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¿Hacia dónde va el modelo?
Es la palabrita de moda impuesta por el matrimonio presidencial en la campaña. Llaman a elegir entre dos 'modelos'. Pero cuál es la disyuntiva real en debate
31 de mayo de 2009
Por José Calero
Desde el Salón Blanco de la Casa Rosada, la carpa de Olivos o el escenario de un acto en el conurbano la diatriba es la misma: "Hay que elegir entre dos modelos".
Es el caballito de batalla de la campaña electoral del matrimonio presidencial, que pone a los 'buenos y solidarios' de un lado, y a los 'angurrientos e individualistas' del otro.
¿Es tan así? ¿Tantas virtudes tiene esta política económica, tantos defectos tienen quienes la critican?
Los Kirchner siempre concibieron al sector agropecuario como una actividad secundaria, porque visualizaron a la soja como un 'yuyo' y nunca entendieron que detrás de la agroindustria hay cientos de millones de dólares de inversión.
El 'valor agregado' del que habla la Presidenta ya no se da sólo en la industria, sino también en el agro, porque sin él hubiese sido imposible sostener la feroz crisis social que sufrió el país en el 2001.
Por ejemplo, le haría bien a la honestidad intelectual de la Argentina admitir que los planes sociales que evitaron el estallido total se financiaron con los ingresos por impuestos a las exportaciones del agro.
Es en esa inteligencia que el gobierno y su 'modelo' equivocaron el rumbo cuando decidieron iniciar una 'guerrita' sin sentido contra el sector agropecuario, integrado en su mayoría por gente de trabajo.
Es un hecho, y basta hablar con los que trabajan en serio en esta Nación, que el país entró en declive en marzo del 2008, cuando arrancó el conflicto con el agro, y continúa en picada, aunque los numeros del INDEC lo oculten.
La dinámica de lo impensado domina la hora en la Argentina.
La escena oficial está teñida por la falacia: la política de desendeudamiento no fue tal, sino que la deuda supera los niveles del 2003. Cuando Fernando de la Rúa se subió al helicóptero, que siempre recuerda Néstor Kirchner para meter miedo, el país adeudaba 144.000 millones de dólares. Ahora, debe 170.000 millones. La razón, nadie le presta a la Argentina salvo Hugo Chávez, y entonces todo crédito se consigue casi a tasa de usura.
El país está a las puertas de importar petróleo, trigo, carne y leche para el consumo interno, porque cada vez hay más obstáculos para producir, y todo el viento de cola que favoreció a Kirchner parece haberse ensañado con su esposa Cristina, en una mezcla de mala suerte con error de juicio.
La política explica buena parte de los desaguisados de la economía: cuando un país en crecimiento exigía de un llamado superador al diálogo, cuando parecía que llegaba la institucionalidad que faltaba, el matrimonio presidencial decidió buscar una hegemonía de prepo que puso en alerta a buena parte de la sociedad y de los partidos políticos.
La otra falacia está vinculada con la "inclusión social". Gracias a los números mágicos del INDEC, la gente no se entera de que uno de cada tres argentinos está sumido en la pobreza, y de que la marginalidad creció a su nivel más alto.
La razón principal es que la inflación real triplica a la oficial, pero también que si algo quedaba de la cultura del trabajo y el esfuerzo, la concepción del poder como dádiva permanente para captar voluntades amaga con terminar de destruirla.
La Presidenta quiere transmitir buenas noticias y por eso destacó en la semana cómo había "crecido" la inversión en el país, a pesar de lo que comunican con mala intención, a su criterio, los medios.
El error de interpretación fue de la jefa de Estado: el país fue relegado al quinto lugar como nación latinoamericana receptora de inversiones extranjeras.
Según el último informe de la Cepal, la Argentina fue el quinto país de América latina receptor de inversión extranjera durante 2008.
Antes que la Argentina, la tercera economía de la región, están Brasil, México, Chile y Colombia.
El informe público del organismo de las Naciones Unidas subraya especialmente que "Brasil, Chile y Colombia concentraron el 80 por ciento de la inversión externa directa" en la región.
La inversión extranjera en Brasil fue de más de 45.000 millones de dólares, mientras en la Argentina fue de sólo 7.900 millones de dólares.
Está claro que cada vez cuesta entender más a qué alude el matrimonio gobernante cuando habla del modelo, y la oposición poco contribuye a aclarar el panorama, porque está pensando más en el posicionamiento para las presidenciales del 2011, que en propuestas concretas para atender la coyuntura.
En una de las pocas cosas que acierta la oposición, y en especial el multimillonario Francisco de Narváez, es en la necesidad de terminar con los gritos y ocuparse en serio de problemas, como el de la inseguridad.
Pero no termina de quedar clara su propuesta y uno de sus spots de campaña, en el que convoca en forma absurda a los fiscales, justamente lo hace a los gritos, en una de las peores piezas publicitarias de campaña que se recuerde.
Pero más allá de la campaña, hay datos de la realidad económica que espantan: la Argentina podría comenzar a importar carne en el próximo año. En 2010 ya no exportará trigo y es posible que poco después, o contemporáneamente, deba importarlo.
La carne y la leche son futuras importaciones inevitables a estas alturas. El país se construyó históricamente con fama de exportador de esos alimentos. En algún momento de los próximos dos años también deberá volver a importar petróleo, por primera vez en casi 50 años.
El 'modelo' necesita ajustes, más que sintonía fina como recomiendan los propios economistas kirchneristas, pero esos cambios deben venir acompañados de un giro político, donde además de la inclusión social se practique la inclusión política y econónica, donde todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y sea posible expresar el disenso sin ser defenestrado o, en algunos casos, advertido desde el poder.
Es en esa lógica que las minorías agropecuarias cometen un serio error al escrachar a funcionarios oficialistas.
El escrache fue históricamente una práctica fascista, como bien recordó Kirchner, quien sin embargo calló cuando piqueteros afines escracharon a sus 'enemigos' políticos, o cuando una turba invadió a golpes la Plaza de Mayo para echar a las 'cacerolas de teflón' imaginadas por la poesía de escaso vuelo del voluntarioso Ignacio Copani.
Ese día Kirchner también fue a la Plaza, junto a Guillermo Moreno y Luis D'Elía, a defender a empujones el Gobierno de Cristina.
Tal vez no hacía falta tanta enjundia. Parte de la sociedad sólo quería saber de qué se trataba...