hace dos semanas, Hugo Chávez anunció la estatización de Tavsa y Matesi, empresas donde Techint tiene participación. Dicen en su entorno que Paolo Rocca intuía esta movida y su respuesta es el reclamo directo de ayuda al gobierno de Cristina Kirchner, con el apoyo de todo el empresariado argentino a través de sus cámaras.

Las próximas jugadas del CEO de Techint tienen que ver con la política argentina, pero en el mediano plazo, Rocca sigue pensando en el despliegue internacional del holding y, dos jugadas más adelante, piensa en su sucesión.